Día 6: Alice in Wonderland

By KyuNaFish - 7:09 p.m.






Lo último que Dazai podía recordar con claridad era a él, siendo besado vorazmente por el extraño Nakahara Chūya en medio de una fiesta, mientras este le metía con la lengua unas pastillas y lo obligaba a tragar.

De acuerdo, quizás no fue totalmente obligado y más bien las tragó por gusto y porque la boca del pelirrojo era tan suave y caliente y deliciosa… Dazai sacudió la cabeza, santa mierda, ¡que no podía estar de acuerdo con haber besado a un hombre y haberlo disfrutado, para colmo!

Sin embargo, en estos momentos ese era el menor de sus problemas porque, justo ahora, se hallaba sentado sobre pasto verde brillante, vistiendo un estrambótico conjunto azul de niña y no estaba seguro de si se encontraba despierto o dormido, sólo sabía a conciencia que ¡maldito Nakahara, que droga de mierda le había metido?

Probablemente lo mejor sería quedarse allí, hasta que los efectos del narcótico pasaran, pero ¡oh!, ¡joder!, ¡por la mujer que lo parió! Dazai casi quiso llorar y patalear cuando lo vio…

—¿Alicia? —No. Dazai rodó los ojos y los cerró—. ¡Alicia! —Esto no estaba pasando. No—. ¡Alicia, por fin te encuentro! —Quiso aplicar el siempre útil «si no lo veo no es real», pero putas drogas, ahora mismo nada era real… Ni siquiera él. —¡Mi querida Alicia!

Soltó un gemido de desesperación y frustración cuando el Sombrerero Loco lo alcanzó y empezó a canturrear gimoteos en su oreja sobre lo mucho que lo había estado buscando. Sobre su indescriptible dolor por no encontrarlo rápido.

—Pero eso ahora ya no importa, mi querida Alicia, ¡por fin estamos juntos…! ¡Y solos! —Dazai se empujó sobre su trasero hacia atrás y negó, con sus grandes ojos impresionados viendo a Chūya con horror.

Estaba malinterpretando ese tinte raro en la ultima afirmación del pelirrojo, ¿verdad? ¡Verdad? Necesitaba que alguien le dijera que sí.

Este Nakahara Chūya extravagante, con su colorido traje rojo y parches negros, con su ridículo sombrero enorme… ¡por qué mierda seguía siendo hermoso? ¡por qué carajos mantenía en su mirada fría ese tinte lujurioso?

—¡Vamos a jugar! —Gritó y se tiró encima de Dazai, sonriendo como si fuera un niño inocente y pequeño.

Dazai se lo podría haber comprado, de no ser porque este pequeño Sombrero le estaba metiendo la mano debajo de la falda.

Reiterando. Drogas de mierda.

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