Hurt III {Soukoku}

By KyuNaFish - 7:30 p.m.





Dazai está sentado en su silla de ruedas, dando vueltas alrededor de la fuente que está en las áreas verdes de la clínica, su bata blanca ligera ondea con el viento, pero las mil vendas que cubren su cuerpo no lo dejan sentir del todo la fría brisa. Tararea demasiado alto una canción sin sentido, algo sobre un puente cayendo encima de la gente y una damisela hermosa de algún reino perdido huyendo. Su cabeza se mueve de izquierda a derecha muy suavemente, sus ojos están cerrados y se mantiene sonriendo.

Sus mejillas se conservan húmedas porque está llorando.

 —Siempre hace esto los viernes, parece ido pero no lo está. Basta con acercarse lento y hablarle suavemente para no asustarlo.

Chūya asiente no muy seguro y comienza a andar hacia Dazai bajo la atenta mirada de la enfermera.

—Esto… —Dice. Traga saliva y carraspea—, Da…
—¿Al fin te cansaste de sólo mirar? —Dazai detiene su canto y se acomoda para que su silla quede de frente a Chūya—; te ves tan pálido. El frío de Rusia debe ser el causante.
—¿Cómo estás, Dazai? —Chūya hace caso omiso del comentario y guarda las manos en los bolsillos de su chaqueta. Dazai lo mira con insistencia, Chūya no lo soporta y se concentra en el pasto que pisa.
—Bien, por supuesto. Amo tener crisis sentimentales que no puedo controlar. —Chūya se muerde el labio y esconde (si es posible) más sus manos—; si tan sólo me miraras, Chūya, te darías cuenta de que morir es lo único que ahora podría hacerme feliz.

Silencio.

La enfermera ya no está, o al menos Chūya ya no logra verla. El agua de la fuente a sus espaldas sigue cayendo y el viento no para de silbar, sin embargo, el ambiente se siente completamente diferente al de hace sólo unos minutos.

—No digas eso… —De pronto es difícil respirar y las palabras se vuelven susurros apenas audibles—, no digas… —Dazai chasquea la lengua y vuelve a moverse alrededor de la fuente.
—¿Es por todo lo que te hice, Chūya?, ¿es por nuestro pasado que, como ellos, tú también crees que no merezco el derecho a decidir morir feliz?
—¡No es así! —Chūya lo mira con horror y, al darse cuenta Dazai, comienza a reír exageradamente.
—¡Por fin me miras sin tu máscara! ¡Aleluya! ¿Te preocupas por mí? —Chūya no alcanza a decir nada—; ¡no lo hagas! Sigo siendo el mismo hijo de puta que te engañaba y si me lo preguntas, lo volvería a hacer. No me arrepiento de nada.

En medio de carcajadas histéricas, Dazai se aleja mientras continúa gritando que no se arrepiente de sus actos pasados. Chūya hace puño sus manos antes de dejarse caer sobre el pasto.

No debería ser así, pero quema, arde, hiere. Todavía duele.

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