V: You
I’mma hurt you real good, baby.
I told ya I’mma hold you down until you’re
amazed
Give it to ya t’il you’re screaming’ my name.
Do you like what you see?
Let me entertain ya ‘till you scream.
Dong Hai suelta un sonoro bostezo a mitad del discurso de su compañero
Qi Fan y nadie le dice nada aunque esa ha sido una clara falta de respeto,
¿quiénes son los demás para atreverse a echarle algo en cara? Siendo el hijo
del dueño —y futuro heredero— del terreno que pisan, tienen bien sabido que no
es recomendable meterse con él.
—Mueve esas piernas, Sheng Min. —Las clases han terminado pero Dong
Hai todavía tiene que ir a dejar papeles a la biblioteca (otra vez), porque
hubo una pila de archivos que eran de «carácter urgente» y no podían esperar a
ser verificados la semana entrante.
—¡Avanzo lo más rápido que puedo! —Espeta el rubio irritado.
—¡Pues estas siendo muy lento!
Ambos chicos suspiran al salir por fin con las manos vacías de aquel
lugar y se dirigen al estacionamiento, cada uno a sus respectivos autos:
—¿Irás a cenar mañana a mi casa? —Pregunta Sheng Min. Todos los jueves
son días de reunión familiar para ellos—. Porque esta vez mi mamá no me ha
dicho si nos juntaremos y en dónde.
—¡Siempre lo hacemos! —Exclama Dong Hai al llegar a su auto,
quedándose de pie mientras observa a Min llegar hasta el suyo—. Tengo entendido
que esta vez será en casa de tía Bao.
—¡¿Con la solterona?! —Sheng Min se pega en la frente—. ¡Qué tortura!
—Lo sé.
Dong Hai sigue de pie y con la espalda recargada en su auto hasta que
ve a Sheng Min abordar el suyo y pasar a su lado. Como de costumbre, espera
hasta que él parta primero para después irse él.
—¡Nos vemos mañana! —Le grita el rubio antes de acelerar.
Dong Hai se quita las gafas y se talla ambos ojos; está realmente
cansado y solo desea llegar a casa para arrojarse sobre su cama y dormir… ¡cómo
anhela dormir!
Abre la puerta de su auto y se monta en él, suspira largamente y
recuesta su cabeza un segundo en el respaldo del asiento. Sin embargo, este se
cae e intenta recuperarse de la sorpresa y reincorporarse cuando «algo» pasa
sobre él. Todo el movimiento es muy rápido y certero que ni siquiera puede
prevenirlo.
—Gui Xian… —Murmura parpadeando con rapidez al darse cuenta de que ese
«algo» era un «alguien» en realidad. La verdad es que ya no sabe si tanto
estrés ahora lo hace alucinar—. ¿Gui Xian? —Pregunta esta vez.
—El mismo. —Le responde el castaño ya sentado sobre su cadera—, te
escuché hablando muy amistosamente con el niño rubio ese, ¿no que se querían matar
en la mañana?
—Sheng Min es mi primo mayor… —El castaño deja salir un «oh» de
sorpresa—. Pero a veces se pone loco y quiere rebelarse…
—Entiendo, sí, es muy obvio. Con razón ambos tiene esa cara de
inocencia inmaculada cuando en realidad son unos deslenguados pervertidos…
bueno, lo último solo aplica a ti aunque no me sorprendería que aquel chico
también lo sea. —Dong Hai niega con la cabeza y trata de levantarse, pero Gui
Xian es más pesado que él y no puede.
—¿Me puedes explicar qué haces aquí?
—¡Ah! —Gui Xian truena los dedos e inesperadamente se inclina para
apretar su cuerpo contra el de Dong Hai—. Te estaba esperando… —Susurra una vez
ha llegado cerca del oído ajeno:— porque no puedes venir a encenderle las
hormonas a alguien como yo y creer que podrás irte como si nada.
Dong Hai capta inmediatamente que Gui Xian ha citado sus propias
palabras, ¿pero qué hacer? Sus locuras y ataques pervertidos son momentáneos,
no es algo que pueda hacer así… por que sí. Además, solo es divertido cuando la
víctima está confundida y asustada; y Gui Xian no parece padecer ninguna de las
dos emociones antes citadas…
La situación no está yendo bien. A Dong Hai no le está gustando para
nada esto.
—Gui Xian, —Dong Hai intenta controlar el miedo que está comenzando a
sentir—, quítate —ordena con un tono de voz autoritario, por supuesto,
intentando que su voz no se quiebre en el proceso.
—No quiero. —Los ojos del castaño brillan de una extraña manera y la
sonrisa de lado que tiene en el rostro no se borra.
—Gui Xian… —La voz del pelinegro sale un poco temblorosa y con mayor
insistencia que antes.
—¿Qué? —El nombrado acerca su rostro al de Dong Hai y saca la lengua,
con ella delinea los labios del pelinegro lentamente… tortuosamente. Pensándolo
bien, hacer sufrir a Dong Hai está resultando mejor de lo que había pensado.
Ser el acosado le provocaba algo de miedo y pánico, pero ahora entiende
porqué para el pelinegro ser el depredador era tan satisfactorio. Hay una
enorme diferencia entre ser la presa y ser el cazador, y Gui Xian lo está
descubriendo placenteramente.
—¡Basta! —Grita ahora histérico al no recibir la respuesta que quería.
Ante tal descaro, él mueve las manos con violencia y Gui Xian las atrapa
enseguida, y las lleva sobre su cabeza a continuación.
—¿Qué se siente ser el perseguido y no el perseguidor? Las cosas son
muy distintas cuando eso pasa, ¿verdad?
La respiración de Dong Hai comienza a alterarse y conforme los
segundos pasan su pecho sube y baja con más rapidez de la que le gustaría. Se
siente acorralado, ni siquiera puede sostenerle la mirada al castaño ya que lo
ve con una lascivia que le cala hasta los huesos. Está nervioso pues no sabe
qué cosas pretende hacerle Gui Xian, ¡pero si se veía tan inocente! ¡Tan
tímido!
—Gui Xian, ¿estás mal de la cabeza? Nos encontramos a mitad del
estacionamiento, todavía hay personas que pasaran por aquí y… —El ridículo
intento de Dong Hai por persuadir al castaño de olvidar sus raros ataques de
quien sabe qué, se ven frustrados cuando este le roba un beso.
La caricia es suave y lenta, pero poco a poco se va volviendo más
rápida; más salvaje y más hambrienta. Gui Xian termina mordiendo con descaro
los labios del más bajo permitiendo así, que su lengua entre en la boca ajena.
Dong Hai gime al sentir tan brusca intrusión pero por el momento no intenta
pararlo. Perdido en la lujuria deja que su lengua dance junto con la de Gui
Xian hasta que finalmente la cordura nuevamente llega a él.
—Para… —El pelinegro lucha todavía pidiendo que se detenga. —Gui…
—Pero el castaño se vuelve aún más brusco—. Me estás lastimando.
Gui Xian detiene el beso ya que se ha quedado sin una pizca de aire,
no porque en realidad haya querido parar o hacerle caso al pelinegro. Con la
visión nublada y miles de ideas rondando por su cabeza, comienza a prestarle
atención a Dong Hai, quien jadea y tiene el rostro completamente rojo… gracias
a él.
—Es tu culpa, —musita Gui Xian una vez que está más tranquilo—. Yo ni
siquiera sabía que me podía gustar un hombre… ¡hasta hace unos días yo tenía
novia! —Dong Hai lo observa atónito, pero sin pronunciar palabra alguna—. De la
nada apareces tú con tus instintos violadores y haces y deshaces conmigo como
quieres y cuando quieres… ¡Mmm! —Dong Hai es ahora quien atrapa los labios de
Gui Xian y lo besa superficialmente para callarlo.
Para él es sorpresivo escuchar la declaración de Gui Xian, ya que proviniendo
de él suena como algo trágico y no como algo divertido.
—No es que no me guste jugar contigo —le dice mirándolo a los ojos—, es
solo que no me gusta que me lo hagas a la fuerza. Me tomaste desprevenido. ¿Y
cómo está eso de que «tenias» novia?
Dong Hai sonríe de lado y todo el terror del que era presa hace algunos
minutos desaparece sin dejar rastro, el intenso brillo en sus negros ojos
retorna y eso a Gui Xian le gusta… Dong Hai le gusta. El pelinegro vuelve a
apoderarse de la boca del castaño y acomoda su muslo derecho de modo que pueda
tener un fácil acceso a la entrepierna de Gui Xian. Mientras lo besa lenta y
sensualmente, se mueve de arriba para abajo produciéndole una deliciosa caricia
al más alto. Las manos de Gui Xian se mueven lentas por las costillas del
pelinegro, acaricia con lentitud y en un abrir y cerrar de ojos ya le desabrochó
el saco a su contrario y piensa en ir ahora por la camisa.
—¡Gui Xian! —Le grita Dong Hai con diversión—. ¿Tú en verdad piensas
que vamos a hacerlo? ¿Aquí y… ahora? —El castaño se relame los labios y asiente
sin dudarlo—. Una cosa es jugar a provocarnos —le advierte— ¿Te das cuenta?
Pasar a otros niveles es ya algo distinto, no es como si alguien como yo guste
de dejarse follar por cualquiera.
—Yo no soy cualquiera —se defiende Gui Xian— soy aquel a quien tú
mismo elegiste, así que no te quejes.
Listo, lo había dicho y ahora Dong Hai no tendría escapatoria.
El castaño no espera otra respuesta o pregunta, se lanza sobre el
blanco y delicado cuello de Dong Hai y lo muerde a la vez que desabrocha la
camisa. Estando allí descubre que el aroma que emana la piel del más bajo es
demasiado agradable y que si sigue inundando sus fosas nasales de esa manera,
será capaz de volverse adicto a él.
Sus manos aunque en un inicio son rápidas y demasiado bruscas, a
medida que va está por terminar de exponer el torso de Dong Hai comienzan a
temblar. La piel del pelinegro es como fuego, le quema hasta el alma y eso le
encanta.
Dong Hai por su parte, tiene un secreto; y ese secreto es que en
verdad es alguien muy tímido. Así que su timidez le acarrea muchas cosas: como
por ejemplo, el hecho de que nunca ha tenido novio o novia, ni un desliz ni
nada de eso. En su primer encuentro con Gui Xian, cuando le confesó que era su
primer beso no mentía en absoluto. Si es cierto que se sabe un par de cosas
alocadas es porque lee mucho. Desde que decidió comenzar con su descabellado
experimento de las listas, tuvo que investigar aún más del tema porque no
puedes ir a besar personas sin su permiso cuando no sabes ni cómo mover la
lengua.
—Me gusta como hueles. —Le dice Dong Hai a Gui Xian.
—A mí me gusta como sabes. —Contesta el otro.
El pelinegro se siente de pronto ruborizado y se quiere cubrir el
rostro como si fuera una chica avergonzada… se regaña y tranquiliza
mentalmente. Pero es inevitable no reaccionar de esa manera al escuchar la
declaración del castaño.
Dong Hai ya no tiene saco y su camisa está entre abierta, Gui Xian ya
tiene los pantalones a medio muslo y las manos de ambos son sin duda alguna
bastante rápidas.
Al parecer a Gui Xian le gusta mucho morder, porque no ha dejado ni
una parte de piel expuesta de su contrario sin pasar sus dientes y boca por
allí: dejó un camino desde el cuello, pasando por la clavícula y descendiendo
por el pecho, en esa parte es donde aún sigue degustando todavía.
Dong Hai es más de tocar, pues cada que Gui Xian presiona muy fuerte
él entierra las uñas o pellizca los muslos y trasero del más alto. Ambos
van a terminar con un montón de marcas
si siguen así. Pero las hormonas están encendidas y durante el éxtasis el dolor
siempre es remplazado por placer; por lo tanto no es como si estuviesen
conscientes de que mañana la situación de ambos vaya a ser grave.
Con algo de dificultad, Dong Hai le da la vuelta a Gui Xian y lo
recuesta sobre el otro asiento, haciéndolo descender también. Ahora es su turno
de averiguar que tan bien puede saber alguien como el castaño. Le quita la
camisa rápidamente, —pues para su fortuna Gui Xian ya no tenía el saco—, y
dirige su boca directo sobre el vientre del menor, con la punta de su lengua
dibuja círculos ocasionándole varios suspiros a Gui Xian, este se aferra con
las uñas al acolchonado asiento y se muerde la lengua para no terminar gritando.
—Tu sabor también es bueno. —Halaga Dong Hai cuando succiona por un
buen rato justo debajo de las costillas de Gui Xian, dejando en la zona una
marca rojiza que más tarde será morada.
Gui Xian suelta un leve gemido como respuesta. Los labios del pelinegro
sobre su piel son la gloria.
Dong Hai baja más las manos, ahora besa y sopla sobre la cadera del
castaño, se desprende de su propia camisa y levanta su torso un momento,
dejando que Gui Xian pueda comérselo con la mirada.
—Dime si te gusta esto.
Cuando Gui Xian asiente, de inmediato Dong Hai comienza a moverse en
círculos; rozando por primera vez su hombría con la contraria. Ambos lanzan un
leve grito que es imposible controlar en sus circunstancias.
—¿Te gusta? ¿Te gusta? —Dong Hai sigue moviéndose, de pronto rápido y
luego lento.
—¡Más! —El timbre de voz de Gui Xian suena realmente grave—, ¡Sí! —¡Y Dong Hai pensaba que no se podía excitar
más!
A Don Hai ya no le basta con moverse en círculos, sabe que tanto él
como Gui Xian ya tienen el miembro bien erecto y necesitan pronta atención.
Vuelve a recostarse sobre el pecho del castaño, el toque de sus pieles
expuestas quema y los hace enloquecer más. Maniobrando como todo un
contorsionista mientras besa con desespero a Gui Xian, baja las manos y desabrocha
con prisa el pantalón. El menor sabe muy bien lo que Dong Hai intenta hacer así
que le ayuda: abre las piernas y las flexiona un poco, así el pelinegro no
tiene que estirarse tanto para llevar el pantalón hasta los tobillos de su
propietario. En ese punto ya le corresponde a Gui Xian terminar el trabajo;
algo desesperado y torpe logra sacarse los zapatos y luego empujar por fin su
pantalón.
—Me toca. —Afirma con la voz entrecortada.
A continuación, sin titubear regresa a Dong Hai al otro asiento y se
sienta sobre él, no se molesta en ser delicado y de una deja completamente
desnudo al pelinegro.
—¡No seas bestia! —Se queja—. Es la primera vez que voy a hacer algo
así.
—No te preocupes, Mei nunca dejó que le hiciera algo… se atrevió a
llamarme marica cuando ella es la lesbiana que huía siempre que yo quería pasar
al siguiente nivel. —Dong Hai suelta leves risas.
—Pues estar conmigo no te hace un súper macho.
Gui Xian lo fulmina con la mirada ante el comentario tan burlesco… de
pronto, se escuchan voces y el tintineo de llaves.
—¡Alguien viene! —Susurra Dong Hai con el miedo brillándole en los
ojos he intenta esconderse.
De algo acaba de darse cuenta Gui Xian; analiza que en la mañana, se
acercó a Dong Hai porque se veía distinto a como siempre lo había visto él, parecía
un niño frágil e infantil; haciendo berrinche y luego intentando consolar a un
objeto inanimado. Y cuando lo sorprendió en el auto parecía también alguien
pequeño y aterrorizado, aunque ese estado no le duró mucho… pero ahora que lo
observa y vuelve a ver ese rostro delicado, consternado y lleno de miedo, es
como si se convirtiera en otra persona cuando no está pensando en tener sexo.
—¿Tienes miedo de que nos descubran? —Le dice bajito y divertido.
—¡Eso es más que obvio! —Dong Hai sigue mirando para todos lados. Las
voces se acercan cada vez más.
—Así me gustas mucho… —Gui Xian coloca sus dedos en la mejilla de Dong
Hai y comienza a bajar, se pasea por los labios ajenos y acaricia el cuello,
sigue su descenso por el pecho hasta llegar a la hombría del mayor, este abre
los ojos cuando se da cuenta de las intenciones del castaño. Se apresura a
negar rápido con la cabeza—. Cuando eres pasivo.
Gui Xian comienza a masturbar a Dong Hai con
tortuosa lentitud y el pelinegro quiere gritar. Las personas que se acercaban
ahora ya están allí, Gui Xian se agacha un poco para que no lo vean, sin
embargo, sigue con su tortura al mayor. Dong Hai se muerde tanto los labios que
se los lastima y eso solo le causa un extra de satisfacción a Gui Xian.
Le satisface demasiado verlo en esa posición;
intentando callar sus gemidos y el placer que siente, aunque sinceramente todo
sería mejor si lo escuchase gritar.
—Te pasa por haber jugado tanto tiempo conmigo.
—Susurra.
Para alivio de Dong Hai, las personas esas
desaparecen pronto y el lugar vuelve a estar en completo silencio una vez más. Justo
cuando Dong Hai está por quejarse del trato dado con anterioridad, Gui Xian lo
anticipa y lo besa con pasión y necesidad; aquel beso termina siendo
desesperado y ruidoso como siempre. Mientras Gui Xian sigue con su lento
movimiento de manos sobre la hombría del mayor, este se muere y retuerce entre
las garras del placer, tiene la garganta algo seca y su cuerpo entero comienza
a llenarse de finas gotitas de sudor que lo hacen ver más tentador —según Gui
Xian—.
Aunque al castaño le gusta torturar a Dong Hai —que
ya no puede decir nada coherente y solo gime y jadea—, es consciente de su
propia situación. Su hombría duele y debe liberarse pronto. Las burlas ya deben
dejarse atrás y comenzar otro juego previo antes de iniciar con el verdadero
trabajo y el verdadero placer. O al menos eso es lo que debería suceder…
—Necesito entrar. —Pronuncia con esa ronca voz que
al pelinegro vuelve loco.
—Ajá…
Pero al parecer a Dong Hai se le acaba de olvidar
que es virgen y que semejante ritual le va a doler bastante, pues ni siquiera
fue capaz de pedir una preparación. Al escuchar las palabras de Gui Xian, se
impulsa con la vista todavía nublada pero siendo consciente, muy consciente de
a dónde debe dirigirse, le da la vuelta a Gui Xian otra vez, dejándolo debajo
de él y deshaciéndose de la ropa interior del castaño.
—¡Oh por Dios! —Lanza en un suspiro casi
imperceptible. Gui Xian lo observa alarmado.
—¿Qué? —Pregunta casi asustado—. ¿Qué pasa?
—¡Yo sabía que tenía que ser grande! —Exclama.
—¡Cállate!
Gui Xian no puede permitir que Dong Hai vea el
sonrojo que le acaba de producir; con premura se levanta y arroja a Dong Hai en
donde estaba antes. Le abre las piernas y sujeta una de ellas con su mano, la
mano libre la coloca junto a la cabeza de Dong Hai para apoyarse; sin aviso ni
delicadeza, penetra al joven pelinegro que grita y deja escapar unas cuantas lágrimas.
—¡Maldito bastardo! —Alega Dong Hai luego de coger
un poco de aire e intentar ignorar el dolor que está sintiendo en su parte
baja—. Ni si te ocurra moverte… espera hasta que yo te diga. —Gui Xian asiente.
—Lo siento. —Se disculpa luego de darse cuenta de
su brusquedad. Aunque muy en el fondo de su mente, le encantó ver gritar de esa
forma al pelinegro—. De verdad lo siento…
—¡Cállate y bésame! —Gui Xian obedece sin rechistar
y se pierde gustoso en el adictivo veneno que Dong Hai produce dentro de su
boca.
Gui Xian comienza a preguntarse seriamente como le
hace Dong Hai para controlarlo tan manipuladoramente pues aunque es él quien
está arriba y penetrando, el pelinegro parece ser quien manda; le ordena cuándo
y cómo es que las cosas deben hacerse. Eso está mal… a Gui Xian no le gusta… él
debe ser quien domine y punto final.
Con aquella idea en mente, comienza a mover sus
caderas lentamente.
—¡Todavía no! —Regaña el pelinegro rompiendo el
beso.
—Despacio… lo haré despacio.
Con esa excusa, Gui Xian se sigue meciendo y
besando a Dong Hai, sus traviesas lenguas se acarician sin pudor alguno y sus
pechos desnudos comienzan a chocar. Con la distracción perfecta ya creada, Gui
Xian aumenta el ritmo de sus embestidas, nota que el cuerpo de Dong Hai todavía
se tensa por el dolor pero poco a poco va cediendo. Sonríe con autosuficiencia,
orgulloso de su «gran» logro.
Dong Hai se aferra al torso del menor y de un
momento a otro, se ve moviendo sus caderas también, en perfecta sincronía con
el vaivén que Gui Xian ha marcado: lo hace porque busca más contacto, más
rapidez, más… quiere más.
—¡Más! ¡Más! ¡Más! —Sus pensamientos acaban de
evolucionar y convertirse en pequeñas suplicas insistentes que susurra con
lujuria en el oído de Gui Xian—. Dame más…
Gui Xian vuelve a obedecer, con esas cosas uno no
se puede negar.
Toma a Dong Hai de la espalda y lo ayuda a
incorporarse, lo sienta sobre él y le muerde la clavícula, luego sube por todo
el cuello y se detiene en su oído:
—¿Quieres más? —Pregunta y enseguida termina
mordiendo el lóbulo de Dong Hai. Este gime y asiente—. Entonces consíguelo…
Dong Hai entiende, no por nada es una persona tan
inteligente y astuta. Coloca ambas manos sobre los hombros de Gui Xian y se
impulsa para dar un pequeño saltito; Gui Xian gime. Dong Hai sonríe y vuelve a
saltar.
Los dos se mueven frenéticos en busca de más
contacto, Dong Hai elevándose lo más que puede sin romper su unión, Gui Xian
colocando las manos sobre el trasero del pelinegro y apegándolo con todas sus
fuerzas a su cuerpo.
El clímax no tarda en llegar, y cuando ambos saben
que no falta mucho para el anhelado final vuelven a cambiar la posición. Dong
Hai de nuevo está abajo, con las piernas abiertas y elevadas sobre los hombros
del menor. El pelinegro no recuerda haber alzado tanto las piernas ni cuando
era un niño. Gui Xian besa y mordisquea el cuello ajeno, no sabe porque pero
tiene una impetuosa necesidad de dejar bien marcado a Dong Hai y con eso hacer
que nunca olvide a quien es que se entregó en medio del estacionamiento de la
universidad y dentro de un BMW último modelo.
El primero en correrse es Dong Hai, que emite un
grito bastante fuerte al hacerlo, con aquel acto hace que sus paredes internas
se contraigan y aprieten el miembro de Gui Xian, entonces Gui Xian gime con esa
deliciosa voz que tiene y marca a Dong Hai como suyo por fin.
—Vas a tener que pagar el lavado de mi carro.
Gui Xian tuerce la boca y luego sonríe.
Ambos se quedan un rato más allí, cada uno en un
asiento, intentando regular sus respiraciones y el latir de sus corazones.
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