Día 8: Especulaciones y orígenes

By KyuNaFish - 4:47 p.m.






Cuando Mary nació, hacía mucho calor.

El verano en Londres no solía ser así, pero ese 30 de agosto parecía ser una excepción a la regla. O al menos, eso es lo que la madre de Mary siempre le dijo.
Mary creció sabiendo que era una chica especial, y eso no sólo se debía al clima el día de su nacimiento, o a que tenía una belleza digna de la realeza cuando más bien su familia a penas se mantenía en los peldaños de la aristocracia gracias al oficio y contactos de su padre. Mary era especial más bien por este don excepcional que descubrió un día frio y lluvioso.

Tenía cinco años y eran los primeros días de marzo, cuando el invierno estaba pronto a convertirse en primavera. Papá estaba limpiando la entrada principal de la poca nieve que quedaba mientras mamá preparaba la cena. Mary estaba aburrida porque ninguno de ellos le prestaba atención, y por eso fue por lo que se detuvo un momento a merodear en el cobertizo. Y allí fue donde sucedió: cuando vio un nido de pájaros volcado en la esquina húmeda de la izquierda, detrás de la cortadora de papá. Un pájaro grande piaba dolorosamente sobre un par de pájaros más pequeños y desnudos; Mary se acercó y el único animal consciente voló sobre su cabeza y escapó por un agujero en el techo.

A los pies de Mary estaba ahora sólo un nido lleno de pájaros muertos.

Los vio con tristeza y cierto horror, no quería tocarlos, sin embargo, aún contra ella misma, se vio agachándose hasta quedar de rodillas y tomó a los muertos en sus brazos, acunándolos con cariño.

Sin querer comenzó a llorar.

Las lágrimas pronto bañaron por completo sus mejillas y se escurrieron más abajo, mojando también su regazo y por ende, a los pájaros. ¿Cómo podía sucederle esto a alguien tan indefenso y frágil? Al principio Mary pensó que todo se debía a las inclemencias del clima: el frío extremo y quizás también la falta de comida, habían llevado a los pájaros a la muerte segura, pero, observándolos más de cerca, podía ver claramente que el nido estaba maltratado y los cadáveres no estaba del todo completos.

Un trozo de ala faltaba.

Una patita rota.

Una cuenca vacía.

¡Oh! Alguien los había asesinado… Probablemente otro pájaro más grande y hambriento. Un cuervo, tal vez.

No fue por conocimientos adquiridos, Mary era sólo una niña que apenas comenzaba a leer después de todo, pero esa noche, luego de la cena, se escabulló en su habitación con los cadáveres de los pájaros. Dibujó en su libreta —lo más detalladamente que pudo— al pájaro grande que parecía ser el padre o madre de ellos y se puso manos a la obra.

¿Por qué lo hacía?

Quizás era compasión, Mary nunca reflexionó en eso ni siquiera cuando creció, pero algo en su interior siempre le dijo que podía arreglarlo: la muerte. Que eso era algo a lo que no debía temerle porque podía controlarlo si quería.

Y Mary quiso.

Muchas veces.

Su primera vez fueron los pájaros.

Luego lo intentó con insectos, como las abejas y las hormigas.

Siguieron entonces animales domésticos; alguna pandilla de gatos o perros callejeros que tenían conflictos entre ellos. Que habían sido envenenados por algún carnicero o vecino cruel y harto.

Su don era también su secreto. Aprendió a la mala que era tan especial que el mundo no estaba listo para verla actuar.

Eso hasta que llegó este hombre ruso a su guarida y le sonrió a sus cualidades, la elogió con palabras que jamás creyó alguien le diría y le dio un propósito.

Darle vida a ese otro hombre.

Y Mary lo hizo porque cuando le contaron su historia y todo el dolor por el que en vida pasó, volvió a sentirse como la primera vez con los pájaros. La empatía y la calidez del mundo entonces se juntaron en sus manos de madre.

Las manos de la vida.

Habilidad especial: Frankenstein.







***
Usaré a este personaje alguna vez ><!

  • Share:

You Might Also Like

0 comentarios