En la banca de madera que está justo a mitad del parque, donde pasando
la calle hay una floristería que ya está cerrada, un hombre de mediana edad
espera sentado. Su cabello negro permanece en su lugar a pesar de la brisa del
aire, su traje gris está impecable y a su lado descansa una bolsa de papel. Es
tarde. El cielo oscuro sobre su cabeza se ilumina a penas con ayuda de la luna
menguante y no hay muchos sonidos alrededor. Con la mirada un poco perdida,
sonríe sin querer.
El amor nació en años demasiado tiernos, no eran más que adolescentes
que se sonrojaban con el cruce de sus miradas. Tímidos hasta el extremo.
DongHae era mayor, por dos años. Un chico bonito y carismático,
bastante torpe en ciertas cosas, muy brillante en algunas otras. KyuHyun era este
mocoso distante que jugaba a ser genial, despreciando a la mitad de la escuela
porque nadie es suficiente, pero que
en secreto sufría ataques de ansiedad porque en casa las cosas no iban muy
bien. De familia acomodada, papá y mamá presionaban mucho en busca de la
excelencia, y KyuHyun se esforzaba todos los días con los dientes apretados y
las lágrimas a punto de caer.
«Puedes venir a vernos, eres muy popular y si las chicas saben que
estarás, irán, entonces los de la escuela visitante creerán que todo el
escándalo es por el equipo y se sentirán intimidados, aunque nosotros sepamos
que es una gran mentira».
KyuHyun no iría a un evento tan ruidoso, además, estaban a dos días de
un examen importante, la prioridad era estudiar. Pero el ofrecimiento vino de
parte de Choi SiWon, élite entre las élites y con quien había que tener
conexiones… ¡No!, nunca fue porque DongHae estuviera detrás de él, con su
uniforme deportivo y mostrando sus bonitas extremidades, no fue porque
estuviera mirando de reojo, medio sonrojado y esperando la respuesta.
«Está bien».
KyuHyun no era popular sólo por su apariencia, tenía varios cargos:
fungía como asistente de algunos profesores, daba clases de tutoría y estaba en
la mira del decano para convertirse en el presidente del consejo estudiantil
una vez la generación de DongHae y SiWon saliera.
El día del partido la bibliotecaria lo detuvo y no llegó.
A pesar de las dificultades, de alguna forma KyuHyun logró confesarse
en una carta sin nombre el día de la graduación. Él estuvo en la ceremonia a
cargo de decir unas palabras de despedida para sus mayores. Su voz potente y
estable, llena de sentimientos, suavizó los corazones de los hombres e hizo
llorar a varias chicas, que se lamentaban el no poder ver su atractivo rostro
de ahora en más.
Eres especial, empezaba la
carta. Muy ridícula. Siempre te he observado
desde la distancia, ¿qué tan mal suena esto? Lo siento, soy bastante tímido en
realidad, y tú eres demasiado deslumbrante. Suelo ser bueno con las palabras,
pero no con las de este tipo, así que voy a parar antes de que me avergüence
más. Te deseo lo mejor, que estés saludable y sigas tan feliz como hasta ahora.
Cuídate mucho, y me gustas, me gustas tanto Lee DongHae.
La gente acostumbraba decirle estúpido a DongHae, por ser denso y
atolondrado. Sin embargo, esta carta se volvió importante desde que reconoció
la letra en ella. Esos trazos tan magníficos y limpios que a KyuHyun le
costaron palizas… KyuHyun no esperaba nada, su confesión fue más desahogo que
otra cosa, pero DongHae se armó del valor que le había fallado por un año
entero y lo esperó afuera del auditorio, con el birrete en una mano, su carta
en la otra, cambiando su peso del pie izquierdo al derecho incontables veces
para no entumecer sus piernas.
KyuHyun nunca apareció.
El director y su padre lo llevaron por otra puerta, la de la gente
importante, donde lo reunieron con Choi SiWon y su familia para ofrecerle una
beca en el extranjero; la cara de papá gritaba que esto no se podía rechazar.
A los dieciocho años, DongHae se quedó con el corazón roto en Seúl.
A los dieciséis años, KyuHyun subió con una maleta llena a un avión. Su
pecho iba vacío.
En esos días, la tecnología no era tan popular. Las computadoras
seguían siendo primitivas y hablar con un teléfono fijo era lo común. Todavía
se enviaban cartas, no obstante, DongHae no tenía una dirección a la que escribir,
KyuHyun no tenía tiempo y tampoco ganas de pensar en este amor inalcanzable,
que dolía al más mínimo recuerdo.
—¡Hyun! —La suave voz de un DongHae adulto atraviesa como mil agujas
pequeñas el pecho de KyuHyun cuando lo escucha—. ¿Qué tanto has estado esperando?
Lo lamento mucho, el llegar tan tarde.
Hace años que KyuHyun no escucha un coreano tan fluido, tan real.
Inevitablemente los recuerdos caen sin el más mínimo cuidado, inundándole el
corazón, llenando su garganta, tapando sus oídos…
Se levanta y da unos pasos; baja la cabeza, no estrechan las manos y
mucho menos se dan un abrazo. Se siente un poco incómodo porque el clima a
mediados de verano es cálido y no obstante, alrededor de ellos se siente un
poco frío.
—No importa, estoy feliz de verte.
La sonrisa que DongHae le dedica está llena de dulzura, y es lo
bastante acogedora como para mejorar la situación en un instante.
Verlo en persona es muy diferente de las fotografías. A sus cuarenta y
tantos años todavía tiene la piel bonita y el cabello brillante, pero no se
pueden esconder las arrugas que se marcan en el borde rojizo de sus ojos de
cachorro. Tampoco el cansancio y el sin fin de vivencias que se guardan en esos
orbes café.
Parado a lado de KyuHyun es contrastante, porque se ve muy informal
con sus jeans azul claro y el cabello sin peinar.
—Sigo siendo torpe, me perdí aún siguiendo el mapa que me enviaste.
—No importa.
—Ya llevo un mes aquí y no aprendo a leer las señaléticas, soy tan
vergonzoso.
KyuHyun está a punto de refutarle otra vez, pero se detiene al
recordar que a DongHae le encanta culparse, así que se queda callado y sólo
sonríe.
—¿Cómo has estado?
—Bien —es hasta este momento que KyuHyun recuerda su obsequio. Toma la
bolsa de papel que tiene a lado y se la pasa a DongHae.
—¿Regalo?
—Felicidades, lamento no haber asistido —DongHae suelta una carcajada,
seca. No suena como que realmente le parezca divertido.
—No importa, es natural en ti. Al menos conmigo, no llegar.
KyuHyun finge no escuchar eso.
—¿Qué tal clima, te gusta aquí?
—¿Qué es?
—¿Qué?
—El regalo —DongHae se burla—, ¿qué es?
—¡Ah! —Antes de que DongHae abra la bolsa, KyuHyun lo detiene—. En
casa, mira hasta que estés en casa.
DongHae acepta, un tanto descontento.
Cruzan la calle y caminan lentamente, dirigiéndose tres cuadras hacia
el norte, donde hay más movimiento y el automóvil de KyuHyun lo espera.
—¿No te parece gracioso? —KyuHyun gira la cabeza un poco, para verlo.
Gracias a las lámparas, el efecto de luces y sombras acentúa mucho sus rasgos:
el perfil de su nariz que es demasiado perfecto, su piel muy blanca remarca el
lunar que está debajo de su ojo, la sombra que sus pestañas proyectan sobre sus
mejillas regordetas parece el aleteo de una mariposa cortejando.
Bastante distinto a cuando era joven, pero sigue siendo guapo al grado
de poner el corazón de cualquiera (y más el de un viejo enamorado) a
revolotear—. Nunca podemos coincidir por demasiado tiempo, ¿tal vez haríamos al
mundo explotar?
KyuHyun se ríe, imitando a DongHae. Aunque no sea gracioso para ninguno
de los dos.
—¿Cuánto tiempo estarás en Nueva York? —El celular de KyuHyun suena,
pero él lo ignora.
—Un mes más, el vuelo se agendó desde que hicimos la compra de venida,
es porque sale más barato así… —El celular que sigue sondando a DongHae le
molesta—. ¿Por qué no contestas?
—Siempre estoy antes, hoy pueden aguantar. Además hablo contigo, no
voy a correr, es importante aquí.
DongHae no sabe qué decir, se limita a ver cómo KyuHyun escribe un
mensaje apresuradamente y apaga a continuación el teléfono.
—¿Eso está bien?
—No importa, en la siguiente calle me están esperando y el avión no se
puede ir sin mí.
—¡Los aviones deben esperarte cuando eres cliente VIP? —DongHae grita,
sus pequeños ojos se abren más de la cuenta y toda su expresión llena de
asombro lo hace rejuvenecer treinta años.
Hace treinta años fue cuando estaban enamorados.
—Es un vuelo privado…
—Ah…
Silencio incómodo.
DongHae se siente estúpido. KyuHyun se ríe sinceramente por primera
vez en la noche.
—Tengo una junta importante por la mañana en San Francisco, así que
voy para allá. Luego debo partir a Shenzhen, pero no sé qué tanto tiempo pase
allí o si deba ir a otros lugares en China.
—Qué divertida la vida de los ricos.
—No creo que tanto como la de un casado en su luna de miel.
Los pies de DongHae trastabillan y KyuHyun parece no darse cuenta,
sigue caminando hasta un Rolls-Royce que parece tener escrito por todos lados
«soy tan caro, simple mortal, nunca me podrás tener», donde un chofer en traje
negro e impecable lo espera con la puerta abierta.
—Señor —el hombre saluda—, Andy ha estado llamando, dice que está
siendo grosero al apagar su celular.
—Dy es una exagerada, como sea —KyuHyun se da la vuelta,
sorprendiéndose un poco al ver a DongHae tan lejos—. ¿Qué haces allí? No
importa, estoy realmente atrasado. No creo volver a Nueva York antes de que tú
te vallas, y tampoco tengo negocios en Seúl, así que... Me dio gusto verte, que
sigas bien y seas feliz. No olvides...
Inesperadamente, KyuHyun lo alcanza y abraza sin detenerse demasiado
en el acto y después, lo besa muy superfluamente en la frente.
Que me gustas mucho.
Al parpadeo siguiente, KyuHyun ya está en el auto, sacando la mano y
sonriendo, medio gritando que le salude a su esposo.
«Estoy seguro de que ya lo sabes; por donde pasaste te llevaste el
amor, no puedo dar un paso hacia adelante, y no puedo ni siquiera aferrarme a
ti. Mi corazón está demasiado tarde.».
***
Dedicado al mazapancito más bonito del mundo mundial <3