Hurt I {Soukoku}

By KyuNaFish - 9:21 p.m.









Sakaguchi Ango se impacienta y aun creyendo que ese terco pelirrojo nunca volverá, hace caso de las palabras de Dazai y todos los días, por las mañanas, va a sentarse al aeropuerto por lo menos tres horas. Navega en internet un poco, trabaja también, de vez en cuando lee algún libro… Pero luego de cuatro meses haciendo lo mismo, pierde las esperanzas del anhelado regreso.

Anhelado, sí.

Porque a estas alturas ya no sólo se mueve por el capricho de su amigo, sino también por sus propias ganas de ver a aquel pequeño chico de ojos azules bajar de algún avión proveniente de Rusia para poder llevarlo por fin con Dazai.

—¿Sakaguchi? —Ango se quita los lentes inmediatamente y se frota los ojos, ¿está viendo bien?—, Sí eres Sakaguchi, ¿no? El amigo de Osamu. Kōyō me dijo…

Quizá Chūya es muy predecible, o tal vez es que Dazai lo conoce demasiado bien. Sea como sea, Ango asiente y sin responder a la pregunta, toma la muñeca del pelirrojo y comienza a arrastrarlo hacia el estacionamiento, donde está su auto.

—Oye. ¡Oye! —Chūya protesta y se jalonea un poco, pero no pone mayor resistencia.
—Lo siento, —murmura una vez ambos están en el carro—. Dazai está… está… debes verlo. —Chūya va sentado en el asiento trasero y tiene los brazos cruzados. Sus afilados ojos azules escrutan el rostro de Ango sin descanso.

A pesar de escuchar que Dazai, al parecer, tiene algo, no se inmuta ni un poco y eso hace que Ango titubee a la hora de arrancar. ¿De verdad va a ayudar en algo que Dazai vuelva a ver a Chūya? Si en estos momentos Chūya se ve más muerto que el castaño…

Luego de más de una hora en un incómodo y tenso silencio, Ango se detiene frente a lo que parece ser una clínica.

—¿Está enfermo? —Chūya por fin baja los brazos y mira por la ventana con algo de melancolía en los ojos. Ango decide no responder, porque parece que Chūya se hace a sí mismo aquella pregunta.

Una vez fuera del auto, Ango avanza dubitativo hacia recepción, caso contrario a Chūya que camina y mira muy seguro otra vez.
El lugar es pequeño pero para nada sencillo, todo está muy limpio y huele a cloro y antisépticos, sin embargo, la fina fragancia de algún aromatizante hace que ese olor no lastime tanto la nariz.

—Señor, —la enfermera saluda muy amable a Ango y él asiente con la cabeza.
—Viene conmigo, —aclara, refiriéndose a Chūya quien camina unos pasos atrás.
—De acuerdo, pero recuerde que en la habitación sólo puede estar uno a la vez.
—Sí, gracias. —Ango hace el atisbo de una reverencia y sus pasos pasan a ser largos y veloces. Chūya tiene que apresurarse para no perderlo de vista.

El tiempo que transcurre es muy corto, pronto están frente a una pequeña puerta metálica que tiene el número siete en el centro y debajo, una placa con el nombre de Dazai. Sakaguchi se detiene antes de abrir la puerta y voltea para mirar de reojo a Chūya:

—Tal vez yo… —Interrumpiendo, Chūya truena la lengua y empuja a Sakaguchi para hacerlo a un lado y así abrirse paso.
—Ah… ahora sí tardaste mucho más de lo que planeé. —La voz de Dazai suena melancólica.

Chūya cierra la puerta lentamente, pero no se aparta de ella.

—Así que, ¿manteniendo la distancia todavía?

Dazai está sentado en la camilla, sobre sus piernas descansan varias hojas sueltas y entre los dedos de su mano derecha permanece una pluma que le mancha los dedos.

—¿No tienes nada que decir? —Suspira—, ¿ni siquiera vas a saludarme? —Chūya permanece en silencio y en su sitio. Dazai deja escapar una risita—. ¿Acaso te comió la lengua la rata?
—No voy a quedarme. —Dazai sonríe.
—Lo sé, y yo tampoco.

Chūya se acerca por fin a la camilla y Dazai le extiende su mano, que al contacto no puede sentir la calidez de la piel ajena debido a las vendas que ahora lo cubren.


  • Share:

You Might Also Like

0 comentarios