La luz del faro titilaba sobre sus cabezas, no era un adiós, pero si un «volveremos a vernos» muy doloroso, el más doloroso que hayan experimentado jamás.
—No llores... te ves tan feo cuando lo haces. —Se
burló el chiquillo de cabello rubio, acariciando con sus manos el rostro del
niño que tenía delante.
—Pero... ¿Es necesario que te vayas? —Replicó
esperanzado el pequeño castaño.
—Es muy necesario. ¿Ves a los hombres que están
allá? —Con su dedo señaló a cuatro individuos de vestimenta formal, recargados
en un auto negro, bastante grande y lujoso. El más pequeño asintió con la
cabeza—. Ellos serán mi nueva familia, pero no te agobies que a ti nunca te
olvidaré, siempre serás mi amigo... mi hermano, jamás lo olvides que yo te
encontraré estés donde estés, es una promesa.
La puerta del orfanato se abrió dejando ver a un hombre algo maduro, rechoncho y muy elegante, acompañado de Sung, la dueña de aquel lugar.
—Entonces esta hecho, —dijo la pequeña mujer que a la vez revisaba algunos papeles—, el niño es suyo, ya puede llevárselo.
Las palabras se regaron por todo el largo de la calle
a causa del aire, llevando así distintos sentimientos a cada uno de los
presentes. El hombre se encaminó hacia el rubio de sonrisa angelical y lo tomó
de la mano y se agachó lo más que pudo, hasta llegar a la altura del oído del
niño:
—Desde hoy, tú eres mi hijo. —Le susurró, lo tomó de la muñeca y lo hizo subir al auto, los otros hombres abordaron enseguida también.
El automóvil arrancó y el rubio como pudo se coló hasta
una de las ventanas abiertas:
—¡Nunca olvides mi promesa pequeño hermano! ¡Te amo
y te encontraré!
Gritó, y así como la anterior frase... el viento también se la llevó consigo. Sung tomó de la mano a un lloroso castaño y lo condujo dentro de la casona... el aún tenía que volver.
***
Su rostro se contrajo
levemente a causa del ardiente licor que bajo por su seca garganta. La carrera
que había emprendido desde la casa de los
Coletti hasta donde se encontraba ahora, le cobraba factura. Una vez recuperado
el aliento, sus almendrados ojos se paseaban inquietos por todo el bar, ¿qué
buscaba? Con certeza no lo sabía, se suponía que su víctima se habría de
encontrar a esa hora y en ese lugar con el que minutos atrás, asesinó. Pero
nadie sospechoso aparecía.
—¿KyuHyun? —Una
voz y mano conocidas se hicieron presentes delante de él.
—¡LeeTeuk!
¿Puedo saber qué haces aquí? —Inquieto, se levantó de la silla y envolvió a su
mejor amigo en un abrazo por demás efusivo.
—Nada… vine por
un trago, pero es extraño verte por estos lares, ¿frecuentas este lugar?
KyuHyun se
tensó por unos instantes, no sabía si decirle la verdad o no al hombre que
tenía delante.
—Pase por aquí
cerca y tenía sed, en realidad encontrarnos en este lugar fue una mera
coincidencia.
—¡Pues que
agradable coincidencia! ¿Te quedaras? Podría invitarte un trago.
—No puedo,
estoy trabajando… tu sabes.
—Entiendo.
Ambos se
sonrieron y volvieron a darse un abrazo, acto seguido KyuHyun se retiró, aún tenía
que rendirle un informe detallado a HyukJae Galliano, el Don de su familia.
Por su lado, el
rubio de aura angelical se dirigió a la barra y tomó asiento:
—¿Lo de
siempre? —Le preguntó el radiante bartender.
—Lo de siempre.
—LeeTeuk sonrió y se encaminó hasta una pequeña puerta que era prácticamente
invisible ante los ojos de los demás clientes.
Al entrar, caminó
por un corredor estrecho en el que apenas y cabía una persona de complexión
regular. Sus manos comenzaron a sudar y el corazón a latir presuroso, le
carcomían los nervios al no saber qué nueva misión se le iba a asignar. Llegó
por fin al final del pasadizo y tocó; uno… dos… por fin la puerta se abrió
dando paso al rostro de su padre, que para nada se veía feliz.
—Don… —Fue lo
único que pudo articular, los labios le temblaban, no podía hablar con fluidez.
—¿Te das cuenta
de lo que pasó? —La voz de su padre se dejó escuchar: era gruesa, firme. —Tu
amigo… ¡le he perdonado la vida un sinfín de veces solo porque es tu amigo!
Pero YungSoo, esta vez se atrevió a matar a KangIn, mi mano derecha, ¿cómo
remplazarlo a él?
LeeTeuk se
limitó a bajar la mirada, no podía ni quería ver a los ojos a su padre, no estaba
dispuesto a escuchar aquello que tanto temía pero seguro se le encomendaría.
—El niño ya no
puede seguir vivo y lo sabes, YungSoo… —Hizo una pausa y encendió un cigarrillo—.
No creo que tenga que decirlo, pero lo haré solo para seguir el protocolo.
Deshazte de KyuHyun, tienes una semana, si no lo haces en ese plazo igual
mandaré a alguien en tu lugar pero a ti te encerraré, no me hagas desconfiar de
ti que eres mi hijo. Ahora retírate y no vuelvas hasta que hayas cumplido con
tu misión.
***
KyuHyun salió
de aquella puerta blanca con una sonrisa enorme surcando su rostro, con una
felicitación de parte de su jefe máximo y una cuantiosa cantidad de billetes en
la mano.
—Así que el
pequeño lo logró… —Una voz burlona y aplausos bajos y fingidos retumbaron a sus
espaldas.
—¿Qué es lo que
quieres, KiBum?
—Nada, solo
pasaba por aquí y me llamó la atención tu rostro… luces… vaya, ¿cómo
decirlo?... Más idiota de lo normal.
KyuHyun hizo
caso omiso a las palabras de su compañero y siguió con su camino, estaba
demasiado contento como para arruinar su momento con las burlas de ese
malcriado envidioso, además, tenía una cita pendiente.
Caminó a paso
lento por la gran mansión, revisó a detalle las pinturas con rostros de sus
antiguos camaradas, algunos conocidos, otros tantos no; siguió así hasta llegar
a la última habitación del piso superior. Se detuvo ante la majestuosa puerta
caoba tallada en una de las más finas maderas y tocó. La estructura fue abierta
inmediatamente por una mujer delgada y alta que le permitió pasar, después ella
se marchó.
—¡Kyu! Por fin
has venido.
Un joven
delgado y de estatura inferior a la suya saltó a sus brazos en la más grande
emoción. Le lleno de pequeños besos mariposa todo el rostro, para después
invitarlo a recostarse en la cama con él y bombardearlo de preguntas:
—¿Cómo te
fue?... ¿Lograste hacer feliz a mi padre?... ¿No te lastimaste?... ¿Fue
fácil?... ¿Cuánto te pagaron?... ¿Hoy te quedaras mucho tiempo conmigo? Papá no
me deja salir y menos si se entera que es contigo. —Luego de un rato por fin se
dignó a callar y miró con sus enormes y brillantes ojos el rostro de su amante.
KyuHyun respiró hondo para comenzar a contestar y no quedarse sin aire en el
intento.
—¡Magnifico!...
Deberías ir a verlo, te darás cuenta de que le hice el día, que digo el día,
¡el mes!... Ni cuenta se dieron, no tuvieron tiempo de contraatacar… Una de las
misiones más fáciles que he tenido, KangIn estaba solo… Eso no se pregunta,
pero tu padre fue algo dadivoso conmigo… ¡Me quedare hasta que tu decidas
correrme! Así que esa respuesta está en tus manos, JinKi mío.
El más pequeño
de los dos sonrió animado ante las respuestas, ¡estaba feliz! Sin dudarlo se
abalanzó sobre su mayor y comenzó a besarlo con infinita calma y pasión. Sus
delicados dedos comenzaron a jugar con el cuerpo ajeno. No pasaría mucho tiempo
antes de que llegaran a más… sin embargo, algo se atravesó en sus planes, una
llamada que recibió KyuHyun, haciendo que saliera como alma que lleva el diablo
de allí.
***
Silencio total…
el único sonido audible era el mecánico tic-tac del reloj. Cada uno de ellos
sentado en su respectivo lugar, viéndose de frente, con solo una mesa
separándolos.
—¿Un Coletti…?
¿Estas bromeando?
KyuHyun fue el
primero en romper el silencio, miro a su amigo con frialdad, desconcertado con
sus anteriores palabras.
—En verdad te
digo que no miento… ¿Recuerdas la época del orfanato? —LeeTeuk se acomodó en su
asiento, mostraba un aire tranquilo.
—¿Qué tiene eso
que ver ahora?
—El hombre que
me adoptó, mi padre… es el jefe de los Coletti. —Los ojos del más alto se
abrieron desmesuradamente.
—¿Entonces que
mierda hacías intentando pertenecer a los Galliano? ¡A mi familia!
—¿Qué no es
obvio Kyuhyun? Lo mismo que pretendía hacer el pequeño Taemin antes de que lo
mataran… infiltrarse.
El silencio
volvió a reinar por unos minutos, KyuHyun tenía la vista perdida en el suelo,
LeeTeuk por su parte, contemplaba a su amigo.
—¿Me
traicionaste?
—No…
—¿¡Cómo que
no!? Yo te ayude a entrar, te recomendé, te di información, te lo di todo solo
para que pudieras trabajar a mi lado, ¿así me pagas?
—KangIn… el… él
era como mi hermano ¿sabes? Lo quería tanto como a ti.
—Tú…
—Yo, si KyuHyun,
yo. Era yo a quien buscabas en aquel bar… En este justo momento puedes matarme,
no estoy armado y tú me tratas de traidor. Quítame la vida porque tengo órdenes
de hacerlo yo contigo si me dejas vivir.
—Si esas
órdenes tienes, ¿por qué te delataste y no me asesinaste?
—Por la misma
razón por la que tú no me matas en este instante teniéndome a tu merced… no
puedo, no después de tantos años estando juntos.
—¿Entonces, que
vamos a hacer?
—No lo sé… el
tiempo lo dirá. Aunque es seguro que alguno de los dos morirá dentro de esta
semana.
—¿Puedes
aceptarlo tan tranquilo?
—No tengo por
quien vivir… ¿tú lo tienes? Si es así entonces cuídate. —El rubio se reincorporó
de su silla y arregló su vestimenta—. La cacería comienza KyuHyun.
Depositó un
beso en la mejilla ajena y le sonrió, para salir después tan tranquilo como
siempre, con ese aire de infinita paz.
***
Las risas sonaban por todo el lugar,
múltiples infantes corrían en todas direcciones simulando explosiones y demás
efectos especiales con la boca. LeeTeuk se escondía detrás del gran sillón rojo
aterciopelado y con su dedo índice fingía sostener un arma. Apuntaba a todas
direcciones y buscaba, buscaba pero no encontraba.
—¡Hermano!... ¡Sálvame, por favor!
El rubio no podía confundirse, era
lo voz de su pequeño KyuHyun pidiendo auxilio, el sonido parecía venir de la
cocina… ¡el enemigo lo tenía de rehén! Corrió esquivando las balas enemigas,
mato a unos cuantos pequeños en su huida y, jadeante, con el corazón latiendo
al mil, llego al rescate de KyuHyun. Hirió a los guardias que lo tenían preso y
comenzó la huida para volver a su «cuartel», sin
embargo, sus planes se vieron frustrados cuando Kim YongWoon, se le atravesó en
el camino y le apuntó directo a la cabeza.
—Hasta aquí llegaste, YungSoo.
El rubio sabía que todo estaba
perdido, pero también sabía que si él moría, al menos debía salvar a su hermano.
Con la cabeza en alto y encarando a su agresor, LeeTeuk intentó derribarlo para
darle tiempo de huir a su hermano.
—¡Corre KyuHyun! ¡Corre!
Gritaba mientras forcejeaba con
YongWoon. KyuHyun no sabía qué hacer, no quería dejar que su hermano se
sacrificara por él, pero siendo sinceros, también era muy cobarde como para
intervenir. Pensando que LeeTeuk regresaría sano y salvo, emprendió la huida; pero
un grito fuerte que inundó toda la casa se hizo escuchar:
—¡Niños! Ya dejen los gritos y venga
a cenar.
Con una sonrisa en el rostro, Sung
separó a YungSoo de YongWoon. Incitándolos a que fueran a prepararse para la
cena, siendo los mayores de aquel orfanato, debían dar el ejemplo a sus
pequeños hermanos.
—¿Y esta vez a que estaban jugando?
—Cuestionó a Mei, quien era la más cercana a ella.
—¡Mafia! —Respondió la chiquilla
sonriente—. LeeTeuk era el bueno y YeSung el malo.
—¿Y porque siempre es YungSoo el
bueno?
—¡Solo hay que ver su rostro!
—Intervino KyuHyun. —Mi hermano es un ángel, no podría ser el malo nunca…
***
Había una
movilización por toda la calle, el cadáver ya frio de un hombre de descendencia
oriental yacía en el suelo. Las autoridades no lograban identificarlo. Cabello
rubio, tez blanca, ojos marrones y rasgados. Acribillado salvajemente por al
menos 20 balas. La terrible noticia dio la vuelta a la ciudad rápidamente, no
todos los días asesinan a una persona con tanta crueldad.
***
Adriano pasaba ambas manos
por su cabeza constantemente. Si no lloraba no era porque no estuviera triste,
al contario, por dentro sentía que estaba siendo destrozada hasta su más
insignificante célula. Su orgullo y coraje eran los que lo mantenía en pie.
Dictando órdenes para que se capturara al asesino de su hijo.
Zhou Mi reclutó a todos
los integrantes de la familia que se encontraban disponibles. Desde los más
altos rangos hasta los más inferiores fueron movilizados con la misma orden:
Quiero la cabeza del que haya asesinado a mi hijo delante
mío lo más pronto posible.
La madre de todos los
Coletti fue la encargada de recibir el cadáver y hacerse cargo del entierro. YungSoo
fue vestido con las mejores prendas que podían existir y sepultado dentro de la
mansión de su padre. El funeral estuvo lleno de gente reconocida y que lo
estimaba, a pesar de su profesión, YungSoo era muy amado dentro de la comunidad.
***
Mientras sus compañeros
celebraban la muerte del enemigo —al que «nunca pudieron conocer»— KyuHyun
lloraba por dentro. Tantas ganas que tenía de ir a darle el último adiós a su
mejor amigo, a su hermano, y no podía. La duda de quien lo había asesinado
también rodaba por su cabeza. Un Galliano no era opción pues nadie lo conocía,
todos creía que él era un chiquillo estúpido que los quería ayudar. Además de
que el rostro de LeeTeuk jamás fue pasado al aire por los noticiaros, supuso
que gracias al dinero que debió haber pagado Adriano.
—¿Kyu? —Una voz melosa, acompañada de una mano jugueteando delante de su
rostro lo llamaban a despertar.
—¿Qué pasa JinKi?
—Eso mismo me pregunto yo, ¿qué pasa? Hace ya unos días que te noto
ausente. Desde esa vez que saliste huyendo de mi con rumbo desconocido para ser
exactos.
—No pasa nada, estas imaginando cosas.
—… Como sea, el Don me ha mandado a buscarte, dice que no ha tenido
noticias de tu recomendado y eso es extraño.
El castaño se levantó apresurado de la cama. Acomodó su traje intentando
ocultar las huellas que delatarían sus «pocos minutos de descanso dentro del
trabajo» y se dispuso salir.
—¿Ni siquiera un beso de despedida me regalas? —Le reclamó su pareja
antes de que pudiera huir. Como respuesta, KyuHyun se inclinó para besar la
mejilla contraria—. No quiero —se quejó Onew—, lo grandioso de los besos es que
me los des porque te nace, no porque yo te lo pida.
—JinKi, no hagas berrinches por favor.
—No son berrinches, —repeló—. Simplemente exijo lo que como tu pareja
merezco: un poco de cariño y atención.
—Cuando termine de hablar con tu padre te llevare a algún lado, ¿de
acuerdo? —JinKi se cruzó de brazos y soltando un suspiro, negó con la cabeza—. ¿Por
qué no? ¿No acaso acabas de reclamar atención y cariño, y ahora te niegas a
recibirlo?
—Ya tengo un compromiso.
—¿Y qué cosa es tan importante?
—Key me ha invitado a dar una vuelta antes.
—¿KiBum?
—Ese mismo.
—Que te diviertas entonces.
KyuHyun salió de la habitación a paso rápido y azotando la puerta. Onew
se dio cuenta de que había logrado hacer rabiar a su novio. Se alegró por eso,
después de todo siempre fue su plan provocarle un poco de celos.
***
Caída la noche, con la luna llena justo en el punto más alto del cielo,
KyuHyun merodeaba las solitarias calles. Faltaba exactamente un día para que la
semana que le había dado LeeTeuk de vida, terminara. Sin embargo su amigo ya
estaba muerto y no sabía por culpa de quien.
Muchas ideas cruzaban por su cabeza, podría ir con los Coletti y ofrecer
sus servicios para ayudarlos a vengar la muerte de su amigo, pero esa era una
idea demasiado descabellada. También podría ser que en este mismo instante,
Adriano estuviera sospechando de él, cosa que no debería porque KyuHyun ya
había pensado en dar la vida por su amigo. Esas y mas ideas tenia metidas en la
cabeza, a causa de ello no podía dormir.
Caminó un largo rato sin rumbo fijo. Cuando reaccionó se dio cuenta de
que había llegado al lugar donde YungSoo perdió la vida.
—¿Sabias que los asesinos siempre regresan a la escena del crimen? —Un
hombre alto y delgado hizo acto de presencia frente a el, sacándolo de sus cavilaciones.
—¿Quién eres tú? —Cuestionó el castaño extrañado, intentando sacar su
arma, sin embargo, notó que se encontraba desarmado.
—Aquí las preguntas las hago yo, ¿qué es lo que haces aquí, Cho KyuHyun?
¿Acaso regresaste para revivir el «glorioso» momento en el que te deshiciste de
YungSoo?
—Si sabes mi nombre, debes saber que yo seria incapaz de hacer algo como
eso.
—El que tenga conocimiento de tu nombre, no quiere decir que te conozca.
Sé quien eres y que lugar ocupabas en la vida de YungSoo, lo que no sé, es qué quieres
y cual era el lugar que ocupaba él en la tuya.
Ambos individuos se quedaron un largo rato en silencio, compartiendo tan
solo una fría mirada.
—Mira KyuHyun, yo no estoy tras de tu cabeza. Para eso hay alguien mas
que te esta cazando desde hace un par de días, eso, creo que tú mejor que nadie
lo sabe, cosas como esas nunca son secreto. A mi lo único que me importa en
este momento, es encontrar al asesino de YungSoo y quiero que me ayudes, si es
que estas dispuesto claro esta.
—¿Estas demente? —Se mofó KyuHyun—. ¡Solo un loco como tu le pide ayuda
al enemigo!
—Si no mal sé, Cho KyuHyun es el enemigo de los Coletti... casi hermano
de YungSoo. Piénsalo bien niño, porque si quieres ayudarme estarás bajo mis órdenes,
alguien de mi rango no puede recibir órdenes de un simple sicario.
El pelirrojo dio media vuelta y regreso sobre sus pasos, una sonrisa surcaba
su fino rostro. Estaba completamente seguro de que KyuHyun lo iba a ayudar,
mientras tanto comenzaría la investigación por cuenta propia.
KyuHyun decidió regresar a la que podía llamar casa. Un cuarto bastante
modesto ubicado casi a las afueras de la ciudad. La mayoría de sus vecinos eran
profesionistas ya retirados de sus respectivos trabajos por causa de su
avanzada edad.
—Jovencito. —Lo llamo Gertrudis, la mujer que le rentaba el cuarto.
—¿Qué hace despierta a estas horas? —Preguntó KyuHyun.
—Hace no mucho una muchachita vino a buscarte. Tocaba tan fuerte e
insistente en tu puerta que me tuve que levantar a atenderla.
—¿Una mujer, dice?
—Sí, no me dio nombre ni algún dato, solo dejó este sobre. —La anciana
saco la arrugada mano de uno de sus bolsillos y le entrego una carta algo
maltratada—. Dijo que era muy importante, un asunto de vida o muerte y que tú
entenderías, ¿fue incorrecto que la recibiera?
—¡No! De hecho le agradezco mucho por tomarla en mi ausencia.
—No es nada jovencito... disculpa la indiscreción pero, ¿esa muchachita
es tu novia? Tenía los ojos iguales a los tuyos y era alta, blanca, rubia, muy
bonita.
—No doña Gertrudis, de hecho aun no se quién es.
—¡Oh bueno! Es una lastima porque ella es muy hermosa... Hijo, yo me voy
a dormir, pero antes, ¿te doy un consejo? —KyuHyun la observó unos cortos
segundos y asintió—. Intenta no salir tan tarde, —continúo la mujer—, los
delincuentes andan sueltos, y llámame loca si quieres, pero algo me dice que se
nos vienen tiempos difíciles.
Cho meditó por largo rato las palabras de su casera, tal vez y no estaba
para nada loca. Era muy posible que en efecto, se vinieran tiempos difíciles. KyuHyun
depositó el sobre sin abrir sobre su mesita de noche, no estaba seguro de
querer ver su contenido ahora mismo, esperaría al día siguiente para hacerlo.
***
El sonido de la alarma ya había sido callado muchas veces por su casi
inconsciente mano, ahora el ruido que lo fastidiaba eran unos toques en su
puerta.
—Joven JinKi... joven Jinki. —Le casi canturreaba con insistencia una de
las sirvientas de la casa.
—¡Que quieres! ¿¡Por qué mierda no me dejas dormir!? —Gritó fastidiado,
lanzando una de las almohadas contra la puerta.
—Disculpe que lo moleste, pero al parecer su padre se enteró de su
salida nocturna de ayer y quiere verlo. Con su permiso yo me retiro.
Onew abrió lo ojos e intentó no caerse a causa de la inesperada noticia.
Su padre lo cuidaba demasiado y por ello que lo tuviera prácticamente recluido
en su habitación. Con la cabeza a punto de estallarle, intentó despabilarse y
se encaminó al encuentro con su padre, que se suponía debía estar tomando el
desayuno.
Cuando llegó al jardín, logró ver a su progenitor acompañado de un chico
extremadamente blanco, con el cabello ondulado y dorado. Se preguntó
internamente quien rayos era ese niño que aparentaba tener su edad.
—Buenos días. —Saludó con la voz más normal que pudo lograr—, me
informaron que solicitó mi presencia, Don.
—Así es, JinKi, necesito hablar seriamente contigo. Pero primero quiero
que conozcas a uno de nuestros nuevos contactos en el extranjero, él es Henry
Lau, socio canadiense.
El nombrado se puso de pie y le ofreció la mano a Onew, muy sonriente se
presentó hablando un Italiano algo accidentado.
—Lo siento, pero mi especialidad es el inglés por obvias razones. —Se
disculpó el chico.
JinKi desayunó con su padre y el recién llegado, no le gustaba mucho
estar metido en los negocios familiares, pero era su obligación hacerlo.
***
Una semana había pasado ya, KyuHyun había regresado al lugar donde
YungSoo perdió la vida, sin embargo esta vez no llegó sin motivo, esta vez
venia buscando al extraño que le había pedido ayuda.
Sentado en la acera lo vio, jugueteaba con un puro que se deslizaba por
sus delgados dedos.
—Tardaste demasiado en volver. —Le dijo sonriente el pelirrojo.
—¿Ya habías venido antes?
—No, mi sexto sentido me decía que alguien tan indeciso como tu tardaría
al menos una semana en decidirse, es la primera vez que vengo. Dime, ¿vienes a
ayudarme?
—¿Qué no es obvio?
—Para ser mi menor eres muy maleducado.
—¡No tengo ni puta idea de quien eres! ¿Cómo rayos pretendes que sepa
que eres mi mayor?
—Aunque lo supieras te comportarías de la misma forma, y mi nombre no
importa. Solo dime Honey.
—¿Honey...? —KyuHyun se echó a reír estruendosamente—. Vaya, tu
seudónimo es bastante rudo.
—Tan rudo como ser la noviecita del hijo de tu jefe, ¿cierto?
KyuHyun estuvo a punto de encestarle un golpe, pero el pelirrojo lo
detuvo antes de que lo hiciera.
—Tranquilo chiquillo, eso es para que sepas que sé mucho de ti. Ahora,
necesito que me des la carta que te entregaron.
—¿Y tú de que carta me hablas?
—De la que una «mujer misteriosa» le dio a Gertrudis el otro día. No te
hagas el tonto conmigo. Enséñamela que ahora somos camaradas.
Desconfiado, KyuHyun terminó por entregársela. Honey la abrió y no era
más que una hoja ya desgastada que contenía una extraña leyenda armada con
letras recortadas de periódicos.
Solo yo puedo
hacerte feliz.
—Vaya, ¿tienes problemas con chicas… o chicos? —Se burló el más alto.
—Vete a la mierda. No tengo idea de quien mandó eso ni porque.
—Bueno, comencemos entonces, ¿sospechas de alguien?
—¿En serio vamos a hablar aquí, a mitad de la calle?
—No veo porque no, no hay nadie que nos interrumpa. Deja ya de ser tan
quejoso y responde. —KyuHyun bufó.
—No… no sé quién pudo haber sido. Nadie en todo el mundo sabía cómo era
él físicamente. Así que creo que su asesino debió ser alguien de su familia,
tal vez algún rival o alguien que le tuviera mucha envidia. Tú deberías saber
mejor esas cosas.
—¡Jamás! Todos los Coletti quedan descartados. Estoy seguro de que fue
un Galliano.
—¿Por qué habría de ser así? Tus sospechas no tienen fundamento, todos
ellos creen que se llama LeeTeuk y que no es más que un huérfano conocido mío.
De hecho ya me han preguntado por él y su repentina desaparición.
Honey guardo silencio y comenzó a fumar su puro. Se concentró en la
radiante luna llena que los cubría y cerró los ojos.
—… Dime KyuHyun, ¿cuántos enemigos tienes? ¿Son muchos?
—No podría contarlos con los dedos, soy un sicario. A veces hasta mi
propia familia es capaz de traicionarme.
—¿Y tu novio? ¿Qué hay de JinKi?
—Es un buen chico… Pero tengo duda sobre algo, ¿cómo es que sabes tanto
de mí? —Honey le sonrió a la nada.
—Soy un espía, mi trabajo es saberlo todo… de todos. —Confesó.
—¿Y porque me espías? ¿Por qué exactamente a mí?
—Porque eras el «hermano» de YungSoo, el niño intocable. Hace dos años,
cuando se armó toda la revuelta por el asesinato del pequeño Tae, estuve a nada
de darte el tiro de gracia, —Honey hizo una pausa y chasqueó la lengua,
imitando el sonido de una bala recién disparada—, pero YungSoo dirigió su arma a
mi cabeza, me dijo que si tiraba del gatillo estaba muerto. Créeme cuando te
digo que si alguien mato a YungSoo, ese alguien debe ser muy cercano a ti. Además,
esa carta posiblemente sea una pista. ¿Has pensado en la posibilidad de que
JinKi sea el asesino? Tal vez estaba celoso del tiempo que pasabas con YungSoo.
—Él sería incapaz de matar a alguien, en su vida ha salido siquiera de
casa sin permiso y a tan altas horas.
—Tranquilo KyuHyun, no te exaltes, fue solo una suposición, si no
sospechas de él está bien.
—JinKi sería incapaz, JinKi sería incapaz de matar a alguien que sabía
era muy importante para mí.
—Entonces háblame de tus enemigos, de aquellos que supieran de tu
cercana relación con YungSoo.
KyuHyun pensó por unos momentos, analizando que tan confiable era el tal
Honey. Hablaba con cuidado, no sabía que tanta información podría darle a un
desconocido como el que tenía a su lado. Luego de un rato en que el pelirrojo
terminó por fin con su puro, KyuHyun decidió hablar…
***
Ninguna actividad estaba detenida, todos y cada uno de los Coletti
seguían haciendo lo que se les tenia encomendado desde hace tiempo. Adriano por
su parte cada día sentía más dolor al saber que su hijo ya no estaba con él.
Cada desayuno, comida, e incluso las noches que solían pasar juntos en la
biblioteca, cuestionándose la existencia de la humanidad y del si existía un
Dios de verdad, cada mínimo detalle lo hacía flaquear.
Frente a sus enemigos y aliados seguía siendo ese hombre fuerte y
despiadado que siempre demostró ser. Hasta cuando estaba cerca de su esposa,
demostraba ser fuerte, le limpiaba las lágrimas y le regalaba palabras de
aliento, prometiéndole que todo estaría bien, que el dolor pasaría pronto, que
YungSoo ahora estaba en algún lugar mejor; pero la promesa que más reiteraba
conforme pasaban los días, era que sin duda alguna, vengaría la muerte de su
hijo.
—Nadie me ha traído al menos una pista de quien mató a YungSoo, ¿¡es que
acaso son todos unos incompetentes!? —Adriano cerró ambos puños y golpeó con
fuerza la mesa, provocando que su café y el de HeeChul cayeran al suelo.
—Don, debe de tranquilizarse, yo sigo moviendo a mis hombres y confió en
que al menos uno de ellos nos dará algo en lo que trabajar.
—¡Estoy harto, Hee! Lo único que quiero es la cabeza del asesino de mi
hijo… ni siquiera es algo que pida como favor, ¡gratificare cuantiosamente al
que lo haga!
—Tal vez si… —el pelinegro dudo en completar la frase.
—¿Tal vez sí que HeeChul? ¿Tal vez si les doy más dinero se moverán más
rápido? ¡Maldita sea, les doy el doble, el triple, lo que haga falta pero
muévanse!
Con Adriano exaltado y escupiendo pestes por doquier, HeeChul salió con
los ojos brillando de la oficina. Tenía al Don donde quería, le soltaría todo
el dinero que quisiera si encontraba al culpable y eso mismo haría.
Caminó hasta salir por completo de la casa Coletti y abordó su auto.
Allí saco su celular y marcó uno de sus números frecuentes.
—Haz las cosas más rápido.
Ordenó sin siquiera esperar respuesta y colgó. Kim HeeChul siempre estaba
un paso por delante de los demás.
***
Hacía días que JinKi era vigilado las 24 horas del día. Ni siquiera
había podido ver a KyuHyun, no habían cruzado palabra y la única persona con la
que tenía contacto directo —aparte de su padre y una sirvienta—, era Henry.
Este le sacaba plática y preguntaba cualquier cosa con tal de disminuir la
incomodidad que JinKi desprendía, lamentablemente no podía hacer mucho.
—¿Porque te tiene aquí encerrado tu padre? —JinKi lo miró por unos
momentos pero no contestó—. Está bien si no quieres contestarme… ya me
acostumbre a que no lo hagas cada que vengo, ¿pero sabes que dejarme hablando
solo es bastante grosero? La primera vez que te vi pensé que serias un chico
diferente a los que he conocido. En tus ojos había un brillo tan especial que
me dije a mí mismo, este chico parece
amigable, seguro con él será fácil tratar, ¡pero mira que si estaba
equivocado! Eres igual de engreído y malhumorado que todos los demás.
—No me juzgues…
—¡Oh!... por fin hablas.
—Lo hice solo para defenderme.
—¿Por qué estás tan molesto? ¿Te hice algo?
—No….
—¿Entonces?
JinKi volvió a cruzar miradas con Henry, sin embargo no contestó. Se
encogió de hombros y se levantó del sofá, marchó rumbo a su habitación y allí
se encerró. No sabía porque la presencia del recién llegado lo molestaba tanto.
Había algo en el simpático y adorable Henry Lau que no le gustaba. No eran
celos porque su padre lo tratara mejor que a él, no, eso ya había pasado muchas
veces antes, siempre que alguien destacaba. En un tiempo KyuHyun y su asombrosa
habilidad para asesinar a sangre fría también habían ganado un lugar importante
en los favores de su padre. Pasó lo mismo con KiBum y su habilidad como espía,
hasta el traidor de TaeMin tuvo su época de auge… entonces algo en el cerebro
de JinKi se disparó, como cuando enciendes la punta de una brecha que recorre
toda la extensión de esta y al final llega al explosivo haciendo boom. JinKi no soportaba a Henry porque
le recordaba a TaeMin; indefensos y amigables, sociables, bonitos. Lo único que
le faltaba a Henry era hacerse cercano a KyuHyun, entonces la bomba explotaría
y pasaría lo mismo que la última vez. JinKi se volvería loco, así como lo hizo cuando
estaba TaeMin. Aunque al principio solo haya convencido a sus camaradas con pruebas
falsas, al final acertó, Tae era un espía de los Coletti. Todo el tiempo tuvo
razón.
JinKi se rascó la cabeza y comenzó a dar un sinfín de vueltas alrededor
de su habitación, comenzaba a sentirse nervioso y a imaginar cosas.
***
Eran ya tres cartas que llegaban a la puerta de su casa, sin contar
claro, la que Gertrudis recibió la otra noche. Con aquella serian ya cuatro
«mensajes» que la extraña mujer iba a dejar.
Como ya se había hecho costumbre, la calle era su lugar de reunión.
KyuHyun y Honey variaban en cuanto a ubicaciones, pero siempre solían hablar a
mitad de alguna calle desierta. Su presencia contrastaba con aquellos lugares
de mala muerte: sucios y apestosos; ellos tan limpios y vestidos de trajes
hechos por los mejores diseñadores de la gran Italia, en definitiva, se
encontraban fuera de lugar.
—¿Y bien? —Preguntó KyuHyun—, dijiste que verme era urgente.
—Muy urgente. —Honey sacó de debajo de su gabardina un sobre amarillo y
se lo entregó al castaño. —Ábrelo—, ordenó.
KyuHyun hizo caso y lo abrió algo dubitativo.
—¿Fotos?
Ambos individuos tomaron asiento en la acera. KyuHyun revisó de una por
una las diez fotografías, detenidamente.
—¿La conoces?
—No… ¿Quién es ella?
—La mujer que te lleva los mensajes, he estado espiándola.
—¿Y sabes quién es? ¿Cómo se llama?
—Debo admitir que pensé que tú lo sabrías… hice hasta lo imposible por
dar con ella, pero es como si no existiera. Siempre que comienzo a seguirla
desaparece, sea quien sea es bastante escurridiza.
—Su rostro se me hace familiar pero no… no puedo recordar a ninguna
mujer con sus mismos rasgos y complexión.
—Bueno, al menos ahora sabemos cómo es… KyuHyun, ¿te das cuenta de que
no hemos avanzado en nada? El Don esta que no lo calienta ni el sol.
—No es mi culpa que no haya nada concreto.
—Yo sigo pensando que es alguien cercano a ti… ¡pero tú has descartado a
todos los prospectos!
El silencio se hizo presente entre ambos, no había a donde mirar, hoy no
había luna llena.
***
Hacía días que no se hablan, a lo mucho unos cuantos cruces de mirada.
JinKi ya no lo soportaba. Ya antes lo había hecho y esta vez su plan no podía
salir mal. Se escurrió sigiloso por los conductos de aire de la casa, atravesó
desde la sala de estar, hasta los baños y el mismísimo despacho de su padre. Se
detuvo un rato allí, y vio como Henry sostenía una taza de lo que parecía ser
chocolate y su padre se deleitaba con algo de vodka, no se esforzó en escuchar,
ya le pudría por dentro el hecho de que el niño cara de rata estuviera tan
cercano a su padre como para andar enterándose ahora del cariño que se
empezaban a tomar. Decidido siguió con su camino, directo a la casa de su novio.
—¡¿Qué haces aquí?! —Preguntó sorprendido KyuHyun cuando lo vio. JinKi
había invadido su pieza a mitad de la noche.
—¡Escape! Quería verte, necesitaba de ti.
—¿Cómo lograste hacer eso?
—Una vez KiBum me enseñó a hacerlo… —Mintió—, estuve practicando y hoy
por fin me decidí a poner en práctica sus consejos.
—¿Estás loco? Podrían descubrirte.
—¡A la mierda, KyuHyun! ¿Puedo saber que pasa contigo?
—No me hables así, JinKi, no me pasa nada. He estado bastante ocupado
con las órdenes de tu padre.
—¡Eso es mentira! —El pequeño JinKi arrancó a llorar y balbucear frases mal hechas—. ¡Me estas engañando! Ya
no me amas… ¿hay alguien más en mi lugar? ¡Te juro que si me entero de algo,
los voy a matar a ambos!
KyuHyun trató de calmar a su novio pero fue inútil, este salió de la
habitación tan rápido como había entrado. Corrió por las calles aledañas sin
importarle ya si alguien lo observaba, sin embargo una mano salió de uno de los
callejones arrastrándolo a la obscuridad.
—¿Por qué estas llorando, Onew?
El rubio de facciones bonitas y delicadas, secaba con sus finos dedos
las mejillas empapadas de JinKi.
—KiBum, ¿qué haces aquí a estas horas?
—Eso no es importante, mejor dime que te pasa, ¿quieres que te lleve a
otro lugar? ¿A ese donde fuimos la otra vez?
Onew asintió sin pensarlo dos veces, le gustaba KiBum, le gustaba y
mucho. No desaprovecharía la oportunidad para desquitarse de KyuHyun y su falta
de amor demostrada.
***
Un sobre amarillo, idéntico a los que Honey siempre utilizaba, se deslizó
por debajo de su puerta. No tenía remitente ni destinatario, pero era más que
obvio que lo había mandado su larguirucho camarada. Debía ser importante pues
apareció a mitad de la mañana. El contenido del sobre era un disco, ¿una
grabación tal vez? KyuHyun se apuró a reproducirlo. Metió el CD en una
grabadora vieja de la que era propietario, pero que con todo el polvo y sus
años, aun servía. Cerró todas las ventanas y puertas que amenazaran con dejar
salir algo de información al exterior, se colocó unos audífonos y se dedicó a
escuchar.
Conforme el audio avanzaba, y las voces confesaban, las manos de KyuHyun
perdían fuerza y de la mesa caían sin vida a sus costados. Su boca se abrió
formando una «o» y las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos.
Junto con el disco venia incluida, en el fondo del sobre, una notita que
tenía grabado un número telefónico, KyuHyun no dudo en llamar.
—¿¡De donde
sacaste eso!? —Gritó en cuanto escuchó al teléfono contrario
descolgar.
—Ayer estaba
merodeando por tu casa… creí que me ocultabas información. Lo vi todo, desde el
momento en que tu novio entró, hasta que salió y empezó a correr como loco por
las calles. Desapareció en uno de los callejones y decidí seguirlo… no fue
difícil encontrarlo pues no iba solo.
—¿Tu grabaste
esto?
—Si…
—¿En dónde
estás?
—Justo fuera
del motel donde ahora se hospedan.
—Voy para allá.
—No, KyuHyun
será mejor que no…
Y KyuHyun cortó la comunicación. Ni siquiera se molestó en cambiarse la
ropa, salió con lo que tenía puesto y alistó su arma. Atravesaba una mezcla de
emociones: estaba molesto y a la vez, ha punto de romper en llanto.
***
El fino líquido color carmesí bajaba lentamente; desde la frente pasaba
a acariciar sus ya blancas mejillas y desaparecían en las sabanas.
Honey permanecía en el umbral de la puerta, impactado. Su rígido cuerpo
no podía moverse, sus ojos estaban abiertos desmesuradamente.
—Los mataste… a ambos… —Susurró lleno de horror.
KyuHyun también estaba perplejo, intentando asimilar lo que acababa de
hacer. En un arrebato de celos y rabia, había atravesado con una de sus balas
la cabeza de JinKi; generándole la muerte inmediata, acto seguido, vacío todo
su cartucho en el cuerpo de Key.
—Las cosas no deberían ser así… —continuó hablando Honey—, tú no tenías
que haber matado a… Sera mejor que nos vayamos de aquí antes de que la policía
llegue.
Como pudo arrastro a KyuHyun. Quien a un permanecía en shock y repetía
sin parar: JinKi… JinKi… JinKi… Cuando
lograron salir de aquel lugar lo más inadvertidos posible, Honey le pegó una
bofetada a KyuHyun, pero este seguía sin reaccionar. Las lágrimas bajaban en
cantidades sobrehumanas y su delgado cuerpo no dejaba de tiritar. Entonces
Honey decidió llevarlo a su casa, no encontraba otro lugar en donde esconderlo.
***
HeeChul se paseaba por los pasillos de la gran mansión Colleti, esperaba
ansioso darle la gran noticia al Don.
Adriano no tardó en llegar, venía con un semblante duro y sombrío. Con
voz grave invitó a Hee, pasar a la biblioteca. Le ofreció asiento y le estiró
uno de sus mejores habanos.
—¿Por qué tan feliz Hee, acaso traes buenas noticias?
—¡Las mejores, Don! —Adriano lo miró y enarcó una ceja.
—Entonces habla, yo también quiero enterarme de eso que hablas.
El ahora rubio, abrió un maletín que traía consigo y de ahí saco un
sobre amarillo.
—Aquí esta, Don, lo que lo hará feliz.
Le extendió el sobre a Adriano y este lo tomó sin vacilar. Lo abrió con
calma y sacó un disco.
—Asegúrate de no hacerme perder el tiempo HeeChul.
—Le doy mi palabra de que no será así.
El Don se movió hacia la grabadora en que YungSoo solía reproducir sus
audiolibros y coloco el CD, presionó play y volvió a su lugar junto a HeeChul.
La grabación comenzó a correr.
—¿Estas bien?
—Sí, estoy
bien.
—JinKi, ¿puedo
saber porque escapaste de casa?
—Extrañaba a
KyuHyun… yo solo quería verlo. Pero él es un idiota, estoy seguro de que me
engaña con otro… u otra, ya no me quiere.
—¿Por qué dices
eso? ¿Te has enterado de algo?
—Pues, te voy a
decir un secreto. ¿Recuerdas a TaeMin?
—¿El pequeño
espía que nos mandaron los Coletti?
—¡Ese mismo!
Bueno, pues el… se llevaba muy bien con KyuHyun, estoy seguro de que él fue el
primero con el que me engañó.
—Pero no tienes
pruebas, y TaeMin era un traidor. Dudo que siquiera sea alguien importante.
—Hum… si eran
amantes. Se susurraban cosas y pasaban demasiado tiempo juntos.
—Eso es porque
eran un equipo, JinKi, tu propio padre lo mando así.
—No, una vez vi
como KyuHyun lo besaba en la frente.
—Bueno, pero se
descubrió el engaño de TaeMin y el mismo KyuHyun lo mató.
—No, KyuHyun no
lo mató.
—Siempre pensé
que fue así.
—No KiBum, eso
es lo que el Don le hizo creer a todos, el verdadero asesino de TaeMin fui yo.
Yo hice que todos desconfiaran de él y lo odiaran… no porque en verdad tuviera
pruebas de que era un infiltrado, sino porque lo quería lejos de KyuHyun, de mi
KyuHyun.
Hubo una pausa en la grabación de al menos cinco minutos, luego las
voces comenzaron a escucharse otra vez.
—Haber JinKi,
lo de TaeMin ya es pasado, ¿por qué crees que KyuHyun te está engañando otra
vez?
—Después de la
muerte de TaeMin, KyuHyun quedó muy herido, así que se refugió en mis brazos y
todo volvió a estar bien. El tiempo libre que tenía, todo, absolutamente todo
me lo dedicaba a mí. Pero no duró mucho porque llegó su maldito amigo: LeeTeuk.
Entonces volví a quedarme con las migajas de su tiempo. Solían salir a tomar
juntos y conversaban largo rato con mi padre. KyuHyun no paraba de hablar de lo
hábil que era LeeTeuk con las armas de corto alcance, según él «podría hacer
maravillas».
—Pero ese tipo
ahora mismo está desaparecido.
—Ahí va el
secreto KiBum. Si está desaparecido es porque yo lo desaparecí.
—¿Qué tu hiciste
qué?
—Una noche que
me escapé a por un trago, lo vi merodeando fuera de un bar, estaba con otro
hombre, muy alto. Cuando vi que se separaron decidí seguirlo. Yo estaba
bastante pasado de copas obviamente, así que se me hizo fácil acribillarlo por
la espalda. Cabe decir que estoy un poco arrepentido de eso, y por ello el que
no se lo haya dicho a nadie. Es una suerte que el Don me haya dado un arma que
para la policía no existe, si no ya estarían tras de mi o la familia.
—¿JinKi, te das
cuenta de que lo que hiciste es bastante malo? El pobre hombre apenas y era un
aprendiz.
—Porque lo sé,
es secreto. Si alguien se llega a enterar sabré que es tu culpa.
—Todo lo que
tengo en este mundo son mi palabra y mis pelotas, y no las rompo por nadie, ¿entiendes?
Tu secreto está a salvo conmigo. Ahora, pasemos a cosas más interesantes, ¿no
lo crees, JinKi?
El disco paró, la grabación había terminado.
Adriano se revolvió molesto en su asiento, intentando no perder los
estribos por completo.
—¿Cómo conseguiste esa grabación, HeeChul?
—Le dije que estaba moviéndome Don.
—Necesito detalles.
—Uno de mis hombres vigilaba de cerca a KyuHyun porque para mí él era un
sospechoso. Sin embargo, la noche de ayer, JinKi irrumpió en la casa de KyuHyun
y no tardó mucho en salir. Me dijeron que iba en mal estado, después
desapareció en uno de los callejones y por eso decidieron seguirlo. Entonces se
encontró con el otro hombre con el que habla, de quien desconozco por completo
información. Ambos llegaron a un motel y allí es donde conversaron, mi hombre
se escabulló inteligentemente y grabó todo.
—Entonces quiero creer que ese niño ahora esta…
—Durmiendo con los peces.
Adriano sonrió ampliamente, como hacía días no le ocurría.
—¿Y en donde está su cabeza? Quiero pruebas de que ha muerto.
—Seguro no tardan mucho en trasmitirlo por las noticias. Lamentablemente
no pudimos traerle la cabeza ya que el lugar estaba muy concurrido y una
operación de ese tiempo era prácticamente un suicidio.
—Pero…
—Lo sé, Don. —Interrumpió HeeChul—, usted siempre necesita pruebas, y
bueno…
HeeChul volvió a abrir su maletín y saco otro sobre amarillo que también
le entregó a Adriano. El contenido eran fotos de la escena del crimen.
—El otro chico, ¿también está muerto?
—Efectivamente. Los encontramos a ambos en la cama, si matábamos a uno,
teníamos que matar al otro.
—Entiendo, ¡esto hay que celebrarlo!
Adriano se levantó y mandó llamar inmediatamente a ZhouMi. Este apareció
de inmediato, sonriente.
—Muy buenos días. —Saludó a HeeChul.
—Hola Zhou, me gusta tu nuevo cabello rojo. —Devolvió Hee y ZhouMi
asintió con la cabeza.
—Bueno días Don, me informan que solicitó de mi presencia.
Adriano no tardó en ponerlo al tanto de los hechos. Emocionado le mostró
las fotos y grabación a su Consigliere*, ZhouMi no hacía más que «sorprenderse»
con la información.
—¡Manda a llamar a todos! Tengo que informales la buena nueva.
Ordenó Adriano. ZhouMi acató órdenes e hizo lo solicitado. Adriano
felicitó ante la familia presente a HeeChul por su gran trabajo, le entregó la
enorme recompensa que había prometido y además, ante la reciente muerte de
KangIn y el puesto que había dejado vacante, lo nombró como su nuevo
Sottocapo**.
HeeChul no cabía en su emoción, las cosas le habían salido mejor de lo
que las había planeado. Disimuladamente llegó hasta ZhouMi y le susurró algo al
oído:
—¿En dónde está
KyuHyun?
—Encerrado en
mi casa, esta vuelto loco, alucina y por momentos olvida quien es.
—¡Perfecto! Que
se vuelva loco y muera, así nos ahorra el trabajo.
HeeChul se encargó de escaparse por un rato de la celebración hasta el
baño. Vigiló que nadie lo observara y marcó al que se había vuelto su número
más frecuente. Le contestaron inmediatamente.
—Ya puedes informárselos.
Volvió a colgar sin esperar una respuesta, todo el asunto estaba
comenzando a sonreírle demasiado.
***
Henry había sido el que le entregó la información. Según las pruebas,
KyuHyun siempre fue un espía de los
Colleti, y era él quien había matado a su adorado hijo. Afortunadamente el Lau
estaba ahí, listo para consolar al viejo en su pena. Su edad y parecido con el
ahora occiso eran abrumadoras. Henry estaba dispuesto a ocupar el lugar de
JinKi.
HyukJae juró ante todos matar a los culpables de la muerte de su hijo. La
mafia no perdona, dicen por ahí, y KyuHyun es el primero en esa lista.
*: Consejero del Don, le asesora en decisiones importantes.
**: Subjefe, sustituye al Don en caso de que este esté incapacitado