Bittersweet IX {Soukoku}

By KyuNaFish - 10:33 a.m.






Chūya no respondió.

No porque no quisiera.

Es que Dazai no se lo merecía.

Y él tampoco.

O al menos no así.

No en esa situación.

Chūya vio la molestia reflejada en los ojos de Dazai cuando este se apartó, dispuesto a soltarlo e irse, pero ni así titubeó en lo que estaba resuelto a hacer:

—Dazai —ahora fue él quien se aferró a la mano del castaño, obligándolo a quedarse—, está bien, no pasa nada. Dime qué es lo que tienes, hablemos. Por favor no huyas.

Dazai se quedó quieto un buen rato, Chūya estaba tomándolo de la mano y recargándose ligeramente en su pecho.

La lluvia volvió a hacerse presente.

—Sé que no eres un objeto, —Chūya se tensó al escuchar el susurro tan cerca de su oreja. Dazai se estaba apoyando también en él—; no lo entiendo, hace mucho que no lo hacía.
—Está bien.
—Bebíamos un poco, a Odasaku le gusta fumar, era agradable, estábamos en silencio… —Chūya sintió un poco de dolor cuando Dazai apretó el agarre que unía sus manos, pero no dijo nada—; de pronto Sakaguchi empezó a molestar, él sabe…

Lo que no era mas que una brisa, pronto se transformó en una lluvia intensa que ahogaba los susurros del castaño a pesar de que estaban muy cerca. Chūya suspiró.

—No te estoy interrumpiendo —gritó—, pero necesito revisarte y es imposible seguir aquí. Vayamos dentro.

Dazai asintió y sonrió de una forma impensable para él, sin embargo, debido a la oscuridad, Chūya no lo notó.

Los dos apuraron el paso para llegar a las habitaciones y, aun así, terminaron empapados. Chūya no le prestó demasiada atención a su estado, inmediatamente cruzaron la puerta, sentó a Dazai en su cama y lo instó a sacarse el saco y la camisa.

Dazai obedeció sin decir nada.

Una vez más, fue la mano derecha. Al menos seis líneas verticales atravesaban la parte inmediata a su muñeca, los cortes no eran tan profundos como la primera vez que lo vio pero que hoy fueran tantas líneas, hacia ver la escena más escandalosa y preocupante.

—¿Te sientes bien? ¿No estás mareado?

Dazai negó suavemente y Chūya decidió confiar en él.

Esta vez la curación llevó más tiempo porque Chūya fue más meticuloso. Además, decidió no distraerse con el torso desnudo del castaño; la piel delicada, el cuello expuesto, las clavículas sobresalientes…

—Debo salir a tirar esto —Chūya señaló la bolsa llena de gasas manchadas con sangre—, toma una ducha rápida, cuando salgas verificaré otra vez los cortes y te vendaré, ¿está bien?

No esperó una respuesta y se marchó apresuradamente.

Estando afuera es que notó por fin que su ropa estaba totalmente mojada, que de los mechones de su cabello escurrían gotas de agua todavía, que las manos le temblaban y que el corazón le latía como si quisiera escapar de su pecho.

Estaba preocupado por lo que Dazai hacía aún, pero al mismo tiempo ilusionado porque en los peores momentos, aquellos en los que el castaño se volvía terrenal y alcanzable, vulnerable, seguía acudiendo a él.

No a Oda.

No a Ango.

A él.

Así, precipitado y envalentonado, botó la bolsa sin importarle dónde caía y regresó corriendo a la habitación. Dazai estaba apenas quitándose los zapatos cuando Chūya entró como un tornado y se lanzó contra su cuerpo.

Cayeron en la cama más cercana y esta vez fue Chūya quien buscó la boca contraria.

Sin embargo, este beso fue correspondido, fue suave y supo a sal.

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