Día 19: Inspiración en una canción

By KyuNaFish - 4:25 p.m.





Si pretendemos que nada pasa entre tú y yo,
estar fingiendo es culpa de los dos.

Dazai aprieta con fuerza los papeles contra su pecho y apresura el paso, pasando de largo a Chūya, que camina delante de él y acompañado de Tachihara; éste último lo mira con extrañeza porque no es normal ver al presidente de su clase así, como realmente interesado en su trabajo.

—¿Le pasa algo? —Chūya se encoge de hombros, restándole importancia al asunto.
—Es un niño mimado, estará en sus días…

Tachihara sonríe ante el comentario y retoma la charla que tenían antes, algo sobre quejarse por el nuevo menú de la cafetería a la que siempre van a comer en sus horas libres.

—¿Cómo pudieron cambiarlo? Ahora es casi mejor quedarse a comer en la escuela.
—O traer tu propio almuerzo. —Tachihara pone los ojos en blanco.
—¡Ya! No todos somos talentosos en la cocina como tú. —Chūya está por decir algo cuando Dazai vuelve a aparecer.

En silencio grito al miedo que se despida y entre el sol,
quiero el valor para que hoy te diga quién soy yo.

Ya no tiene las manos llenas de papeles, en su lugar sostiene un pequeño libro y está sonriente cuando los alcanza nuevamente.

—Buenos días. —Dice, a su corto saludo se le unen como canción de fondo las voces de Akutagawa y Atsushi, que se mantienen un paso atrás.

Tachihara les responde con entusiasmo y Chūya se limita a observarlos, o más específicamente, a mirar con insistencia a Dazai. Dazai por su parte, lo ignora y sigue andando.
Pronto sus siluetas se pierden en uno de los salones y Chūya aprieta los dientes, intentado que Tachihara no note su repentino cambio de humor.

—¿Alguna vez cederás a prepararme el almuerzo? —Chūya parpadea, tratando de volver a la conversación.
—No, mi comida es especial, no la preparo para cualquiera.

Inmediatamente, Tachihara empieza a quejarse sobre que si ser su mejor amigo, no lo hace por defecto el hombre más especial en su vida, luego la campana suena.

Si me detienes, te digo desde hoy que
aunque lo intentes, no lo decido yo.

Cuando Chūya saca su libro y busca la página que el profesor indica, una notita color rojo emerge y la atrapa apresuradamente, llamando la atención de su compañera de mesa.

—¿Un admirador secreto? —Chūya da un respingo y niega, casi horrorizado—; está bien, no es tan malo ¿sabes?
—¿No…? —Naomi sonríe ligeramente.
—¡Me sorprendería más si no lo tuvieras! Eres demasiado lindo.

Chūya va a responder algo, pero se calla cuando el profesor comienza a merodear demasiado cerca. Por el rabillo del ojo puede ver a Naomi concentrada en la lección, pero sonriente al mismo tiempo.
Lee la nota rápidamente y se siente un poco estúpido porque su corazón se acelera con algo tan nimio, también porque su compañera ahora parece saberlo todo y eso definitivamente no está en sus planes.

Habían acordado que las notas ocultas en sus cosas debían terminar, pero al final la decisión no fue unánime al parecer…

Entre tanta, tanta gente y apareciste al corazón
¿y qué hago yo?, se enamoró. No puedo decirle no.

—¡Estoy tan celoso de tu comida! —Atsushi frunce el ceño y los labios, intercalado la mirada entre su desabrido ramen y el hermoso bento que Dazai tiene delante—; no te estoy creyendo que lo prepares tú.

Dazai hace un gesto teatral con sus palillos, fingiendo indignación.

—¿Dudas de mis capacidades culinarias? —Pregunta, abriendo la boca de más y haciendo muecas exageradas para demostrar lo deliciosa que es su comida casera. Atsushi sólo resopla.
—Ryou, ¡dile algo! —Akutagawa se encoge de hombros, como si no le interesara en lo más mínimo el tema.

Pero al cabo de un rato y luego de haber tragado el bocado que estaba masticando, habla:

—Ciertamente es sospechoso. —Acerca sus palillos a la comida de Dazai y el castaño le da un manotazo inmediatamente—; a eso me refiero…
—¿Qué? —Dazai frunce el ceño antes de seguir comiendo.
—Cuando compramos comida afuera, dejas que robemos sin problemas, pero si alguien trata de tocar tu bento tú…
—¡Quieres arrancarle la mano! —Termina Atsushi, satisfecho por la colaboración de Akutagawa—. Además, tu bento es demasiado elaborado y tus actividades como presidente no te dejan tanto tiempo libre como para preparar algo así.
—Y mi nariz es sensible, no tengo que probarlo para saber que tiene un sabor excelente, Gin siempre me dice que cuando se cocina con amor la comida es excepcional y tú definitivamente no te amas.
—¡Eso! —Los ojos de Atsushi parecen brillar con fuego—, ¡Dazai debe tener una bonita novia que nos oculta y le prepara bentos! —Akutagawa se cruza de brazos y asiente vigorosamente en silencio.
—Ustedes chicos, están divagando demasiado el día de hoy.

Dazai guarda muy bien sus utensilios y se retira de la mesa sin parecer un poco afectado por las palabras de sus estúpidos menores.

No puedo más, no puedo callarme si yo te amo.
Para siempre así será.

Con el portafolio colgando de su mano izquierda, Dazai recorre los pasillos y salones ya vacíos, cerciorándose de que cada clase cumplió con la limpieza adecuadamente y no hay algo fuera de lugar, sin embargo, cerca de los casilleros del ala C, ve desde la distancia una mochila negra que reconoce a la perfección.

—¿Nakahara…? ¡Nakahara! —El grito de Dazai retumba demasiado fuerte debido a lo desierto del lugar, Chūya brinca y sin querer golpea con su cabeza la nariz de Tachihara y el chico siente como si su tabique nasal se rompiera—; ¿qué estás haciendo! —Suena como un reclamo más que como un regaño, y Tachihara no entiende porqué si siente así.

Dazai está preguntándole algo a Chūya, pero es a él a quien mira como si quisiera pegarle o algo peor. Pasa saliva y se frota la nariz, desviando su mirada hacia el suelo.

—No es de su incumbencia, presidente. —Tachihara ve el puño de Dazai apretar con más fuerza el asa de su portafolio y reza porque Chūya vea que él está temblando y no siga en su papel retador.
—Todo lo que pasa en estos pasillos está en mi jurisdicción, debo saber. —Su tono es amenazante y su cuerpo parece hacerse cada vez más grande, aun cuando eso es físicamente imposible.
—Uhm… —Tachihara carraspea—; mi nariz… debo irme… creo que… algo le pasó…

No espera que Chūya o Dazai le den su aprobación cuando arranca a correr en dirección a la salida, demasiado preocupado por su integridad como para cuestionarse acerca del porqué, desde hace un par de meses, es que el presidente parece asesinarlo con la mirada cada que lo ve con Chūya.

Y si tú me quisieras bajaría el cielo al suelo para ti.
Si tú me quisieras y me permitieras hacerte más feliz…

—Está siendo un pesado.
—Para ya. —La tensión en el cuerpo de Dazai desaparece una vez Tachihara se ha ido, entonces se agacha para recoger la mochila del suelo y extendérsela a su dueño.
—Gracias. —Chūya la acepta de buena manera y la cuelga de uno de sus hombros.

Luego ambos van en silencio hacia los casilleros y se colocan los zapatos para salir.

—¿Qué estabas haciendo? —Mientras caminan, el tono de Dazai disminuye hasta parecer tímido y de alguna forma, temeroso y herido. Chūya siente una punzada de culpa.
—Una compañera vio la nota que dejaste en mi libro y se lo contó a Tachihara.
—¿Por qué? —Chūya ríe irónicamente por la respuesta a eso.
—Creyó que era de él… que él y yo… Fue entonces que empezó a molestar con querer abrazarme para ahuyentar a quien realmente dejó las notas.

Dazai se carcajea inesperadamente y eso alivia en gran medida el corazón de Chūya.

—Ah… Entonces ni siquiera imagina que soy yo y el muy cobarde acaba de huir de mí. —Dazai hace una pausa y se detiene enfrente de Chūya—; déjame decírselo a él. A todos.

Y aunque tal vez tú pienses que es un poco arriesgado
quiero decirte que también, ¡yo estoy temblando!

—Dazai… —Dazai sacude la cabeza y atrae el cuerpo de Chūya para estrecharlo con fuerza entre sus brazos, sin darle oportunidad para hablar.
—Sé que tus notas no son las mejores, pero entras en la categoría de «buen estudiante» y nunca causas grandes alborotos que no sea capaz de ocultar. —Dazai siente cómo la risa de Chūya rebota contra su pecho y se ríe también—; y te quiero, Chūya, lo demás no debe importar.

Y tengo miedo que quizás todo sea en vano…
Al menos yo te pido que, ¡hay que intentarlo!

Chūya retrocede un poco cuando Dazai afloja el agarre.

El sol del atardecer pega directamente en el perfil de Dazai y hace que sus ojos castaños se vean claros, brillantes y dulces como la miel. Chūya se ríe solo por su propio pensamiento, porque sabe que está siendo demasiado cursi y aunque trata de evitarlo, no puede parar de pensar así.

—Eres jodidamente perfecto. Te odio.

Me estoy muriendo por tenerte aquí, para mí,
para vivir la vida para ti y llenar la mía…

—Hace unos minutos nos hablábamos formalmente y ahora estás maldiciendo delante de mí.
—Cállate.

Dazai ladea la cabeza y da un par de pasos para atrás, luego extiende los brazos hacia Chūya y le sonríe estúpidamente.

—No haré eso.
—¿Por favor?

Chūya mira para otro lado y se cruza de brazos, no obstante, unos segundos después corre hacia Dazai y se lanza en sus brazos. Dazai lo atrapa y le da vueltas.

—¡Dazai Osamu es el presidente de la escuela —grita entre risas—, también es el mejor promedio de la generación y es mi novio!

Dazai tira de la corbata floja del pelirrojo para acercarlo a sus labios y besarlo.

Ven a mí.

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