Bittersweet II {Soukoku}

By KyuNaFish - 12:30 a.m.





—La cama junto a la ventana es tuya, había un escritorio también pero se terminó rompiendo, tendrás que pedir uno en dirección.

Chūya escuchó pero no dijo nada al respecto. Nada más abrirle, Dazai había ido hasta su cama para mal calzarse unos zapatos con los que salió sin siquiera presentarse.

No hablemos de disculparse por la escena.

Fue difícil adaptarse a compartir espacio con Dazai; en primera porque Chūya se sentía atraído físicamente hacia él, aunque también, la desdeñosa actitud del castaño hacia Chūya en poco tiempo logró que el pelirrojo lo viera como el ser más horrible y detestable del mundo.
La segunda razón era un poco más grave, y es que Chūya comprendió no muy tarde que Dazai amaba tener sexo… y a veces el descarado ocupaba su habitación para aquellos encuentros furtivos.

—¿Es en serio? —Tachihara había dejado caer sus palillos, tenía una expresión de sorpresa total en el rostro y Chūya sentía que se estaba perdiendo de algo en la conversación porque no lograba entender.
¿Por qué parecía que Tachihara le preguntaba a él cuando hace nada conversaba en un rapidísimo japonés con Gin?
Chūya enarcó su ceja derecha entonces, —¿qué? No entiendo.

Tachihara cerró y abrió la boca como pez boqueando por agua. Entrecerró los ojos y carraspeó, luego negó.
—Imposible, —le dijo a Gin—, Nakahara sería incapaz… ¡sólo tienes que mirarlo para saber que eso es mentira!

Chūya intercalaba la mirada entre sus dos acompañantes, ignorando todo, entendiendo a medias los susurros de los demás comensales y empezando a sentirse incómodo porque de repente sentía que todos en la cafetería lo observaban.

—¡Ya! —Golpeó la mesa con fuerza y miró severamente a Tachihara—, explícame ahora mismo de lo que todos están hablando o juro que voy a romperte la cara. —Su francés fue rápido y contundente. Tachihara tragó saliva e hizo un ridículo puchero.
—Todos dicen que desde que llegaste te has estado acostando con Osamu. —La mandíbula de Chūya cayó, literalmente.
—¿Qué…?

Primero muerto antes que enredarse con semejante ser tan despreciable.

Chūya no esperó una respuesta o siquiera pidió detalles. El simple hecho de que la gente creyera que él tenía algo que ver con aquella escoria lo molestó estratosféricamente y, sin detenerse a pensar en algo más que el desprecio que tal idea le generaba, fue hasta donde Dazai siempre estaba y lo golpeó.

Las chicas con las que estaba gritaron, la cafetería entera parecía contener la respiración. Chūya veía la sangre bajar de la nariz de Dazai pero no se arrepentía para nada, menos cuando Dazai le miraba, por primera vez, con un brillo desafiante en los ojos y una sonrisa socarrona que lo invitaba a besarlo.

Mierda.

Chūya seguía colgado.

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