Capítulo IV
DongHae había estado metido en la morgue, sentado en una de las
esquinas del lugar jugueteando con un cubo de Rubik mientras esperaba la
llegada de KyungSoo
Sospechaba que el médico iba a llegar enojado; pero, no tanto…
YuRi salió disparada del lugar cuando la primera mesa fue arrojada
contra la pared, dejando a DongHae solo con aquel tornado rojizo que se movía
rápido y escandaloso. El castaño le permitió a su mayor destrozar la habitación
por varios minutos, pero llegó el momento en que el ruido y los gruñidos de Do
le crisparon los nervios.
—Es suficiente. —KyungSoo lo miró; su labio inferior permanecía
hinchado y el raspón en su mejilla se mantenía fresco.
—Ni siquiera si la mato va a ser suficiente —la respuesta fue fría,
llena de ira.
—De todas formas, ella está moribunda.
—Pero va a vivir, YunHo se encargará de que su pequeña zorra esté
bien.
DongHae resopló, molesto porque sabía que las palabras no cambiarían
en este momento el humor del pelirrojo y aun así lo había intentado. También,
porque todavía tenía que decirle sobre su nuevo encargo y eso, seguramente
tampoco le iba a gustar al médico.
Con un encogimiento de hombros, abandonó la habitación cuando escuchó
un nuevo paquete de herramientas médicas golpear el suelo.
*
ChanYeol también estaba muy consternado, no iba a negarlo u ocultarlo.
Además, tampoco le ayudaban las constantes llamadas que recibía de parte de
KyuHyun, por eso es que al menos ese tema debía resolverlo.
—Conozco su casa, ¿pero estás seguro de que soy más útil allá? —Park
movió la cabeza afirmativamente.
—Cálmalo, pero no hables de más. —Jongin ladeó la cabeza y se rascó el
cuello, ¿cómo iba a calmar al maniaco de KyuHyun si no podía decirle nada?
—Por supuesto, cuenta conmigo.
Al parecer, lo averiguaría en el camino.
El rubio condujo por al menos una hora hasta divisar la mansión de
KyuHyun; una construcción antigua —por lo que se veía en el exterior—
conformada por tres plantas, una amplia parcela de terreno pastoso en el
frente, grandes árboles cercando la construcción y un colosal portón en color negro
cerrando con broche de oro. JongIn aparcó frente al último, se acomodó la ropa
y fue hasta el timbre para llamar. Una pequeña parte del muro giró al presionar
el botón e hizo aparecer una pantalla frente a él; JongIn no pudo evitar saltar
por la sorpresa.
—Bienvenido a la mansión Cho, —el saludo salió de la pantalla, la voz
era femenina y robótica—: ¿en qué puedo ayudarle?
—Busco a Cho KyuHyun.
—Sea tan amable entonces de colocar su identificación en la pantalla y
su hoja de cita para que sea escaneada.
JongIn estuvo a punto de dejar caer su mandíbula…
—No tengo cita.
—Si ese es el caso, debe llamar a la secretaria del señor Cho y
concertarla; ella le enviará el formulario a llenar y en un máximo de dos días,
luego de que usted lo haya devuelto, se le avisará mediante un correo
electrónico si tiene permitido ver al señor Cho o no.
Dicho aquello, la pantalla regresó a su escondite, dejando al rubio
con la boca abierta y un montón de malas palabras detenidas en la punta de la
lengua.
Luego de recuperarse de su estado de shock, JongIn volvió a picar el
botón del timbre, esta vez dispuesto a entrar a esa mansión aunque fuera por
métodos poco ortodoxos.
Las palabras se repitieron:
—Bienvenido a la mansión Cho, ¿en qué puedo ayudarle?
—Voy a entrar a ver a Cho KyuHyun, —JongIn alzó la voz, intentando
parecer contundente— así que me abre el portón o lo salto.
Una ligera risa brotó de la pantalla y enseguida el portón se abrió;
YoonA estaba allí, vestida en un pulcro vestido negro entallado que tenía el
cuello bordado con hilo de oro, lo que la identificaba como ama de llaves y la
máxima autoridad en la casa luego de KyuHyun.
—Divertido, ¿no? —Se burló ella—, el asunto de la cita… debiste ver tu
cara.
—No fue nada divertido.
La sonrisa en el rostro de YoonA se esfumó inmediatamente.
—Si te dejé
pasar es porque el señor Cho me lo indicó, de lo contrario, no es ninguna broma
el hecho de que debes tener una cita. Si llegas a regresar alguna vez,
asegúrate de traer una contigo.
JongIn
asintió de mala gana y YoonA, por su parte, lo condujo dentro de la casa sin
decir una palabra más.
KyuHyun
estaba echado descuidadamente sobre su sofá favorito, copa en mano y ropa
informal. En su rostro somnoliento se hacía evidente que recién acababa de
despertar.
—Buenos
días —JongIn saludó una vez YoonA había desaparecido.
—¿Qué
pueden tener de buenos cuando se es despertado por un mensaje de Park
prohibiendo mi entrada a la comandancia?
—La situación
allá es delicada...
El
pelinegro se reincorporó rápidamente, estando de pronto más despierto que
nunca.
—¿Por qué?
—JongIn se mordió la lengua...
—Hum... La
hija del jefe tuvo un accidente ayer por la noche. —El cuerpo de KyuHyun se
tensó ligeramente y apretó el agarre sobre su trago.
—¿Jessica?
—El agente asintió—, ¿qué le pasó?
—Pues... su
auto se impactó contra otro en una pendiente y ambos vehículos cayeron por el
acantilado, ella está en terapia intensiva pero el otro conductor murió. —KyuHyun
silbó y se puso de pie.
—¿Quién
tuvo la culpa?
—No lo sé.
KyuHyun se
trasladó hasta su «modesto» mini bar y preparó dos tragos; no le interesaba
hacer amistad con el muchacho que lo visitaba pero, si quería obtener un poco
de información, sabía que era su oportunidad.
Al
principio JongIn se negó a beber; sin embargo, KyuHyun tenía el maravilloso don
de la persuasión y había convencido al agente Kim de hacerle compañía con unos
pocos tragos.
Que
obviamente se convirtieron en muchos.
—Entonces tienes
25 y hace un año que trabajas con ChanYeol.
—Sí, él al
principio era muy duro conmigo... —el rubio hipó y enseguida sonrió— en
realidad con todos, odiaba más que nada a cualquiera que se acercara demasiado
a KyunSoo, y yo y él somos cercanos, así que ChanYeol no soportaba verme.
Aunque luego de unos meses su actitud se suavizó.
—¿Tiene
problemas con los cercanos al médico forense? —JongIn asintió entusiasta y
rellenó su vaso. Ya ni siquiera esperaba a que KyuHyun lo hiciera por él.
—Yeolie es
muy celoso.
—¿¡KyungSoo
y Park son pareja!?
—Sí, desde
que iban al colegio si no mal recuerdo.
KyuHyun
estaba sorprendido, ¿cómo es que no había notado algo así? Ahora que lo pensaba
todo parecía muy obvio en realidad. Se abofeteó mentalmente por haber pasado
semejante trozo de información tan jugosa por alto. Aunque su cerebro le gritó
que si lo había hecho es porque un cabo se estaba quedando suelto, y uno muy
importante.
—¿Y
DongHae? —Preguntó ansioso, dando gracias porque JongIn ni siquiera se había
dado cuenta—. El niño es cercano a KyungSoo, los he visto interactuar demasiado
y ellos sí parecen más una pareja.
—DongHae es
especial, —Kim suspiró—. Él es todo un niño rico, bonito y adorable... ¿no te
lo parece?
KyuHyun
negó efusivamente, ese castaño podía ser todo menos adorable. Conocía maniquíes
con más carisma y personalidad, su muñeca inflable era menos fría, también.
—Háblame de
él.
—No sé
mucho, pero su madre es china y su padre coreano, ambos radican en Pekín.
DongHae ha vivido desde su adolescencia aquí, con su abuela, aunque hace no más
de un año que ella murió. —JongIn hizo una pausa para terminarse el trago y
volver a rellenar su vaso—. DongHae estudia medicina forense en Seouldae, y está en la
comandancia haciendo sus prácticas porque es un prodigio.
—¿Y esa es
la razón por la que es tan cercano a KyungSoo?
—No.
—JongIn hipó por segunda vez, el alcohol
comenzaba a causar estragos más profundos en su cuerpo—, aunque en parte
supongo que sí... pero todo pasó porque en una misión, JungSoo vistió a DongHae
de mujer ya que lo había confundido con un miembro nuevo del cuerpo; ese día
casi lo mataron y puesto que KyungSoo lo salvó, decidió tomarlo bajo su
custodia mientras permaneciera en la comandancia.
—Ah...
KyuHyun no
preguntó quién era ese tal JungSoo, pero supuso que sería un agente más como
ChanYeol y que por ello pudiera tomar decisiones sobre la vida de los demás
policías, además, se tomó su tiempo en imaginar cómo se vería DongHae vestido
de mujer; seguro era algo feo.
Claro que
se equivocaba.
Cuando
KyuHyun vio que JongIn comenzaba a quedarse dormido sobre su sofá, lo pateó
para que despertara, pero el rubio a penas y le pudo dar una mirada perdida.
—No te
duermas —gruñó—, o al menos dime antes porqué DongHae dice que está enfermo.
JongIn
parpadeó varias veces antes de acomodar su cuerpo sobre el sillón, aunque era
varios centímetros más largo, si curvaba la espalda correctamente iba a caber a
la perfección. Bostezó cuando se encontró conforme con su posición y se dispuso
a dormir. KyuHyun lo observaba con el ceño fruncido, dispuesto a patearlo para
que cayera al piso y se largara. Entonces el rubio murmuró la respuesta a su
última pregunta:
—Asperger.
Y así se
ganó que KyuHyun lo dejara en su sofá.
*
DongHae vio
como ChanYeol salió hecho una furia de la casa de KyungSoo; había estado
esperando alrededor de media hora para que el agente saliera y así él pudiera
abordar a su mayor.
—¡KyungSoo!
—Llamó mientras abría la puerta.
Tenía una
llave que estaba autorizado a utilizar siempre que quisiera, y así lo hizo este
día pues supuso, el pelirrojo no estaría de humor para abrir.
—¡KyungSoo!
—¡Aquí
estoy! —El médico salió de la cocina, cuchillo en mano. DongHae se quedó quieto
en su lugar, con una ligera sonrisa tirando de sus labios.
—¿Saldrás a
matar a alguien? —KyungSoo bufó y regresó sobre sus pasos para guardar el arma.
—Le juré a
Yeol que si regresaba iba a acuchillarlo, pensé que eras él.
—No... Y
tampoco me mandó por si eso es lo que ibas a preguntar. Hace rato que estoy
afuera, esperando que se marchara.
—Bien.
KyungSoo
caminó hasta DongHae y lo abrazó fuertemente; enseguida comenzó a llorar. El
castaño arrastró a su mayor hasta su habitación e intentó acomodarlo en la
cama, pero como era de esperarse, KyungSoo estaba aferrado a su cuello y
simplemente no tenía intención de dejarlo ir.
—KyungSoo…
—Sé que lo
odias —el pelirrojo murmuró— pero por favor, lo necesito.
DongHae suspiró
y se frotó el puente de la nariz, resignado a que KyungSoo continuara con su
apretujado abrazo que lo estaba asfixiando. Después de todo, era verdad que lo
necesitaba.
La persona
con la que Jessica había chocado se llamaba LuHan, y era el amigo más cercano
que KyungSoo alguna vez en la vida tuvo. Habían asistido a la misma universidad
y más tarde, compartido un montón de momentos juntos mientras trabajaban hombro
con hombro. Ambos estaban metidos en la medicina judicial, pero LuHan era
especialista en la genética.
—A ChanYeol
lo que más le importó fue que las pocas pistas se perdieron por completo en el
accidente.
—Sabes que
LuHan siempre le desagradó.
—Aun así…
En el último asesinato perpetrado por Miss Murder, KyungSoo había
logrado encontrar un cabello rubio pegado en el suéter del finado, algo que
había llamado su atención es que el hombre en cuestión era pelinegro. KyungSoo
se lo contó a LuHan y el joven no dudo en ofrecerse a investigarlos él mismo,
por eso que pasara por la comandancia en la noche y no muy lejos chocara con
Jessica.
—No entiendo que mierda hacía esa estúpida por allí.
KyungSoo había sido el desafortunado en encontrar ambos coches
volcados cuando iba rumbo a su casa, y no dudó ni un instante en correr colina
abajo, causándose un sinfín de magulladuras y raspones —debido a las plantas— con tal de llegar.
DongHae no contestó, en su lugar se limitó a
palmear suavemente la espalda del pelirrojo.
*
6 semanas después
KyuHyun acomodó la pistola cuidadosamente tras la pretina de su
pantalón de vestir, abotonó los puños de su camisa y comprobó que su corbata
roja estuviera en su lugar; se miró en el espejo y le dirigió una sonrisa
socarrona a su reflejo.
Esta noche se iba a divertir.
YoonA ya lo esperaba al pie de las escaleras con su saco, prenda que
ella misma acomodó sobre el cuerpo de su amigo y jefe: al mismo tiempo le
extendió la máscara que utilizaría esa noche. KyuHyun le agradeció y se colocó
aquel tenebroso artículo que había comprado por internet, modelándole a la
castaña un poco.
—¡Te ves tan jodidamente sexy! —Ella exclamó, maravillada.
—¿Cómo un demonio al que le venderías tu alma?
—Definitivamente.
El pelinegro sonrió ante el cumplido.
Se había animado a pedir aquella máscara hace algunos meses porque,
mientras merodeaba por la Deep Web en busca de algún proveedor de armas,
encontró el portal español casualmente; la leyenda al pie de la fotografía
rezaba que el artículo era único y, aunque en esa página se ofrecían máscaras más
aterradoras, ninguna tenía ese «algo» de estilo que esta sí. Además, allí mismo
también se explicaba que la máscara hacía alusión al Dios del Sol.
«Dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios». YoonA
no había podido estar más de acuerdo con él ahora que se la veía puesta.
La máscara carecía de adornos excesivos. En realidad era una simple
careta color plata que cubría desde la frente de su usante hasta la nariz; la
parte izquierda mantenía el mismo tamaño también. La diferencia estaba en el
lado derecho, donde un pico ocultaba por completo la extensión de la mejilla.
De la parte superior sobresalían cuatro ondas, asemejándose a las llamas que
rodean al sol. El contorno de ambos ojos estaba delineado con detalles en color
rojo y tres picos agachados del mismo tono fueron agregados sobre la frente;
dos de ellos eran tan grandes que asemejaban cuernos.
—Consígueme algunas perlas —sugirió la castaña cuando el pelinegro se
quitó la máscara.
KyuHyun le dio un beso en la frente y asintió.
—Buscaré algo así.
Con una sonrisa en los labios, el Rey abandonó su mansión y se montó
en su auto, teniendo como destino el distrito de Jung-gu.
*
El Gran Almacén Lotte de Seúl había permanecido cerrado todo el día y
para nadie representó una sorpresa; exactamente, desde hacía tres meses que la
dueña: Lee SoRa, había hecho público por todos los medios de comunicación
existentes que se casaría este día.
Puesto que SoRa no era para nada una persona religiosa, tal evento en
una iglesia le parecía demasiado irrelevante y aburrido; a su marido le daba
igual, pero ya que ella mantenía una reputación libertina que cuidar, tuvo la
maravillosa idea de celebrar una fiesta de máscaras donde anunciaría ante toda
la crema y nata de la sociedad de su nueva vida.
La boda civil había tenido lugar por la tarde, donde solo familiares y
amigos íntimos asistieron; pero ahora que la noche había caído, el lujoso
centro comercial comenzaba a llenarse de cientos de personas, —la mayoría
desconocidos por la misma novia—.
SoRa gozaba siendo el centro de atención, así que su lista de
invitados fue sacada del tablón que las revistas sociales actualizaban cada
principio de año, donde se anunciaban a «Las 100 personas más influyentes del
país», «Los 100 hombres más atractivos del país», «Las 100 mujeres más hermosas
del país» o «Las 100 personas más ricas del país». No importaba quién eras o a
qué te dedicabas, si tu nombre aparecía en alguno de esos rankings debías dar
por hecho que en tu correo electrónico tenías la invitación cortesía de algún
trabajador de SoRa.
Ese había sido el caso de KyuHyun, ya que el hombre en su vida había
cruzado palabra con aquella «loca pedante», como comenzó a llamarle luego de
recibir la invitación e investigar quién era Lee SoRa. Descubrió que gran parte
de su riqueza era herencia de sus padres, aunque era reconocida por su gran
visión en los negocios, por ello que ahora tuviera tanto dinero repartido en
bancos y demás Almacenes Lotte distribuidos por toda Asia; ella había cuadruplicado
su fortuna en más o menos diez años. También tenía un hermano menor: Lee
HyukJae, y ese hombre era exactamente la razón por la que el pelinegro había
decidido asistir a la patética fiesta.
Cho KyuHyun llegó al Lotte cuando la celebración recién empezaba. El
valet parking lo saludó con respeto en cuanto detuvo su auto y le pidió sus
llaves para poder estacionar el auto; KyuHyun se las entregó inmediatamente y
se adentró en la escandalosa fiesta una vez el código bidimensional que
anexaron a su invitación fue escaneado.
Todas las tiendas del almacén habían sido cubiertas con gruesas
cortinas negras, dejando vacíos los pasillos y especialmente la plaza baja
donde normalmente se exhibían las ofertas. Los invitados se movía de un lado
para otro, al parecer ninguno se quedaba tranquilo. El ambiente era amenizado
por una banda de jóvenes vestidos con estrafalarios colores y máscaras fosforescentes;
al momento en que KyuHyun ingresó, se encontraban tocando alguna canción pop de
moda que no lograba identificar. Echó una mirada rápida a la decoración,
deteniéndose de más cada que observaba los delicados rubíes rojos que estaban
incrustados en los candelabros; en la fuente que estaba a mitad del almacén,
también se apreciaba un collar de genuinas perlas adornando el cuello de la
sirena que tiraba agua mediante sus pechos; inconscientemente sonrió y flexionó
los dedos antes de colocarse la máscara.
Deambuló un rato más, comiendo todos los aperitivos que le ofrecían y
vaciando todas las copas que llegaban a sus manos, eso hasta que comenzó a
sentirse observado… entonces redujo poco a poco su marcha y se centró en la
búsqueda de aquella persona que lo veía.
Su sorpresa fue grande cuando la encontró.
DongHae ni siquiera se molestó en ocultarse, y tampoco era una misión
imposible reconocerlo. Estaba completamente vestido de negro y usaba un simple
antifaz del mismo tono. Para nada impresionante. KyuHyun fue hasta él,
consciente de que el castaño sabía a quién había estado observando por 15
minutos, lo que ignoraba era el porqué, aunque estaba a nada de saberlo.
—¿Qué haces aquí?
—Buena noche —DongHae inclinó la cabeza ligeramente—, soy un invitado.
—Creo que eso es obvio, aunque por instantes olvido que alguien tan
insignificante como tú tiene a padres poderosos para cuidarle la espalda.
El menor se mantuvo callado, ignorando olímpicamente el insulto
lanzado por el ladrón; sus ojos seguían fijos en la pista de baile.
—¿Por qué cuando estaba allá me observabas y ahora que estoy a tu lado
estás en otro mundo? Pensé que querías hablar conmigo, o que me miras porque te
gusto.
KyuHyun tenía una amplia sonrisa en su rostro, y de repente DongHae
podía sentir el aliento del pelinegro sobre su cuello, por ello volteó
lentamente para encararlo y se alejó.
—Yo no lo estaba mirando a usted. —KyuHyun frunció el ceño ante la
respuesta.
—Claro que lo hacías.
—No. —DongHae centró otra vez su mirada en la pista de baile, pero
desafortunadamente su objetivo ya no estaba. Maldijo internamente—; con su
permiso, tengo que retirarme —y se marchó sin que KyuHyun pudiera hacer algo
más.
*
Jessica había estado esperando por una oportunidad, así que en cuanto
vio a KyuHyun molestando a DongHae, no dudó ni un segundo en escabullirse lejos
de la vista del castaño y por fin deshacerse de su molesto cuidado.
Era consciente de que su salud no era la mejor, y de que su pierna
todavía estaba delicada; pero ella amaba este tipo de distracciones, más cuando
su corazón estaba de «luto».
En el último asesinato de Miss Murder, la víctima había resultado ser
alguien que conoció bastante bien. Su ex novio: Kwon YeolMin. El chico en
cuestión era realmente el culpable de su radical cambio de actitud, también de
que saliera huyendo de Estados Unidos y llegara a Seúl para refugiarse con su
padre, aun así, en el fondo de su corazón se apenaba por el asesinato. Después
de todo, una no olvida así como así a un amor de diez años.
Y tampoco olvida un sinfín de infidelidades.
Jessica tuvo que permanecer escondida un buen rato, cuidándose de no
ser atrapada nuevamente por el estúpido castaño. Y lo había estado haciendo muy
bien, pues por más que levantaba la cabeza por sobre la multitud, no lograba
encontrar a su cuidador.
—Sabía que te conocía. —Jessica dejó escapar un pequeño grito cuando
su brazo derecho fue halado hacía abajo, dejando su rostro al descubierto.
—¿Qué quieres, ladrón?
KyuHyun le sonrió espléndidamente y le regaló una inclinación de
noventa grados, tardando más tiempo del debido. Jessica bufó y cubrió lo mejor
que pudo la abertura del vestido que dejaba al descubierto toda la extensión de
su pierna izquierda cuando se percató de las intenciones del pelinegro.
—Luces tan tentadora esta noche. —La rubia rodó los ojos y volvió a
subir el brazo para cubrir su rostro con la máscara dorada.
—Pregunté ¿qué quieres, ladrón? —KyuHyun río.
—Decirte que DongHae se ha ido, porque de él te estabas escondiendo,
¿no?
Jessica mordisqueó sus labios varias veces, después sonrió.
—No sé de qué hablas.
—Ese vestido rojo tan llamativo que tienes no es la mejor elección
cuando tratas de pasar desapercibida.
—¡No estoy pasando desapercibida! —Su grito hizo que la mayoría de las
personas que los rodeaban, voltearan a verlos.
—Acabo de notarlo. —Jessica se sonrojó y pidió disculpas a los demás
asistentes cercanos.
Miss Murder volvió a correr escaleras abajo.
0 comentarios