Xin Mo 4 {KyuHae}

By KyuNaFish - 7:11 p.m.


DongHae se escabulle por la puerta trasera en silencio, teniendo mucho cuidado para no ser descubierto. No es la primera vez que sale a escondidas, pero sí la primera que vuelve tan tarde, y ruega para que KyuHyun no haya regresado todavía.

No tiene tanta suerte.

Antes de siquiera llegar a los pies de la escalera, la luz de la sala se enciende repentinamente y no puede evitar el sobresalto.

—¿Dónde estabas, DongHae? —KyuHyun lo mira furioso, pero no lo demuestra en su voz, o al menos no del todo.
—Yo… bueno… —No se le ocurre ninguna excusa razonable, y la verdad duda que exista alguna para KyuHyun—. Por ahí —dice finalmente.
—¿Por ahí? ¿Me estás jodiendo, DongHae? Sabes que debes tener cuidado, que no puedes salir de noche y…
—Lo sé —DongHae lo interrumpe tajantemente—, sé qué debo tener cuidado, ¡y lo tengo! Pero tú quieres que esté aquí encerrado y ya estoy harto de eso, Hyun.

Los ojos caprichosos de DongHae hoy se ven tan altaneros… KyuHyun quiere carcajearse con ganas y luego levantar varias barreras a su alrededor para enseñarle lo que realmente significa un encierro.

—¿Cuidado? —No obstante, trata de comportarse y suaviza su voz—. Por la noche es cuando más youmus aparecen en esta zona, y tú no tienes ni la fuerza ni la habilidad para enfrentarlos. —DongHae lo mira dolido. Está harto de que siempre le enrostre lo inútil que es cuando se trata de youmus, pero KyuHyun no parece notarlo porque continúa haciéndolo—. Además, sabes que no debemos levantar sospechas.
—Han pasado tantos años, ¿de verdad crees que siguen buscándonos? —pregunta, cabizbajo. Los sucesos de ese día siguen frescos en su memoria y corazón, pero no cree que para su atacante sea así.

Qué equivocado está.

—Ellos no se rinden. —Inmediatamente, los ojos de KyuHyun se convierten en pozos oscuros que destilan una fuerte sed de sangre—. DongHae, no importa el tiempo que pase, ellos no olvidarán.

«Ellos», es un tema que DongHae prefiere evitar, la sola mención del asunto hace que él se sienta triste otra vez y que KyuHyun se rodee de un aura insidiosa y, por ende, se vuelva aún más riguroso en su guardia para con él.

—Iré a mi habitación.
—DongHae, no vuelvas a salir de noche.

DongHae simplemente lo mira en silencio y luego desvía la mirada. Sube las escaleras sin replicar y KyuHyun maldice, sabe que la falta de respuesta es lo mismo que una negativa.

Esa actitud tan descuidada y arrogante por parte del castaño lo enfurece a niveles enfermizos, logrando que realmente considere el encerrarlo en una barrera… Ah, un dolor punzante en su sien lo regresa a la realidad. Entrecierra los ojos y se da un ligero masaje en el área, después, echa un último vistazo a la puerta cerrada de la habitación de DongHae y camina hacia la salida.

Iksan es apenas un poco más grande que Yeosu —la ciudad que abandonaron hace dos meses—, y ambas se mantienen en el rango de pequeños lugares como Mokpo; sin embargo, aquí las calles no acostumbran vaciarse por las noches dado que la ciudad es famosa por sus bares y discotecas bulliciosas.

Un buen lugar para lo que KyuHyun hace.

Vestido con ropa para nada pretenciosa y de tonalidades oscuras, KyuHyun camina tranquilamente por los callejones más olvidados de la ciudad. Su cabello corto despuntado se mece con la brisa nocturna, un silbido pasa rozando su oreja y esto lo hace sonreír, ¿cuántos años creen que tiene?

Hace cinco años atravesó el dolor de perder al amor de su vida, vio cómo su sangre teñía la nieve de rojo y su cuerpo se volvía más frío a cada segundo que pasaba.

Hace cuatro años tuvo la misma espada que se llevó a HyukJae, cerca de su propio cuello, a nada de arrancarle la cabeza también.

No ha estado jugando.

Con un chasquido de sus dedos, una barrera blanca circular lo envuelve y enseguida se expande hasta el punto de la explosión. Los cuatro youmus más débiles que lo rodean mueren en el acto y los dos que quedan vivos dan un paso atrás. A una velocidad impresionante, KyuHyun logra atraparlos a ambos: sus cuellos en cada una de sus manos—: dile a tu jefe que lo estoy esperando. —Dice, pero antes de que pueda liberarlos, una ráfaga de aire golpea la cabeza de los youmus, matándolos en el acto.

KyuHyun chasquea la lengua y se gira malhumorado, suelta los cadáveres que pronto se desvanecen y dejan en el suelo un par de piedras verdes y pequeñas que KyuHyun recoge y guarda en su bolsa especial.

—¿Por qué tienes que ser tan entrometido? —pregunta. El hombre que asesinó a sus mensajeros  ríe descaradamente desde la entrada del callejón y se toma su tiempo para responder.
—Porque eres imbécil. —El abanico en su mano se mueve suavemente y esconde su sonrisa viciosa detrás de él. KyuHyun no se intimida y le sonríe de vuelta, jugando con un poco de energía espiritual que mantiene en la palma de su mano.
—Déjame en paz, Kim, no busco problemas con la policía.
—¡Oh! —Kim HeeChul, el detective en jefe del Área de Asuntos Especiales para Guerreros Espirituales, realmente odia que lo rebajen a un simple «policía».

Su respuesta a la grosería es enviar una ráfaga de aire violento con su abanico directo a la cabeza de KyuHyun, que no impacta, porque el pelinegro disuelve el ataque con su mano.

—Lee KyuHyun. —HeeChul se guarda el abanico en el bolsillo interno de su gabardina y frunce el ceño—. Deja de cortejar a la muerte. No sé qué problemas tienes con Oh SeHun, pero él es importante dentro del clan de la Sangre Maldita y su casa no es tu patio de recreo. De seguir tan despreocupado, van a matarte.

KyuHyun se burla interiormente, ¿matarlo por provocarles? Ese detestable clan no necesita razones para pisar cualquier cosa más débil que ellos.

—No se preocupe demasiado, detective Kim, como le dije al youmu, llevo años esperando.

HeeChul se soba la frente ante el desdén: —haz lo que quieras, mocoso malcriado.

Así como de inesperada fue su llegada, también lo es su retiro. KyuHyun no se demora de más en pensar por qué Kim lo persigue en cada ciudad que pisa, no le importa.

Con la misma calma con que llegó, se aleja, matando a cualquier youmu que se le atraviesa y recogiendo las piedras que estos dejan.

Ya es de día cuando regresa a casa.

DongHae suspira mientras lo mira entrar en la cocina; siempre tiene reclamos que hacerle atorados en la garganta y cada vez duele más retenerlos… ¿Algún día va a explotar? KyuHyun ni siquiera lo mira cuando pasa junto a él.

—¿No vas a comer?
—No tengo hambre. —DongHae aprieta los palillos en sus manos.
—YoonA llamó. —KyuHyun por fin se detiene a mitad de las escaleras, levantando una de sus cejas. Su postura lo hace ver muy guapo y arrogante, casi inalcanzable.
—¿Qué quería?
—ChangMin quiere verte.

Sin decir nada más, KyuHyun aprieta el paso y en un par de saltos llega a su habitación, cierra la puerta con llave y del armario, de la esquina superior, extrae un tablero del tamaño de sus dos palmas. El mármol frío se calienta cuando activa su poder espiritual y se abre, revelando una tira de varias jeringas vacías. Maldiciendo, KyuHyun regresa todo a su lugar y desbloquea la puerta:

—¡DongHae! —grita—, prepara una mochila. Nos estamos moviendo.


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