Capítulo III
Puesto que KyungSoo se había marchado en la camioneta forense junto
con su ayudante YuRi, y JongIn seguía en el hotel revisando las cámaras de
seguridad —ya que la tecnología era su especialidad—; a KyuHyun no le quedó de
otra más que atenerse a soportar la terrible presencia del pequeño fotógrafo
castaño en la parte trasera del auto que compartía con ChanYeol.
El interior del vehículo era silencioso: ChanYeol no despegaba la
vista del camino y DongHae seguía «jugando» con su cámara. KyuHyun aprovechó
entonces para observar detenidamente al fotógrafo: el tipo de corte que
utilizaba le cubría la frente y enmarcaba delicadamente su rostro, el cual tenía
una pequeña forma ovalada, tierna, como si fuera un niño que apenas tocaba la
adolescencia. KyuHyun anteriormente había comprobado que ese cuerpo era más
delgado de lo que aparentaba y supuso que eso se debía a la ropa, ya que en los dedos del muchacho se
podían apreciar cada uno de sus huesos cada que se movía. La nariz de DongHae era
una línea recta y fina, sin desviaciones o protuberancias de ningún tipo; no tenía
mejillas regordetas —como la mayoría. El mismo KyuHyun entraba en esa
categoría—, y sus labios eran dos delgadas líneas ligeramente rosadas. Con todo
ese uniforme universitario impecable y su formal lenguaje tanto corporal como
hablado, todo en él gritaba que era un mimado niño rico acostumbrado a vivir
bonito, sin embargo, ocultaba lo más importante en una persona.
Los ojos son la ventana del alma y DongHae… DongHae los escondía con
recelo.
KyuHyun gustaba de analizar profundamente a la gente y a estas
alturas, ya se había percatado de que DongHae se negaba rotundamente a mantener
contacto visual; si bien como ahora —que estaba agachado— los mechones de su
cabello y las pestañas le hacían el favor de ocultar sus ojos, cuando mantenía
la cabeza erguida solía fijar la mirada en algún punto muerto o su cámara. Esa
misma actitud la utilizó con el médico forense, con el mismísimo ChanYeol y a
ninguno de ellos parecía molestarle, empero, a KyuHyun le fastidiaba demasiado.
KyuHyun sonrió ligeramente al darse cuenta de que ya odiaba a DongHae.
Porque lo trataba como a un simple humano cuando él era El Rey, porque
a pesar de su etiqueta a la hora de hablar, carecía de genuino respeto y
carisma. Porque se comportaba tan alejado del mundo y vivía en su propia
burbuja de «soy mejor que tú», e ignoraba olímpicamente la existencia de
alguien más aparte de él tal y como hacía ahora; era fastidioso, exasperante.
KyuHyun tenía ganas de retorcer su cuello para ver sí así obtenía un poco de
atención.
Para cuando llegaron a la comandancia y cada quien tomó su propio
camino, KyuHyun se regocijó por ya no tener que estar cerca de alguien como el
fotógrafo. Además, puesto que ChanYeol había casi volado buscando a KyungSoo y
lo había dejado solo, no encontró problema en comenzar a merodear un poco.
Anduvo por los largos pasillos, observándolo todo sin prestar demasiada
atención realmente.
Los policías eran personas descuidadas al parecer, pues no paraban de
vociferar datos de criminales y casos de los cuales ni siquiera estaban
completamente seguros. ¿No se daban cuenta de que un extraño estaba entre ellos
y podría hacer uso indebido de esa información?
Al parecer no.
Dentro de la comandancia, los cubículos designados a los policías de
bajo rango no eran otra cosa más que un hervidero de chismes, comida y basta estupidez.
Caso contrario, los agentes eran muy diferentes; aquellos hombres, —quienes
no vestían el feo uniforme azul de los policías— permanecían taciturnos. Sus
oficinas eran las más grandes y bonitas, además de que estaban completamente
cerradas y en la puerta descansaba una placa con su nombre. Cada uno de ellos
se mostraba serio, y eran ellos además, los que se detenían a mirar a KyuHyun
de vez en cuando con el ceño ligeramente fruncido. Vigilaban sus pasos y ya se
había topado con dos hombres que le llamaron la atención cuando se dirigía a
cierta área.
Aburrido, regresó sobre sus pasos hasta la oficina de ChanYeol y entró
sin avisar; su sorpresa fue grande cuando en vez de toparse con el castaño
agente, lo hizo con el castaño fotógrafo.
DongHae levantó la cabeza para ver quien había entrado y KyuHyun
aprovechó ese momento para atrapar sus ojos. No eran nada demasiado
extraordinario, tampoco algo que nunca antes hubiera visto y sin embargo, los
profundos y negros ojos del pelinegro se vieron devorados en instantes por aquellos
orbes de miel.
KyuHyun apartó la mirada rápidamente y DongHae regresó la vista
lentamente hacía la hoja que sostenía entre sus manos.
—¿ChanYeol volverá pronto? —Preguntó.
No es que en realidad quisiera ver al agente, pero la incomodidad del
silencio lo iba a matar si se quedaba callado.
—No lo sé.
Vaya respuesta tan escueta.
—¿Qué haces aquí?
—Rompo hojas. —KyuHyun frunció el ceño ante la extraña respuesta.
—¿Me estás tomando el pelo?
—No.
El castaño cabeceó un poco y acercó a KyuHyun una bolsa que
anteriormente descansaba a su costado; el pelinegro la abrió y en efecto:
estaba llena de trozos de hojas de distintos tamaños y colores, aunque
mayormente eran blancas.
—¿Por qué haces esto?
—Estoy enfermo.
DongHae se puso de pie y recogió la bolsa que le había dado a KyuHyun,
limpió un poco el escritorio de ChanYeol y se plantó frente al pelinegro para
realizar una venia de 90 grados ante él, luego abandonó la oficina.
El cuerpo de KyuHyun saltó ligeramente cuando vio a la rubia que se
coló dentro luego de que DongHae había desaparecido.
—Hola.
El pelinegro enarcó las cejas al ver a la hija de Jung YunHo
coqueteando deliberadamente con él. Olvidó por completo la extraña conversación
mantenida con el fotógrafo y supo que pasar el rato con aquella mujer iba a ser
divertido.
*
Conforme se acercaba más a la morgue, los pequeños gemidos y ruiditos
ahogados se fueron intensificando; claro que a DongHae le importó nada si
estaba interrumpiendo algo. Rozó con los nudillos la puerta metálica para
anunciarse y enseguida entró.
Escuchó al agente Park silbar algún tipo de maldición mientras saltaba
lejos de KyungSoo, el médico forense por su parte se mordisqueó los labios que
estaban hinchados y húmedos.
—Siempre tan oportuno, pequeño Hae. —Soltó con clara molestia el más
alto.
DongHae inclinó la cabeza como muestra de que lo lamentaba. ChanYeol
dejó caer los hombros y suspiró, nunca nadie podía estar molesto con el
adorable menor.
—Iré allá arriba —anunció, al tiempo en que depositaba un beso casto
sobre los labios de su novio—. Los veré después.
Cuando pasó a lado de DongHae, el agente se detuvo para acariciarle la
cabeza y regalarle una sonrisa.
En cuanto KyungSoo escuchó los pasos del castaño arrastrarse por el
pasillo, seguido del pitido de la campana del elevador subiendo, se dignó a
mirar a DongHae.
—Lo siento, —se disculpó de inmediato y corrió hasta envolver a
DongHae en un asfixiante y necesitado abrazo—, Yeol solo apareció de la nada y
me arrinconó contra la pared…
El empujón que le dio DongHae lo hizo cerrar la boca.
—No tienes que explicarme las cosas que haces con tu pareja, pero me
parece un poco enfermo casi follar a una puerta de distancia de varios
cadáveres.
—Mira quien habla de cosas enfermas.
—Cuida tus palabras.
DongHae lo fulminó con la mirada, KyungSoo agachó la cabeza y
robóticamente fue a buscar un par de guantes de látex y una bata para su
compañero.
El hombre frente a ellos estaba irreconocible; su rostro un completo
caos luego de haber sido cortado tantas veces con grotesco descuido. La mitad
de su cerebro era visible ya que la cabeza parecía haber sido golpeada varias
veces con algún objeto lo suficientemente pesado como para romperle el cráneo.
El sujeto había sido castrado, sí, pero Miss Murder nunca dejaba
contusiones en el cuerpo o atacaba el rostro de sus víctimas, así que esto era
diferente.
—No fue Miss Murder.
DongHae rodó los ojos, obviando que sabía eso.
—¿Qué dice Park al respecto?
—Tiene dudas.
—¿Por qué?
KyungSoo continúo con el aseo de su mesa de trabajo mientras YuRi
hacía lo propio con el equipo que había utilizado el estudiante universitario,
tomándose su tiempo para responder.
—Al principio fue el primero en afirmar que esto no era obra de Miss
Murder, pero después de unos minutos llegó a la conclusión de que podía ser
Miss Murder tratando de confundirnos.
—Está siendo paranoico.
—Es Park ChanYeol.
—¿Cuándo sabrás quien era el individuo? —Preguntó el castaño.
—Mañana por la mañana, aunque si el personal de investigaciones se pone
perezoso será hasta en la tarde.
—Bien.
DongHae tomó su cámara de uno de los estantes y se la colgó al cuello,
preparado para salir cuando KyungSoo lo detuvo tomándolo del brazo.
—Estaré bien —argumentó antes de que le pelirrojo pudiera decir nada—.
Será mejor que vayas a calentar el cuerpo de tu novio al menos esta noche.
KyungSoo soltó automáticamente su brazo y lo miró con ojos furibundos.
DongHae se burló de él y le cerró la puerta en la cara.
*
KyuHyun gruñó de mala gana cuando estando a nada de besar a Jessica,
la rubia lo esquivó, desviando el rostro en dirección contraria para luego
sonreírle sardónicamente.
—Estás jugando conmigo… ¿por qué?
Jessica se mordisqueó los labios sensualmente, ignorando una vez más
sus preguntas.
Desde que llegó, la chica solo había permanecido sentada a su lado.
Sin decir o hacer algo interesante; el cambió sucedió abruptamente, cuando la
rubia se abalanzó sobre el regazo de KyuHyun y sacudió su pelvis contra la del
pelinegro.
Pasos apresurados se escucharon por sobre el suave bullicio fuera de
la oficina de ChanYeol, así que Jessica se alejó del pelinegro con gracia
felina.
La puerta se abrió y ChanYeol miró a ambos muchachos inquisitivamente.
—¿Qué haces aquí? —Preguntó a nadie en particular, pero a la vez
esperando la respuesta de ambos.
Sin embargo, como era de esperarse, la rubia salió de aquella oficina
sin dar alguna explicación.
—Ella es una puta loca. —KyuHyun se quejó, acomodándose mejor sobré el
sofá color marrón que le abrazaba.
—¡Cállate! —El agente intentó susurrar, pero era evidente que su
estruendosa voz no era buena en esos trucos—; es la hija del jefe, ¿recuerdas?
Intocable, así que aléjate de ella.
—No fui yo quien la invitó a sentarse conmigo, exactamente.
ChanYeol bufó y se sobó el puente de la nariz, enseguida tomó asiento
detrás de su escritorio y se quedó mirando su desorden.
—¿Estuviste moviendo mis cosas? —Preguntó desafiante.
KyuHyun negó.
—Mucho antes de que llegaras encontré al fotógrafo aquí, rompiendo
hojas como un lunático enfermo.
—¿Habló contigo?
—Pues no sé si puedo llamar «conversación» a la cosa extraña que tuve
con él. Él es raro, un poco friki, creo.
—Solo es tímido —ChanYeol lo defendió—, así que como con Jessica, vas
y aplicas la misma regla. Mantente alejado de ambos.
—Y el pequeño es intocable ¿porque…?
ChanYeol consideró un momento su respuesta, no sabiendo si era
prudente responderle con la verdad. Al final pensó que KyuHyun tenía fama de
ladrón, no de secuestrador.
—Su madre es una descendiente directa de la antigua dinastía Xia
Occidental China.
—¿Y…? —KyuHyun permaneció curioso, con la mirada expectante.
—Sangre noble, ladrón.
El pelinegro rodó los ojos, descontento con la poca información que
ChanYeol había soltado para él.
*
Una vez DongHae cruzó el umbral de la puerta de su casa, las luces se
encendieron inmediatamente y la servidumbre apareció formada en fila para
facilitarle el acceso a cualquier cosa que quisiera al momento. La voz de siete
mujeres y seis hombres le dieron la bienvenida educadamente como todas las
noches, luego todos se dispersaron y solo la líder de ellos se quedó pues era
la única que hablaba con DongHae. O mejor dicho, a la que el castaño le daba
permiso de hablarle y mirarlo sin ponerse todo arrogante.
—¿Cenarás? —Dana podía hablarle informalmente, tenía derecho al ser la
más antigua en la casa. Además de la favorita de su difunta abuela.
DongHae asintió suavemente y comenzó a subir las escaleras.
—Una taza de manzanas rojas sin piel, cortadas en cubos de un
centímetro de diámetro y un vaso de leche entera, helada.
—Le diré a MinAh que se apresure, entonces.
—Solo recuérdale que necesito mis alimentos servidos en cristal, ella
a veces lo olvida y eso me molesta tanto que podría matarla.
—Le recordaré.
Dana le sonrió radiantemente y DongHae inclinó la cabeza un poco, en
señal de agradecimiento.
Cuando llegó a su habitación, se dirigió al castillo de naipes que se
elevaba tambaleante sobre su buró, con un manotazo hizo volar las cartas en
distintas direcciones y después se dedicó a recogerlas todas. Cuando hubo
terminado, comenzó a armar el castillo nuevamente, para que al día siguiente lo
destruyera y construyera otra vez.
Justo cuando colocaba la carta que coronaría su nueva construcción, la
puerta de su habitación sonó. DongHae se aseguró de terminar su obra y después
fue a abrir para ver a la temblorosa MinAh sosteniendo su cena.
—Puedes ponerlo en la mesa, —DongHae le dijo. La chica se apresuró a
terminar con la encomienda pero antes de que lo hiciera el castaño le volvió a
llamar la atención—; sé qué hace apenas un mes que trabajas aquí, sin embargo,
pienso que es tiempo suficiente para que sepas algo importante.
MinAh asintió, al mismo tiempo que se aferraba con fuerza a la charola
vacía que sostenía.
—Odio el ruido que hacen los tacones al chocar contra el piso.
La sirvienta casi se atragantó con su saliva ante la petrificante
mirada asesina que DongHae solía mostrar cuando estaba enojado. Se tragó el
nudo que amenazaba con hacerla llorar y susurró un lo siento mientras se inclinaba completamente.
—Retírate.
Frío, DongHae era frio y atemorizante.
Pero parecía que MinAh era la única que se daba cuenta, o la que le
aterraba su jefe, ya que todos los demás sirvientes de la casa miraban al chico
con devoción y amor.
Una vez la sirviente abandonó su habitación, DongHae centró toda su
atención a la cámara que cargaba consigo. Le extrajo la memoria y la insertó en
su portátil para mirar con más detalle las fotografías del nuevo asesinato.
La escena era grotesca y sucia…
El cuarto de hotel había sido de un bonito color beige, piso que asemejaba
ser de madera y el techo de un inmaculado blanco. Una lámpara circular
derramaba cálida luz amarillenta en todo el lugar, también había una televisión
de quizás, 50 pulgadas o más, fijada en el centro de la pared principal. Varias
macetas con pequeñas plantas estaban en las esquinas y un florero lleno de lirios fucsias situado al lado de la cama daba
el toque final.
Pero tanta sangre manchando la pulcritud de la pared en la que se
recargaba la cama y el desorden de ropa tirada por el suelo, desfiguraban el
buen trabajo que había hecho el decorador en esa habitación.
DongHae fruncía más el ceño conforme avanzaba en las fotografías; si
bien Miss Murder utilizaba lugares de baja categoría para realizar sus
asesinatos, cuando de poner su atención al individuo torturado se trataba: ella
hacía arte, no atrocidades como lo que ahora DongHae estaba viendo.
¿Cómo podía alguien creer que esto era obra de Miss Murder?
Asqueado, DongHae cerró su portátil descuidadamente y se arrojó sobre
su cama, con la vista clavada en el techo.
Su poco apetito se acababa de esfumar.
*
KyungSoo y ChanYeol no vivían juntos.
KyungSoo había sido el primero en proponerlo, hace años, cuando ambos
estaban aún estudiando la universidad, pero ChanYeol se negó rotundamente, alegando
que eran muy jóvenes y no estaban listos. KyungSoo se molestó por ello, pero al
cabo de un tiempo lo dejó pasar.
Hace un par de años la situación cambió, ahora ChanYeol casi rezaba
diariamente porque KyungSoo aceptara vivir con él, sin embargo el pelirrojo se
negó.
El agente de vez en cuando se permitía divagar sobre la juventud de
ambos, como ahora que su novio se había quedado dormido sobre su regazo a mitad
de una aburrida película de terror, que de terrorífica no tenía nada.
Hace solo cinco años atrás, KyungSoo era diferente; un poco sombrío,
por supuesto, eso nunca lo iba a abandonar. Pero solía sonreír de vez en cuando
y al menos una vez al año, se ponía infantil y berrinchudo con respecto a
cualquier situación que se presentara.
ChanYeol de repente extrañaba eso.
Ahora el pelirrojo era demasiado serio, ya ni siquiera tenían
aventurillas sexuales. El menor se limitaba a darle un par de besos al día y
alguno que otro abrazo, pero nada más.
Aunque ChanYeol no se quejaba demasiado por eso; tal vez era porque el
amor que sentía por aquel malhumorado novio suyo lo cegaba, o porque
simplemente no quería pensar en que KyungSoo estaba dejando de quererlo.
No.
Era más fácil cerrar los ojos y pensar que solo era la edad que los
afectaba, convirtiéndolos en personas más maduras. Su amor tenía que haber
madurado también, eso explicaría la falta que juegos y que ahora KyungSoo se la
pasara sobre ChanYeol solo cuando lo veía siendo descuidado consigo mismo.
Tenía que ser eso.
Si KyungSoo no lo amara, lo dejaría morir. Y el pequeño hombre entre
sus brazos aún no lo había hecho. Cuando lo hiciera comenzaría a preocuparse
entonces.
Al llegar a tal conclusión, ChanYeol cargó a un dormido KyungSoo hasta
su habitación y se acomodó junto a él. Cerrando los ojos mientras se aferraba a
ese amor que estaba seguro, todavía viviría muchos años más.
*
KyuHyun sonrió de medio lado al darse cuenta de que un automóvil
blanco y modesto lo seguía desde que había salido de la comandancia. No tenía
miedo, más bien, un montón de curiosidad. Así que se dirigió a su mansión sin
siquiera tratar de perder al auto ya que estaba seguro de conocer a la persona
que lo perseguía.
Cuando llegó a la preponderante casona, que se levantaba como una
construcción algo monstruosa y escandalosa en comparación con las otras tres
que había dejado atrás, detuvo su auto a mitad del camino y bajó.
—¿Te debo algo? —Preguntó.
La marcha de su perseguidor se hizo lenta hasta que también alcanzó la
inmovilidad total.
Jessica le sonrió desde su lugar, observándolo a través del cristal
frontal de su auto.
—Sabía que te había visto de alguna otra parte, —dijo, sin salir del
resguardo del carro—. Eres Cho KyuHyun, un ladrón. ¿Qué haces en la comandancia
de mi padre?
KyuHyun la miró con burla y le guiñó el ojo.
—Una gran acusación cuando no tienes pruebas. —Sus pálidos dedos se
perdieron en el interior de su chaqueta y reaparecieron con un cigarro—. Sabes
que te puedo demandar por difamación, ¿no? —Del bolsillo de sus jeans extrajo
un encendedor y prendió el cigarro, dándole una larga y profunda calada
mientras observaba a la rubia.
—Piensas que vas a atrapar a la asesina, pero ella es inteligente.
—Yo no voy a atrapar a nadie, —KyuHyun frunció el ceño, molesto por la
intromisión a sus asuntos—. Para eso está Park.
—Ajá.
—¿Por qué me seguiste?
La única respuesta que Jessica dio a eso, fue una media sonrisa antes
de que arrancara el auto tan bruscamente que KyuHyun tuvo que apretar su cuerpo
contra la puerta de su propio vehículo para no ser arrollado.
*
Que fuera sábado por la mañana, no detuvo a DongHae o a ChanYeol de
llegar temprano a la comandancia.
El primero porque debía entregar el revelado de las fotografías que
todavía estaban bajo su custodia, el segundo porque…
—Necesito que lo vigiles.
DongHae se mostró ligeramente sorprendido al escuchar las palabras que
el agente le daba, ya que ni siquiera había contestado a su saludo.
—¿A quién?
—KyuHyun.
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