Xin Mo 3 {KyuHae}

By KyuNaFish - 7:46 p.m.




DongHae abre los ojos con cierta dificultad; sus dedos duelen y trata de moverlos, pero lo hace con torpeza. Su pecho se siente lleno de agua: muy pesado, haciéndole difícil el respirar.

Es la mañana número 67 después de, y aún así, el dolor de la pérdida, el olor de la sangre, la sensación de abandono… Todo se sigue sintiendo muy fresco. Acostado sobre una maltrecha cama de hotel barato, es inevitable que el adolescente de apenas 14 años, ahora totalmente huérfano, se pregunte si no sería mejor morir aquí y ahora.

Mira el pequeño reloj de pared sobre la cabecera, no es muy tarde. La noche anterior, DongHae se quedó dormido mientras lloraba ruidosamente sin lágrimas, porque no sólo su hermano está muerto, sino que KyuHyun, la única persona importante a la que puede aferrarse ahora, lo ha arrojado a su suerte en este lugar desde hace un mes y no parece que vaya a volver pronto. Dejó algunos bocadillos secos y la dueña del pequeño hotel le sube una comida al día y un poco de agua porque no tienen para pagar más; pensando en esto, DongHae no se queja por la miseria. Sufre en cambio porque quiere a KyuHyun cerca, aunque no lo sepa consolar, pero tal parece que eso KyuHyun no lo entiende, y es que sólo le bastó encontrar un lugar «seguro» para desaparecer.

Explicar a KyuHyun es complicado. DongHae no recuerda realmente cómo es que se hizo inseparable de HyukJae.

A pesar de que sólo es dos años mayor que él, KyuHyun nunca se sintió como un niño, ni siquiera cuando realmente lo era. A sus diez años, DongHae recuerda que KyuHyun ya era capaz de sostener una interesante conversación con cualquier adulto, pero se limitaba a charlar con HyukJae y de vez en cuando recordaba que también existía él. Prestarle atención a cualquier otro ser, parecía estar fuera de las capacidades de KyuHyun; si alguna señora amable se le acercaba en el mercado para elogiar su apariencia, inmediatamente se escudaba detrás de DongHae: —¿lo ha visto? Es tan pequeño y redondo, como un bollo, sus ojos son como almendras acurrucadas, un poco tristes, y sus mejillas pellizcables y tiernas, ¿no es él realmente hermoso y adorable?—. Siempre decía lo mismo, como si estuviera tratando de venderlo, luego la mentirosa amabilidad desaparecía de su rostro y volvía a su estoica expresión de siempre hasta que aparecía HyukJae y, mágicamente, lo hacía sonreír.

Como una patética princesita que se reúne con su príncipe azul… 

DongHae sacude la cabeza, seguir esa línea de pensamientos no es bueno en estas circunstancias.

La habitación está en la segunda planta, es oscura y huele a humedad, la ventana que podría mejorar un poco esta situación fue sellada completamente el primer día por KyuHyun. La puerta es de madera vieja y rechina cada tanto. El invierno está en sus últimos días y ya es cálido afuera, sin embargo, DongHae siente un frío inmenso que atraviesa su piel y se instala en sus huesos a pesar de que trata de pensar en los días felices.

Tocan la puerta y DongHae se apresura a abrir pensando que es la mujer que le sube sus comidas: —¡Ah...!

Su boca se queda abierta. El invitado, si bien es el único que realmente debería esperar, es demasiado imprevisto ahora. KyuHyun pasa a su lado y le da una significativa mirada.

—No seas descuidado, ¿por qué abriste sin más la puerta? —Lleva unos jeans azul cielo y zapatillas deportivas blancas, debajo de su afelpada chaqueta gris asoma el dobladillo de una playera roja. Su cabello como tinta negra, despeinado y un poco largo, brilla y despide un delicado aroma a madera; KyuHyun siempre ha sido quisquilloso con su apariencia, pero debido a su pobreza, nunca se había visto así de deslumbrante antes—. ¿Qué será de mí si te pasa algo? Aquí…

KyuHyun continúa murmurando un poco más mientras hurga en la habitación y guarda cosas en la mochila que trae con él. Sus movimientos son limpios y rápidos, sin la menor vacilación.

—¿DongHae? —DongHae lo mira a la cara, con los ojos bien abiertos pero aturdidos.
—¿Hyun?
—Jajaja… —La risa es amable y cálida hasta cierto punto—. Te dije que tomes un baño rápido y uses la ropa que puse en tus manos, no es tan temprano, ¿todavía estás dormido?

DongHae niega apenas, tratando de oponerse al empuje de KyuHyun que lo insta hacia el baño. Hay un mar de quejas atascado en su garganta que lucha por estallar…

—¡Hyun bastardo! —Allí está. DongHae se gira y arroja al suelo la ropa, encara a KyuHyun para darle un puñetazo.

Dos.

Tres.

Cuatro.

KyuHyun no esquiva ninguno y permanece callado, no hay signos de que sienta dolor alguno en su expresión. No obstante, cuando pasó por el marco de la puerta, era amable y cálido, como el sol; ahora nuevamente es apático y estoico. Sus ojos son como el mar muerto, fríos y sin fondo.

Crudo. Así es como KyuHyun debe ser.

¿Qué fue esa gentileza de antes? ¿Un intento de convertirse en HyukJae?

Lo que sea, DongHae no lo quiere.

Siendo consciente de la nueva atmósfera, detiene sus golpes y lentamente analiza a KyuHyun; dos meses en realidad no es mucho, sin embargo, en el rostro de KyuHyun ya no hay ningún indicio de infantilismo. Es como si en este corto periodo de tiempo KyuHyun se hubiera convertido de golpe en un adulto; no sólo es su apariencia, también su expresión. La habilidad que tiene para esconder su desgarrador dolor bajo una impecable fachada de tranquilidad y seguridad.

Las piernas de DongHae se suavizan de repente y las rodillas le fallan, obligándolo a caer sobre ellas. Un suspiro se le escapa y al segundo siguiente hipa, los ojos le escuecen y enseguida sus traicioneras lágrimas emergen sin permiso. Levanta la cabeza para mirar con sus ojos brumosos a KyuHyun: ¿por qué no llora también? Si a DongHae se le murió un hermano, a KyuHyun se le escapó el amor de su vida, ¿por qué no se rompe como él…?

KyuHyun se agacha para quedar a la altura de DongHae y luego de un atisbo de duda, pasa sus brazos por debajo de los contrarios y aprieta con fuerza la cintura de DongHae, obligándolo a ponerse de pie.

—No me dejes solo, Hyun, no te vayas tú también.

DongHae suplica entre sollozos, un susurro lamentable que KyuHyun logra escuchar apenas. No sabe qué decir, nunca ha sabido qué decir, pero DongHae tampoco espera escuchar algo.

Permanecen un buen rato así, DongHae llorando silenciosamente en el pecho de KyuHyun, KyuHyun aferrándose firmemente al único recuerdo que le queda de HyukJae.

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