Bittersweet VII {Soukoku}

By KyuNaFish - 9:49 p.m.





Cinco meses.

Dazai se hizo inseparable de la noche a la mañana de un chico de último grado; alto, aspecto un tanto descuidado y facciones duras, cabello rojo oscuro y ojos impresionantemente melancólicos. Escribía, lo hacía bien. Su nombre: Sakunosuke Oda.

Irremediablemente, Dazai pasó a compartir el 90 % de su tiempo con aquel hombre. Además de que no pasó mucho para que el susodicho lo presentara con otro joven mayor también: Ango Sakaguchi; no tan alto y no tan rudo ni melancólico como Oda, no tan lindo, ni tan conocido o engreído como Dazai; sin embargo, resaltaba por sí sólo.

Y dentro de aquel peculiar trío, era que el único que parecía estar un poco vivo.

Eran populares, por donde sea que pasaran se llevaban las miradas de hombres, mujeres, maestros también. Si bien Oda y Dazai eran los «llamativos», a Sakaguchi se le conocía por ser un genio en potencia. Toda la escuela había escuchado por lo menos una vez su nombre saliendo de los labios de algún profesor.

Chūya estaba terriblemente celoso, y tenía sus razones.

Ni Oda ni Ango conocieron al Dazai errante, el Dazai casi inhumano.

¿Por qué entonces…? ¿Por qué eran ellos los que se llevaban el fruto de su duro trabajo? Chūya pensó ilusamente que él era el único ser sobre la tierra que le podía arrancar sonrisas al imbécil de Dazai, pero cada que miraba al trío, se daba cuenta de que no era así…

—Si sigues frunciendo el ceño de esa forma, se te va a arruinar la cara. —Chūya gruñó y apartó rápidamente la vista de aquellos tres que estaban sentados al fondo de la cafetería—. ¿Estás celoso?
—¿Soy tan evidente? —Tachihara afirmó sin dudar.
—¿Algún día se lo vas a decir? —Chūya luchó por no buscar a Dazai con la mirada otra vez, en su lugar, se concentró en mirar el fondo de su plato ya vacío.
Negó suavemente.
—Si tú lo supiste sin que yo te lo dijera, ¿no debería él también darse cuenta por sí solo?
—¿Y si nunca se entera?
—Entonces no vale la pena. —Tachihara suspiró ruidosamente ante la respuesta, y aunque quiso excusarse con muchos «peros», dado que obviamente Dazai no iba a darse cuenta nunca si no se le explicaba con lujo de detalle, al final decidió no agregar más.
—Ven —se puso de pie y le ofreció su mano—, te llevaré a tu salón.

Con una última mirada hacia la mesa de Dazai, y al darse cuenta de que definitivamente sus movimientos no eran tomados en cuenta, se aferró a la mano ofrecida y caminó a lado de Tachihara con los hombros caídos.



El avión despegó, pero sólo se mantuvo escasos momentos flotando porque inmediatamente regresó al suelo.

Y el saber porqué sucedió eso, fue incómodo.

  • Share:

You Might Also Like

0 comentarios