Dazai no está aquí ni está allá, se mueve como una sombra por las
noches, viajando del norte al sur y del este al oeste sin nadie que lo detenga…
Aparentemente.
Ranpo está en la azotea de la agencia, su cabello se mece suavemente
con el viento y el día soleado frente a él contrasta totalmente con la densa
capa de molestia que lo rodea; Tanizaki lo mira de vez en cuando, callado y
nervioso porque lleva varios minutos allí sin hacer nada.
Ranpo parece estar buscando algo en las calles.
Por fin hay un ruido detrás de ellos, Tanizaki se gira para mirar a un
gato de ojos grandes y coquetos, que luce particularmente gordo y es bonito. El
gato maúlla y enseguida salta a la superficie baja más cercana, escapando.
Ranpo truena la lengua cuando Tanizaki ya no ve al animal.
—Vamos. —Ranpo se apresura a la puerta de la azotea y Tanizaki lo
sigue de cerca, con miles de preguntas en la boca, pero sin atreverse a dejar
salir una sola.
Abajo, todo está extrañamente silencioso. Ranpo se acerca a Kunikida
para susurrarle algo, el cuerpo del rubio se tensa evidentemente y tarda un
momento en recuperarse, le da una larga mirada a Ranpo pero al final se limita
a guardar silencio. Yosano, parada en la esquina, finge no ver nada y se
concentra en la ventana, desentendiéndose completamente del asunto.
Llegando al último piso, en la cafetería, Ranpo se encuentra con Kenji
y el chico le sonríe:
—¿Fue demasiado difícil? —Kenji niega, pero hay varios cortes en sus
mejillas y tiene una mancha de sangre un poco grande en el costado izquierdo de
su abdomen—. Si es muy malo, ve con Yosano.
Kenji vuelve a negar, sin dejar de sonreír. A continuación, extrae un
celular de carpeta de sus bolsillos y Ranpo lo toma.
—Buen chico. —Ranpo lo alaba y le da un par de palmaditas en la
cabeza—; cuando vuelva, tendrás una bolsa de mis dulces.
Sin decir más, Ranpo continua hacia las calles con Tanizaki siguiéndolo,
Kenji espera pacientemente a que doblen en la esquina para dejar que sus
piernas se doblen y varias arcadas llenas de sangre se le escapen.
Andando por las calles, es al menos cada diez minutos que Ranpo truena
la lengua y Tanizaki ya no sabe qué hacer con su incertidumbre.
—Uh… Ranpo, ¿qué se supone que hacemos?
—Buscamos.
—¿Qué?
—Quién.
—¿A alguien?
—Sí.
—¿A quién?
El sonido de un cuchillo rozando su oreja hace que Tanizaki calle,
Ranpo se pone en alerta también y mira discretamente para todos lados.
—¿Así es como la Mafia respeta una tregua? —Grita. A su reclamo le
responde una risa alta y socarrona.
—Quien perdió la moral primero fue su Agencia, así que no hay cara
para reclamar nada.
La calle es de por sí estrecha, un poco olvidada porque los únicos
comercios existentes ofrecen artilugios que nadie quiere comprar. Los pocos
transeúntes que pasean por allí desaparecen pronto y Tachihara saluda a Ranpo
desde la otra acera, sosteniendo en su mano un pequeño colgante de conejo que
está manchado con sangre. Los ojos de Ranpo destellan cuando lo ve.
—Nuestros conflictos internos no son su problema. —Tachihara sonríe.
—Lo son desde que atacaron a Kyōka, quien está bajo la protección de
nuestra superior Kōyō.
—Ranpo… —Ranpo frunce el ceño cuando Tanizaki lo llama, se gira para
mirarlo y silenciosamente decirle que más tarde le explicará. Tanizaki lo mira
de vuelta, no muy convencido, pero definitivamente menos perturbado.
Otro cuchillo los sorprende, esta vez hiriendo el brazo de Ranpo.
Ranpo sisea y se toca la herida, sin embargo, la expresión en su rostro no
cambia demasiado.
—¿Quieres romper completamente la tregua? —Tachihara se encoge de
hombros—. ¿Justo ahora que alguien los atacó y les robó un enorme cargamento de
armas?
—¿Lo sabes…? —La sorpresa en el rostro del mafioso no dura mucho—; de
todas formas, no importa. También sabemos quién fue.
—Si investigaron bien, ¿entonces por qué insistir en la enemistad con
los únicos que pueden ayudarlos si lo piden? —Tachihara extrae una pistola del
bolsillo interno de su chaqueta y la carga, apuntando justo entre los ojos de
Ranpo.
—¿Quién puede ayudarnos entre ustedes?, ¿tú?
—Sabes de quien estoy hablando.
—¡Ah! —Aburrimiento y burla es todo lo que refleja su expresión—,
¿acaso él aún está de su lado?
No hay tiempo para la respuesta, una bala se aloja en la frente de
Ranpo antes de que su cuerpo caiga al suelo y se desvanezca, el Tanizaki echo
por Nieve Tenue se va con él también y desde el piso más alto del edificio que
está frente a la escena, los reales Ranpo y Tanizaki miran cómo Gin sale de su
escondite para unirse a Tachihara e irse. Ranpo rechina los dientes al verlos,
porque no hay molestia en sus rostros.
—Lo sabían… —Ranpo se deja caer en el suelo, su frente está llena de
sudor. Tanizaki se mantiene de pie y lo mira, medio confundido y medio enojado.
—¿Puedes explicarme ahora? —Olvida sus modales y exige. Ranpo apoya la
cabeza en su mano y suspira.
—Kyōka está bien. Con Kenji fingimos un ataque, supuse que Kōyō iba a
defenderla, pero no a tal punto... Además, el movimiento ni siquiera los tomó
por sorpresa y Kenji terminó gravemente herido, también, justo ahora fuimos
emboscados. No salí buscando nada en particular, estábamos dando vueltas sin
razón real y los encontramos a ellos justo en este lugar con edificios altos y
calles estrechas, vacías. Los cuchillos de la chica nunca se lanzaron con
intención asesina, pero él disparó a matar sin duda alguna. Son una
organización con una cadena de mando bien establecida, sin órdenes de Mori o
por lo menos de un ejecutivo, no tenía poder para matarme y romper así una
tregua establecida hace años que no les afecta para nada. Su ataque indica que
venia preparado, y la sonrisa en su rostro cuando tu ilusión desapareció sugiere
que lo sabía, sabía que no éramos nosotros y que esto no fue más que una farsa.
Tener tal capacidad de ver a través de mis movimientos…
Tanizaki tarda un poco en entender todo lo que Ranpo murmura, porque
quizás él cree que dio una charla clara cuando no fue así. No obstante, entre
un montón de pausas y susurros que hacían parecer que Ranpo hablaba más consigo
mismo, Tanizaki logra asimilar lo que Ranpo le dice y no puede evitar sentirse
un poco nervioso también.
¿Es realmente así?
—Dazai… —Tanizaki traga, su garganta se siente seca.
—Sí.
Ranpo se levanta e insta al aturdido Tanizaki para que se apure a
salir, estar fuera se siente peligroso de pronto.