· Spring
Con
su maldito sombrero feo y el anticuado atuendo negro, Chūya
avanza con pasos cortos pero rápidos por la calle. Tachihara va corriendo
detrás de él, jadeando y suplicando silenciosamente porque su superior vaya más
lento. Llegan a un callejón y Chūya voltea de improviso; hace
unas señas con la mano, Tachihara murmura algo que hace a Chūya
reír y antes de que Dazai pueda volver a alcanzarlos, ambos pelirrojos han
desaparecido.
Dazai
bufa, sus predicciones no están funcionando por estos días.
Hace
exactamente una semana que empezó con esta locura. Chūya
estuvo —sabrá Dios dónde y haciendo qué— dos meses fuera de Yokohama con
Tachihara, y no es como que a Dazai le importe lo que el duende alcohólico y de
sombrero haga —y con quien lo haga—, pero los días estaban más que aburridos y
necesitaba divertirse un rato, ¿qué mejor diversión entonces que molestar a Chūya?
Sin embargo, para su mala suerte el pelirrojo no estaba y tenía que esperar…
¡Y
esperó!
Dios
sabe que lo hizo. Pero desde que Chūya puso un pie en el puerto,
Tachihara no lo deja a sol ni sombra: beben juntos, comen juntos, van a las
misiones juntos, compran cosas juntos y como si eso no fuera suficiente y ya bastante
inquietante, Tachihara se está quedando en el departamento de Chūya
también.
Reiterando,
no es como que a Dazai le importe eso, pero dadas las circunstancias de su
aburrimiento —y de que es totalmente obvio que Tachihara está experimentando
algún tipo de enamoramiento hacia Chūya y que sólo Chūya
y su estupidez podrían ignorar—, simplemente no puede ver cómo el enano infeliz
se la pasa coqueteando mientras él se ahoga en un mar de desesperanza y
monotonía, —ya ni la idea de suicidarse le provoca un poco, así de mal está—.
Se
escurre de su asiento y gruñe molesto cuando su cuerpo cae como muerto fuera de
la silla… ¡ah! Qué aburrido es hacer reportes…
—Deshazte
de esa mueca perturbadora. —Dazai frunce los labios ante el llamado de atención.
—Kunikida,
¡me aburro! —El rubio ni lo mira.
—¿Y
la expresión turbia es parte de ello?
—¡No
estoy haciendo ninguna mueca rara! —Inmediatamente repela. Kunikida suspira y
se retira un momento los lentes, sobándose el puente de la nariz antes de
volver a ponérselos.
—Vete
y mátate si quieres, pero no estés aquí con cara de maniaco depresivo. Le das
una pésima imagen a la agencia.
Con
la espalda encorvada y los ojos medio cerrados, Dazai se arrastra lejos de su
lugar para marcharse, derrotado:
—Y
Dazai —el castaño detiene sus movimientos a penas—, deja en paz a Nakahara y su
subordinado, los celos a tu edad son ridículos.
La
barbárica acusación se siente como un fuerte golpe en el estómago.
—¡No
estoy celoso! —Replica demasiado rápido.
—Ah,
¿no? —La voz de Ranpo interviene; se escucha amortiguada debido al periódico
sobre su cara—, ¿debería usar mi habilidad para corroborarlo?
Dazai
hace puños sus manos y aprieta los dientes. Se yergue completamente y con pasos
pesados abandona la habitación, ofendido.
Celoso
él… ¡por supuesto que no!
Todo
es culpa del calor de la primavera en realidad.
O
al menos eso es lo que a él le gusta creer.
0 comentarios