Miss Murder IV {KyuHae/ChanSoo}

By KyuNaFish - 7:44 p.m.







Capítulo IV


DongHae había estado metido en la morgue, sentado en una de las esquinas del lugar jugueteando con un cubo de Rubik mientras esperaba la llegada de KyungSoo



Sospechaba que el médico iba a llegar enojado; pero, no tanto…



YuRi salió disparada del lugar cuando la primera mesa fue arrojada contra la pared, dejando a DongHae solo con aquel tornado rojizo que se movía rápido y escandaloso. El castaño le permitió a su mayor destrozar la habitación por varios minutos, pero llegó el momento en que el ruido y los gruñidos de Do le crisparon los nervios.



—Es suficiente. —KyungSoo lo miró; su labio inferior permanecía hinchado y el raspón en su mejilla se mantenía fresco.

—Ni siquiera si la mato va a ser suficiente —la respuesta fue fría, llena de ira.

—De todas formas, ella está moribunda.

—Pero va a vivir, YunHo se encargará de que su pequeña zorra esté bien.



DongHae resopló, molesto porque sabía que las palabras no cambiarían en este momento el humor del pelirrojo y aun así lo había intentado. También, porque todavía tenía que decirle sobre su nuevo encargo y eso, seguramente tampoco le iba a gustar al médico.



Con un encogimiento de hombros, abandonó la habitación cuando escuchó un nuevo paquete de herramientas médicas golpear el suelo.



*



ChanYeol también estaba muy consternado, no iba a negarlo u ocultarlo. Además, tampoco le ayudaban las constantes llamadas que recibía de parte de KyuHyun, por eso es que al menos ese tema debía resolverlo.



—Conozco su casa, ¿pero estás seguro de que soy más útil allá? —Park movió la cabeza afirmativamente.

—Cálmalo, pero no hables de más. —Jongin ladeó la cabeza y se rascó el cuello, ¿cómo iba a calmar al maniaco de KyuHyun si no podía decirle nada?

—Por supuesto, cuenta conmigo.



Al parecer, lo averiguaría en el camino.



El rubio condujo por al menos una hora hasta divisar la mansión de KyuHyun; una construcción antigua —por lo que se veía en el exterior— conformada por tres plantas, una amplia parcela de terreno pastoso en el frente, grandes árboles cercando la construcción y un colosal portón en color negro cerrando con broche de oro. JongIn aparcó frente al último, se acomodó la ropa y fue hasta el timbre para llamar. Una pequeña parte del muro giró al presionar el botón e hizo aparecer una pantalla frente a él; JongIn no pudo evitar saltar por la sorpresa.



—Bienvenido a la mansión Cho, —el saludo salió de la pantalla, la voz era femenina y robótica—: ¿en qué puedo ayudarle?

—Busco a Cho KyuHyun.

—Sea tan amable entonces de colocar su identificación en la pantalla y su hoja de cita para que sea escaneada.



JongIn estuvo a punto de dejar caer su mandíbula…



—No tengo cita.         

—Si ese es el caso, debe llamar a la secretaria del señor Cho y concertarla; ella le enviará el formulario a llenar y en un máximo de dos días, luego de que usted lo haya devuelto, se le avisará mediante un correo electrónico si tiene permitido ver al señor Cho o no.



Dicho aquello, la pantalla regresó a su escondite, dejando al rubio con la boca abierta y un montón de malas palabras detenidas en la punta de la lengua.



Luego de recuperarse de su estado de shock, JongIn volvió a picar el botón del timbre, esta vez dispuesto a entrar a esa mansión aunque fuera por métodos poco ortodoxos.



Las palabras se repitieron:



—Bienvenido a la mansión Cho, ¿en qué puedo ayudarle?

—Voy a entrar a ver a Cho KyuHyun, —JongIn alzó la voz, intentando parecer contundente— así que me abre el portón o lo salto.



Una ligera risa brotó de la pantalla y enseguida el portón se abrió; YoonA estaba allí, vestida en un pulcro vestido negro entallado que tenía el cuello bordado con hilo de oro, lo que la identificaba como ama de llaves y la máxima autoridad en la casa luego de KyuHyun.



—Divertido, ¿no? —Se burló ella—, el asunto de la cita… debiste ver tu cara.

—No fue nada divertido.



La sonrisa en el rostro de YoonA se esfumó inmediatamente.



—Si te dejé pasar es porque el señor Cho me lo indicó, de lo contrario, no es ninguna broma el hecho de que debes tener una cita. Si llegas a regresar alguna vez, asegúrate de traer una contigo.



JongIn asintió de mala gana y YoonA, por su parte, lo condujo dentro de la casa sin decir una palabra más.



KyuHyun estaba echado descuidadamente sobre su sofá favorito, copa en mano y ropa informal. En su rostro somnoliento se hacía evidente que recién acababa de despertar.



—Buenos días —JongIn saludó una vez YoonA había desaparecido.

—¿Qué pueden tener de buenos cuando se es despertado por un mensaje de Park prohibiendo mi entrada a la comandancia?

—La situación allá es delicada...



El pelinegro se reincorporó rápidamente, estando de pronto más despierto que nunca.



—¿Por qué? —JongIn se mordió la lengua...

—Hum... La hija del jefe tuvo un accidente ayer por la noche. —El cuerpo de KyuHyun se tensó ligeramente y apretó el agarre sobre su trago.

—¿Jessica? —El agente asintió—, ¿qué le pasó?

—Pues... su auto se impactó contra otro en una pendiente y ambos vehículos cayeron por el acantilado, ella está en terapia intensiva pero el otro conductor murió. —KyuHyun silbó y se puso de pie.

—¿Quién tuvo la culpa?

—No lo sé.



KyuHyun se trasladó hasta su «modesto» mini bar y preparó dos tragos; no le interesaba hacer amistad con el muchacho que lo visitaba pero, si quería obtener un poco de información, sabía que era su oportunidad.



Al principio JongIn se negó a beber; sin embargo, KyuHyun tenía el maravilloso don de la persuasión y había convencido al agente Kim de hacerle compañía con unos pocos tragos.



Que obviamente se convirtieron en muchos.



—Entonces tienes 25 y hace un año que trabajas con ChanYeol.

—Sí, él al principio era muy duro conmigo... —el rubio hipó y enseguida sonrió— en realidad con todos, odiaba más que nada a cualquiera que se acercara demasiado a KyunSoo, y yo y él somos cercanos, así que ChanYeol no soportaba verme. Aunque luego de unos meses su actitud se suavizó.

—¿Tiene problemas con los cercanos al médico forense? —JongIn asintió entusiasta y rellenó su vaso. Ya ni siquiera esperaba a que KyuHyun lo hiciera por él.

—Yeolie es muy celoso.

—¿¡KyungSoo y Park son pareja!?

—Sí, desde que iban al colegio si no mal recuerdo.



KyuHyun estaba sorprendido, ¿cómo es que no había notado algo así? Ahora que lo pensaba todo parecía muy obvio en realidad. Se abofeteó mentalmente por haber pasado semejante trozo de información tan jugosa por alto. Aunque su cerebro le gritó que si lo había hecho es porque un cabo se estaba quedando suelto, y uno muy importante.



—¿Y DongHae? —Preguntó ansioso, dando gracias porque JongIn ni siquiera se había dado cuenta—. El niño es cercano a KyungSoo, los he visto interactuar demasiado y ellos sí parecen más una pareja.

—DongHae es especial, —Kim suspiró—. Él es todo un niño rico, bonito y adorable... ¿no te lo parece?



KyuHyun negó efusivamente, ese castaño podía ser todo menos adorable. Conocía maniquíes con más carisma y personalidad, su muñeca inflable era menos fría, también.



—Háblame de él.

—No sé mucho, pero su madre es china y su padre coreano, ambos radican en Pekín. DongHae ha vivido desde su adolescencia aquí, con su abuela, aunque hace no más de un año que ella murió. —JongIn hizo una pausa para terminarse el trago y volver a rellenar su vaso—. DongHae estudia medicina forense en Seouldae, y está en la comandancia haciendo sus prácticas porque es un prodigio.

—¿Y esa es la razón por la que es tan cercano a KyungSoo?

—No. —JongIn hipó  por segunda vez, el alcohol comenzaba a causar estragos más profundos en su cuerpo—, aunque en parte supongo que sí... pero todo pasó porque en una misión, JungSoo vistió a DongHae de mujer ya que lo había confundido con un miembro nuevo del cuerpo; ese día casi lo mataron y puesto que KyungSoo lo salvó, decidió tomarlo bajo su custodia mientras permaneciera en la comandancia.

—Ah...



KyuHyun no preguntó quién era ese tal JungSoo, pero supuso que sería un agente más como ChanYeol y que por ello pudiera tomar decisiones sobre la vida de los demás policías, además, se tomó su tiempo en imaginar cómo se vería DongHae vestido de mujer; seguro era algo feo.



Claro que se equivocaba.



Cuando KyuHyun vio que JongIn comenzaba a quedarse dormido sobre su sofá, lo pateó para que despertara, pero el rubio a penas y le pudo dar una mirada perdida.



—No te duermas —gruñó—, o al menos dime antes porqué DongHae dice que está enfermo.



JongIn parpadeó varias veces antes de acomodar su cuerpo sobre el sillón, aunque era varios centímetros más largo, si curvaba la espalda correctamente iba a caber a la perfección. Bostezó cuando se encontró conforme con su posición y se dispuso a dormir. KyuHyun lo observaba con el ceño fruncido, dispuesto a patearlo para que cayera al piso y se largara. Entonces el rubio murmuró la respuesta a su última pregunta:



—Asperger.



Y así se ganó que KyuHyun lo dejara en su sofá.



*



DongHae vio como ChanYeol salió hecho una furia de la casa de KyungSoo; había estado esperando alrededor de media hora para que el agente saliera y así él pudiera abordar a su mayor.



—¡KyungSoo! —Llamó mientras abría la puerta.



Tenía una llave que estaba autorizado a utilizar siempre que quisiera, y así lo hizo este día pues supuso, el pelirrojo no estaría de humor para abrir.



—¡KyungSoo!

—¡Aquí estoy! —El médico salió de la cocina, cuchillo en mano. DongHae se quedó quieto en su lugar, con una ligera sonrisa tirando de sus labios.

—¿Saldrás a matar a alguien? —KyungSoo bufó y regresó sobre sus pasos para guardar el arma.

—Le juré a Yeol que si regresaba iba a acuchillarlo, pensé que eras él.

—No... Y tampoco me mandó por si eso es lo que ibas a preguntar. Hace rato que estoy afuera, esperando que se marchara.

—Bien.



KyungSoo caminó hasta DongHae y lo abrazó fuertemente; enseguida comenzó a llorar. El castaño arrastró a su mayor hasta su habitación e intentó acomodarlo en la cama, pero como era de esperarse, KyungSoo estaba aferrado a su cuello y simplemente no tenía intención de dejarlo ir.



—KyungSoo…

—Sé que lo odias —el pelirrojo murmuró— pero por favor, lo necesito.



DongHae suspiró y se frotó el puente de la nariz, resignado a que KyungSoo continuara con su apretujado abrazo que lo estaba asfixiando. Después de todo, era verdad que lo necesitaba.



La persona con la que Jessica había chocado se llamaba LuHan, y era el amigo más cercano que KyungSoo alguna vez en la vida tuvo. Habían asistido a la misma universidad y más tarde, compartido un montón de momentos juntos mientras trabajaban hombro con hombro. Ambos estaban metidos en la medicina judicial, pero LuHan era especialista en la genética.



—A ChanYeol lo que más le importó fue que las pocas pistas se perdieron por completo en el accidente.

—Sabes que LuHan siempre le desagradó.

—Aun así…



En el último asesinato perpetrado por Miss Murder, KyungSoo había logrado encontrar un cabello rubio pegado en el suéter del finado, algo que había llamado su atención es que el hombre en cuestión era pelinegro. KyungSoo se lo contó a LuHan y el joven no dudo en ofrecerse a investigarlos él mismo, por eso que pasara por la comandancia en la noche y no muy lejos chocara con Jessica.



—No entiendo que mierda hacía esa estúpida por allí.



KyungSoo había sido el desafortunado en encontrar ambos coches volcados cuando iba rumbo a su casa, y no dudó ni un instante en correr colina abajo, causándose un sinfín de magulladuras y raspones —debido a las plantas— con tal de llegar.



DongHae no contestó, en su lugar se limitó a palmear suavemente la espalda del pelirrojo.



*

6 semanas después



KyuHyun acomodó la pistola cuidadosamente tras la pretina de su pantalón de vestir, abotonó los puños de su camisa y comprobó que su corbata roja estuviera en su lugar; se miró en el espejo y le dirigió una sonrisa socarrona a su reflejo.



Esta noche se iba a divertir.



YoonA ya lo esperaba al pie de las escaleras con su saco, prenda que ella misma acomodó sobre el cuerpo de su amigo y jefe: al mismo tiempo le extendió la máscara que utilizaría esa noche. KyuHyun le agradeció y se colocó aquel tenebroso artículo que había comprado por internet, modelándole a la castaña un poco.



—¡Te ves tan jodidamente sexy! —Ella exclamó, maravillada.

—¿Cómo un demonio al que le venderías tu alma?

—Definitivamente.



El pelinegro sonrió ante el cumplido.



Se había animado a pedir aquella máscara hace algunos meses porque, mientras merodeaba por la Deep Web en busca de algún proveedor de armas, encontró el portal español casualmente; la leyenda al pie de la fotografía rezaba que el artículo era único y, aunque en esa página se ofrecían máscaras más aterradoras, ninguna tenía ese «algo» de estilo que esta sí. Además, allí mismo también se explicaba que la máscara hacía alusión al Dios del Sol.



«Dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios». YoonA no había podido estar más de acuerdo con él ahora que se la veía puesta.



La máscara carecía de adornos excesivos. En realidad era una simple careta color plata que cubría desde la frente de su usante hasta la nariz; la parte izquierda mantenía el mismo tamaño también. La diferencia estaba en el lado derecho, donde un pico ocultaba por completo la extensión de la mejilla. De la parte superior sobresalían cuatro ondas, asemejándose a las llamas que rodean al sol. El contorno de ambos ojos estaba delineado con detalles en color rojo y tres picos agachados del mismo tono fueron agregados sobre la frente; dos de ellos eran tan grandes que asemejaban cuernos.



—Consígueme algunas perlas —sugirió la castaña cuando el pelinegro se quitó la máscara.



KyuHyun le dio un beso en la frente y asintió.



—Buscaré algo así.



Con una sonrisa en los labios, el Rey abandonó su mansión y se montó en su auto, teniendo como destino el distrito de Jung-gu.



*



El Gran Almacén Lotte de Seúl había permanecido cerrado todo el día y para nadie representó una sorpresa; exactamente, desde hacía tres meses que la dueña: Lee SoRa, había hecho público por todos los medios de comunicación existentes que se casaría este día.



Puesto que SoRa no era para nada una persona religiosa, tal evento en una iglesia le parecía demasiado irrelevante y aburrido; a su marido le daba igual, pero ya que ella mantenía una reputación libertina que cuidar, tuvo la maravillosa idea de celebrar una fiesta de máscaras donde anunciaría ante toda la crema y nata de la sociedad de su nueva vida.



La boda civil había tenido lugar por la tarde, donde solo familiares y amigos íntimos asistieron; pero ahora que la noche había caído, el lujoso centro comercial comenzaba a llenarse de cientos de personas, —la mayoría desconocidos por la misma novia—.



SoRa gozaba siendo el centro de atención, así que su lista de invitados fue sacada del tablón que las revistas sociales actualizaban cada principio de año, donde se anunciaban a «Las 100 personas más influyentes del país», «Los 100 hombres más atractivos del país», «Las 100 mujeres más hermosas del país» o «Las 100 personas más ricas del país». No importaba quién eras o a qué te dedicabas, si tu nombre aparecía en alguno de esos rankings debías dar por hecho que en tu correo electrónico tenías la invitación cortesía de algún trabajador de SoRa.



Ese había sido el caso de KyuHyun, ya que el hombre en su vida había cruzado palabra con aquella «loca pedante», como comenzó a llamarle luego de recibir la invitación e investigar quién era Lee SoRa. Descubrió que gran parte de su riqueza era herencia de sus padres, aunque era reconocida por su gran visión en los negocios, por ello que ahora tuviera tanto dinero repartido en bancos y demás Almacenes Lotte distribuidos por toda Asia; ella había cuadruplicado su fortuna en más o menos diez años. También tenía un hermano menor: Lee HyukJae, y ese hombre era exactamente la razón por la que el pelinegro había decidido asistir a la patética fiesta.



Cho KyuHyun llegó al Lotte cuando la celebración recién empezaba. El valet parking lo saludó con respeto en cuanto detuvo su auto y le pidió sus llaves para poder estacionar el auto; KyuHyun se las entregó inmediatamente y se adentró en la escandalosa fiesta una vez el código bidimensional que anexaron a su invitación fue escaneado.



Todas las tiendas del almacén habían sido cubiertas con gruesas cortinas negras, dejando vacíos los pasillos y especialmente la plaza baja donde normalmente se exhibían las ofertas. Los invitados se movía de un lado para otro, al parecer ninguno se quedaba tranquilo. El ambiente era amenizado por una banda de jóvenes vestidos con estrafalarios colores y máscaras fosforescentes; al momento en que KyuHyun ingresó, se encontraban tocando alguna canción pop de moda que no lograba identificar. Echó una mirada rápida a la decoración, deteniéndose de más cada que observaba los delicados rubíes rojos que estaban incrustados en los candelabros; en la fuente que estaba a mitad del almacén, también se apreciaba un collar de genuinas perlas adornando el cuello de la sirena que tiraba agua mediante sus pechos; inconscientemente sonrió y flexionó los dedos antes de colocarse la máscara.

Deambuló un rato más, comiendo todos los aperitivos que le ofrecían y vaciando todas las copas que llegaban a sus manos, eso hasta que comenzó a sentirse observado… entonces redujo poco a poco su marcha y se centró en la búsqueda de aquella persona que lo veía.



Su sorpresa fue grande cuando la encontró.



DongHae ni siquiera se molestó en ocultarse, y tampoco era una misión imposible reconocerlo. Estaba completamente vestido de negro y usaba un simple antifaz del mismo tono. Para nada impresionante. KyuHyun fue hasta él, consciente de que el castaño sabía a quién había estado observando por 15 minutos, lo que ignoraba era el porqué, aunque estaba a nada de saberlo.



—¿Qué haces aquí?

—Buena noche —DongHae inclinó la cabeza ligeramente—, soy un invitado.

—Creo que eso es obvio, aunque por instantes olvido que alguien tan insignificante como tú tiene a padres poderosos para cuidarle la espalda.



El menor se mantuvo callado, ignorando olímpicamente el insulto lanzado por el ladrón; sus ojos seguían fijos en la pista de baile.



—¿Por qué cuando estaba allá me observabas y ahora que estoy a tu lado estás en otro mundo? Pensé que querías hablar conmigo, o que me miras porque te gusto.



KyuHyun tenía una amplia sonrisa en su rostro, y de repente DongHae podía sentir el aliento del pelinegro sobre su cuello, por ello volteó lentamente para encararlo y se alejó.



—Yo no lo estaba mirando a usted. —KyuHyun frunció el ceño ante la respuesta.

—Claro que lo hacías.

—No. —DongHae centró otra vez su mirada en la pista de baile, pero desafortunadamente su objetivo ya no estaba. Maldijo internamente—; con su permiso, tengo que retirarme —y se marchó sin que KyuHyun pudiera hacer algo más.



*



Jessica había estado esperando por una oportunidad, así que en cuanto vio a KyuHyun molestando a DongHae, no dudó ni un segundo en escabullirse lejos de la vista del castaño y por fin deshacerse de su molesto cuidado.

Era consciente de que su salud no era la mejor, y de que su pierna todavía estaba delicada; pero ella amaba este tipo de distracciones, más cuando su corazón estaba de «luto».



En el último asesinato de Miss Murder, la víctima había resultado ser alguien que conoció bastante bien. Su ex novio: Kwon YeolMin. El chico en cuestión era realmente el culpable de su radical cambio de actitud, también de que saliera huyendo de Estados Unidos y llegara a Seúl para refugiarse con su padre, aun así, en el fondo de su corazón se apenaba por el asesinato. Después de todo, una no olvida así como así a un amor de diez años.



Y tampoco olvida un sinfín de infidelidades.



Jessica tuvo que permanecer escondida un buen rato, cuidándose de no ser atrapada nuevamente por el estúpido castaño. Y lo había estado haciendo muy bien, pues por más que levantaba la cabeza por sobre la multitud, no lograba encontrar a su cuidador.



—Sabía que te conocía. —Jessica dejó escapar un pequeño grito cuando su brazo derecho fue halado hacía abajo, dejando su rostro al descubierto.

—¿Qué quieres, ladrón?



KyuHyun le sonrió espléndidamente y le regaló una inclinación de noventa grados, tardando más tiempo del debido. Jessica bufó y cubrió lo mejor que pudo la abertura del vestido que dejaba al descubierto toda la extensión de su pierna izquierda cuando se percató de las intenciones del pelinegro.



—Luces tan tentadora esta noche. —La rubia rodó los ojos y volvió a subir el brazo para cubrir su rostro con la máscara dorada.

—Pregunté ¿qué quieres, ladrón? —KyuHyun río.

—Decirte que DongHae se ha ido, porque de él te estabas escondiendo, ¿no?



Jessica mordisqueó sus labios varias veces, después sonrió.



—No sé de qué hablas.

—Ese vestido rojo tan llamativo que tienes no es la mejor elección cuando tratas de pasar desapercibida.

—¡No estoy pasando desapercibida! —Su grito hizo que la mayoría de las personas que los rodeaban, voltearan a verlos.

—Acabo de notarlo. —Jessica se sonrojó y pidió disculpas a los demás asistentes cercanos.

—Fue culpa de mi padre —susurró—, cuando se enteró de que Lǐ Xiàn estaba entre los invitados, tuvo la «brillante» idea de decirle al idiota de DongHae que mantuviera un ojo sobre mí.

—¿Lǐ Xiàn? —La rubia le regaló una mirada confusa.

—Lee SeoAn… —Citó el nombre en coreano, esperando que KyuHyun lo atrapara.



Pero no sucedió.



—Es la madre de DongHae.

—¡Oh!

—Ya que ella y su marido están en China, cada que son invitados a algún evento de este tipo, es DongHae quien asiste en su representación.

—¿A qué se dedican los Lee?



Jessica lo miró de arriba abajo, con sus ávidos ojos claros llenos de burla y superioridad.



—No soy tu fuente de información, ¿sabes? —se quejó—. Si quieres saber sobre el idiota, pregúntale a alguien más.



KyuHyun no detuvo a la rubia cuando esta se marchó de su lado.



*



El pelinegro  tuvo que esperar alrededor de media hora más para que el objeto de su deseo hiciera acto de presencia en el lugar. Sin embargo, ver que el aclamado joyero venia tan bien acompañado no formaba parte de su plan…



Lee HyukJae hizo que la fiesta se detuviera en cuanto pisó el Lotte; su exquisita apariencia refinada resaltaba entre la multitud. El cabello rubio platinado y su piel, blanca y suave como la nieve, quitaba el aliento, ¡ni qué decir de sus apetitosos labios! Aquellas regordetas líneas de piel rojizas y apetecibles, todo él era una tentación de hombre andante; muchas de las presentes venderían su alma por estar una sola noche retozando con él. El rubio tenía fama de mujeriego, pero podía hacer lo que quisiera porque era bueno en la cama y tenía mucho dinero.



Y KyuHyun quería un poco de ese dinero.



Pero la fémina que venía con él… 



Era un enigma que tampoco pasó desapercibido: alta y de abundante cabello negro como el azabache que tenía atado en una coleta alta, su figura no era voluminosa, sino más bien delgada y estilizada. Acicalada con un bonito vestido gris de caída suave y que se ajustaba perfectamente a su figura, con encajes que le cubrían los hombros y espalda. Ella, a diferencia de HyukJae quien venía sin máscara, portaba una exquisita obra de arte en color perla con detalles de remolinos plateados que ocultaba completamente su rostro; solo sus ojos, brillantes como esmeraldas, asomaban detrás de la máscara. Toda ella emanaba misterio y sensualidad.



KyuHyun también la quería.



Sonrió de medio lado y rozó con las yemas de los dedos la culata de su pistola, asegurándose de que seguía en su lugar, presta para ser utilizada si así se requería. Una vez comprobada, se escabulló entre los demás invitados de la fiesta, esperando su momento para atacar: esta noche el joyero iba a perder sus joyas y a su mujer.



*



HyukJae bailó mucho tiempo con su acompañante, no dejaba que escapara de su lado ni por un segundo. Podría pensarse que la cuidaba como si fuera un gran tesoro que iba a desaparecer de su lado, que alguien la podría robar… él no estaba muy equivocado realmente.



KyuHyun se había escondido bien, charlando de vez en cuando con mujeres y hombres para no verse sospechoso; sin embargo las conversaciones eran vagas, simples cruces de frases superficiales. Hasta el coqueteo con algunas señoras había sido seco y poco interesante.



Es que sus ojos no se apartaban de la extraña.



Entre más la veía, más la deseaba. Y se convencía cada asfixiante segundo de que la iba a tener.



La llegada de HyukJae y la pelinegra lo hizo olvidar por completo que no estaba cien por ciento seguro de que DongHae hubiera abandonado la fiesta, tal como le había dicho a Jessica. Y hablando de la rubia, ella tampoco había vuelto a aparecer frente a él. Daba igual. Esos dos ahora eran irrelevantes.



HyukJae por fin se separó de su acompañante cuando SoRa —su hermana— lo obligó a seguirla a quien sabe dónde. KyuHyun se movió rápido entonces, listo para comenzar con la cacería.



Pero ella lo sorprendió cuando se puso de pie y lo miró largo rato.



KyuHyun se quedó sin aliento y apartó la mirada inmediatamente. No entendió por qué, pero aquellos ojos verdes lo absorbieron con violencia, creándole un hueco en el estómago y escalofríos en la espalda baja.



Asustado. KyuHyun estaba asustado y lo reconocía.



*



Tuvo que tomar una gran cantidad de alcohol para deshacerse de la molesta sensación causada por la extraña y aun así no lo logró completamente. Sin embargo se conformó con el mareo ligero y la repentina felicidad que siempre lo embargaba cuando ya estaba ebrio.



Fue una muy mala idea.



Subió las escaleras de caracol del Lotte que llevaban al segundo piso, en busca de los baños… ¿en dónde estaban los malditos baños?



Allí no.



Miss Murder bajó corriendo los escalones con singular elegancia y se topó de frente con KyuHyun. La pelinegra agradeció estar usando una máscara.



—Tú… —KyuHyun la tomó del brazo—; ¿por qué estás corriendo?



Ella negó y luchó por liberarse. Lo logró pronto gracias a la mala condición de KyuHyun.



—Tercer piso —susurró. Su voz fue amortiguada por la máscara y apenas si se escuchó—: dentro de la joyería.


Miss Murder volvió a correr escaleras abajo.
















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