«¿Qué
pasa si te digo que aún ahora te amo?»
Chūya
no sabe qué hacer, las manos le están sudando y da gracias por estar sentado,
de lo contrario, seguramente sus piernas no soportarían.
—Yo…
—Fyodor lo silencia elevando la mano.
—No
me mientas, se vuelve peor.
Los
ojos de Chūya amenazan con evidenciar aún más el dolor que siente. Inhala todo
el aire que sus pulmones le permiten y se traga con ello el nudo atorado en su
garganta.
—Lo
siento, pero todo esto —se señala a sí mismo y a la casa— fue un error desde el
principio. —Fyodor lo mira en silencio; una sonrisa ladeada adorna su rostro al
tiempo en que mordisquea su labio inferior—. Intenté quererte, lo juro, ¡pero
no pude! —Ante el silencio de Fyodor, Chūya camina dando zancadas hasta su
habitación, donde presuroso comienza a armar su maleta—; no me llevaré nada que
no sea mío.
Fyodor
comienza a reírse detrás de él y Chūya trata de ignorarlo.
No
puede.
—¿Qué
es tan gracioso? —Al darse la vuelta, Chūya nota por fin que Fyodor está
llorando. Se queda un par de segundos en shock porque la imagen es demasiado
increíble para ser cierta.
Se supone que tú eres fuerte.
Eres malo. Estás vacío. Tú no sientes. Se supone que eres como Dazai.
—No… tú simplemente… —Chūya no puede evitar
sentirse como un monstruo sin corazón— ¡no puedes! —Con un giro violento,
regresa a lo suyo. Las lágrimas están bañando su rostro también y ve borroso
pero no le importa.
Ya
nada importa.
Podría
darle más excusas a Fyodor, decir infinidad de cosas para justificar sus actos.
Parar con su histérico ataque e ir a limpiarle las lágrimas y luego abrazarlo.
Conformarse con la seguridad que le da saber que allí está a salvo y quedarse…
pero no.
Y
todo por un estúpido audio que Dazai mandó estando borracho. Aunado a su infaltable
patético masoquismo, por supuesto.
«¡Chūya!
Estaba recordando nuestros días de adolescencia. Cuando nos conocimos… las
bromas que te hacía, la vez que pateaste mi cara y rompiste mi nariz… ah… nimiedades,
ya sabes, esas pequeñas alegrías que uno suele recordar con anhelo cuando está
tan solo y triste. Pero Chūya, decidí llamarte por un recuerdo en específico y
dado que no respondiste, me vi obligado a enviar un audio antes de que pierda
el valor… ¿Recuerdas la vez que preguntaste si te amaba y yo te dije sonriendo
“prefiero no verte llorar?” Bueno, Chūya, creo que este es un gran momento para
que yo haga mi pregunta también: ¿qué pasa si te digo que sí, que en realidad
te amaba desde antes que tú a mí? ¿Qué pasa si te digo que aún ahora te amo? Porque
lo hago.
Chūya,
perdóname.»
Es
un rayo de luz apenas perceptible que lucha por vivir en una infinita
oscuridad, pero Chūya se aferra a él con las pocas fuerzas que le quedan. Años
esperó por escuchar esas palabras de boca de Dazai y anhela con fervor que el
castaño las repita, pero esta vez estando de frente y mirándose a los ojos.
Chūya
necesita la verdad de una vez por todas y, con un ticket de avión en la mano,
va a ir por ella.
0 comentarios