—Ryū, si tuvieras que compararme con un
animal, ¿cuál sería?
—Gato.
Atsushi frunció el ceño, ¿un gato?, ¿por
qué un gato? Akutagawa le había dicho infinidad de veces que amaba
especialmente a los perros, así que Atsushi ¡estaba esperando que lo comparara
con uno y no con el animal que es todo lo contrario!
—¿Por qué un gato? —Atsushi rodó sobre su
estómago y se colocó de una forma que le impedía a Akutagawa continuar con su
lectura—; los gatos son fastidiosos, siempre buscan (a base de berrinches) que
la gente haga lo que quieren, son muy ruidosos cuando tiene hambre y en
general, siempre incomodan a cualquiera que esté en su mira.
—No me digas… — Ryūnosuke se rio entre
dientes y pateó a Atsushi para que liberara su libro.
—¡Akutagawa, estoy hablando en serio!
—Yo también. —Atsushi frunció el ceño aún
más (si es que eso era posible) y se sentó sobre sus piernas, cruzando los
brazos a continuación.
—Ryū —gimoteó—, ¿por qué no me amas como
a los perros?
—Ah, parece que alguien está haciendo un
berrinche por allí…
Atsushi pataleó y continuó gruñendo al
menos por cinco minutos más.
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