Dazai
se pregunta constantemente qué piensa el ruso. Fyodor no es estúpido, debe
saber muy bien que Chūya no viaja a Yokohama sólo para ver a su hermana,
entonces, ¿por qué?
¿Por
qué no lo detiene?
¿Por
qué no lo acompaña?
¿Por
qué no hace nada?
—Porque
lo tiene seguro.
—¿Será?
—Con una sonrisa boba, Dazai gira su silla y le da la espalda a su escritorio
para poder saludar a su visita—: haz vuelto, Odasaku. —Sakunosuke niega y deja
su chaqueta sobre la silla sobrante.
—No
pensé volver para verte así…
Dazai
se pone de pie y le extiende los brazos; está delgado y pálido y a pesar de que
viste normal: pantalones casuales de color negro y una camisa blanca de manga
larga, las vendas todavía son visibles sobresaliendo de su cuello y muñecas.
Oda avanza hacia él y lo abraza fervientemente, asomándose sobre su hombro
logra ver lo que el castaño escribe, pero no se atreve a leer nada porque no
pretende soltarse a llorar entre los brazos de su mejor amigo.
—¿Fue
Ango quien te lo dijo? —Oda asiente—; ¡ah!, ese tonto, no debió molestarte con
trivialidades.
—¿Llamas
a tu condición trivial? —Dazai da un par de vueltas energéticamente, sacudiendo
la cabeza y ambos brazos.
—¡Por
supuesto! ¿No ves que estoy de maravilla? —Oda coloca su mano sobre la cabeza
de Dazai y lo despeina, como lo hacía en sus días de universidad.
El
gesto se siente un poco nostálgico y triste.
—Vine
aquí todo el camino molesto, pensando en qué decirte, pero ¿qué puedo decir que
no te hayan dicho ya?
—¿Que
sea feliz?
—¿Y
Chūya te hace feliz? Tu romance, su infidelidad, ¿esas cosas te hacen feliz?
Dazai
se ríe nervioso porque ya había olvidado el poder de su mayor.
—Estabas
muy concentrado escribiendo que no notaste cuando entré, te observé un buen
rato, tu rostro era un poema, lo decía todo…
—¿Lo
hacía?
—Los
cortes, las heridas… nunca nada va a doler tanto como saber que ahora está con Dostoyevsky.
—Siempre
odié que fueras un sabelotodo.
Dazai
se traga el nudo que se acaba de formar en su garganta y Oda se separa un poco
de él para palmearle la espalda. Lo despeina una vez más al tiempo que le
sonríe y lo anima a salir un rato al patio.
0 comentarios