Día 4: Alcohol

By KyuNaFish - 11:54 a.m.


Luo FengHua/Nangong Xu | Xu ShuangLin

 

Nubes densas y grises en el cielo, hay una brisa ligera que lleva horas cayendo. Nangong Xu está sentado en la tierra mojada, su espalda y cabeza se apoyan en el tronco del mandarino detrás de él. Hay varias hojas y algo de cáscara tiradas alrededor.

 

—Las mandarinas no están maduras —murmura. El viento sopla, arrastrando un escalofrío por sus pies desnudos—, es asqueroso —la fruta a medio comer rueda cuando la lanza, llenándose de suciedad al caer.

 

Luo FengHua llega con un paraguas que mantiene cerrado; de pie a lado de Nangong, lo mira tímidamente. El adolescente medio tumbado en el suelo lo observa detenidamente y frunce el ceño luego de un rato, como si acabara de reconocerlo.

 

—¿Qué quieres? —su tono es hostil. Recoge una piedra cercana y la arroja sin mucho éxito. Sin muchas ganas—. ¿No estabas con el inútil de mi hermano?

—Olvidaste los zapatos.

—No es asunto tuyo, piérdete.

 

Luo duda un momento, pero al final termina poniéndose en cuclillas frente a Nangong. Los pies del chico están llenos de lodo y trozos de pasto verde; la túnica azul de Luo FengHua se mancha enseguida con la lluvia que se llena de tierra cuando rebota en el suelo.

 

—Úsalas —Luo le acerca las botas que cargó todo el camino—, o enfermarás.

 

Nangong es malcriado y está enojado, gira el rostro hacia un lado para no mirar y toma un gran trago del vino que robó antes de escapar.

 

—¿Por favor? —Nangong Xu no responde—. Estoy dispuesto a beber contigo a cambio —sorprendido, Nangong se digna a mirarlo. Sus dedos tamborilean la olla que sostiene, sus ojos entrecerrados brillan y las comisuras de su boca se elevan ligeramente.

—¿Cómo confiar en ti?

—A-Xu… —Nangong truena la lengua.

—Bien, está bien.

 

Se estira para alcanzar los zapatos, pero, antes de cumplir su parte del trato, empuja el vino a las manos de Luo FengHua.

 

—Bebe primero —insta. Luo duda. El aroma de la bebida es bastante ligero y el color es claro, parece inofensivo y sin embargo, las mejillas de Nangong están un poco rosas y no parece haber tomado mucho.

Cerrando los ojos, Luo se lleva la olla a la boca y traga dos veces, su manzana de Adán se mueve exageradamente.

 

El sabor es fuerte y amargo, golpeando sus papilas gustativas de una forma a la que no está acostumbrado. Hay un sutil sabor a mandarina que se queda en la punta de su lengua cuando se relame los labios; ¿es porque tomó del mismo lugar que Nangong Xu?, qué vergonzoso.

 

—A-Xu —su voz es pastosa—, tu turno —Nangong asiente y obedece; sacude un poco los pies antes de calzarse las botas. Arrebata la olla de manos de Luo y toma también.

 

Sonríe, satisfecho.

 

Cuando Nangong Xu, este niño arrogante es feliz, se vuelve bastante menos grosero.

 

La lluvia continua ligera pero constante, el paraguas olvidado en el suelo está mojado y sucio. Luo FengHua y Nangong Xu intercambian la olla de vino que poco a poco se vacía. Rostros sonrojados, ropa y cabello empapados. Luo es quien toma el último sorbo y de repente estornuda; Nangong se acerca a él, muy familiarmente pasa su brazo por los hombros ajenos y se demora en recoger el paraguas para desplegarlo.

 

—¿Qué tan delicado es shizun? —Luo arruga los labios, formando un pequeño puchero. Sus orejas coloradas tiemblan por el susurro demasiado cercano de Nangong.

—Es impropio —se queja.

—¿Qué? —Nangong parece muy divertido.

—Estar así.

—Oh.

 

Pero Nangong no se mueve, sus pupilas brillan cautivadoras y se vuelve difícil no concentrarse en ellas, tan llamativas cual faro en medio de la tormenta nocturna.

 

—Shizun… ¿Quién es el favorito de gēge shizun? —A Luo no le gusta especialmente la manera en que Nangong Xu lo nombra. Aunque sabe que su «discípulo» lo hace sólo para molestarlo, no deja de sentirse como un llamado demasiado íntimo.

—Eso… —sus dedos se enrollan dentro de sus mangas—, yo no… —nervioso y con los ojos aguados, medio borracho e intimidado, logra que Nangong se sienta extrañamente encandilado.

 

Tanto que no le importa en realidad si Luo FengHua puede responder.

 

—A-Xu y A-Liu son distintos…

—Por supuesto —Nangong se ríe—, él es estúpido e incompetente, yo soy el mejor entre los dos, ¿cómo podría haber comparación?

—¡A-Xu…!

—Shizun también es tonto si no lo puede entender.

 

Luo se levanta, algo indignado y triste dado que Nangong sigue sin respetarlo aunque sea un poco, mas se tambalea en el proceso y tropieza con sus propios pies. Nangong alcanza a atraparlo; tirando de su mano torpemente porque también está borracho, logra que se caiga sobre él.

 

Se siente irreal. La mano de Nangong Xu se aprieta alrededor de la cintura de Luo FengHua, sus torsos se tocan, las piernas se entrelazan. El rosto ajeno está tan cerca que los poros en la piel se vuelven visibles y el batir de las pestañas parece soplar aire de verdad. Huele a alcohol y a mandarina joven.

 

Sabe agrio porque sólo es un mal sueño.

 

Xu ShuangLin abre los ojos cuando Ye WangXi se acerca a él y pone sus zapatos cerca.

 

—Hace frío —dice ella. Su rostro, que se parece en cuatro de cinco puntos al de Luo FengHua, remueve las entrañas de ShuangLin—, padre debe usarlas para no enfermar.

Como un golpe seco que te saca el aire y empuja sangre por tu tráquea, ShuangLin traga el poco licor que le queda en la olla atada a su cintura y vuelve a cerrar los ojos.

 

Despierto, Ye WangXi no es Luo FengHua. Luo FengHua no está a su lado.










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