El odio que impregna sus memorias hace mucho tiempo que desapareció,
no obstante, todavía hay cierto sentimiento de agravio cada que TaXian Jun ve a
TianWen —aquella poderosa arma con la que fue azotado más veces de las que
quiere recordar—, y luego se detiene para mirar a JianGui, que es tan similar y
diferente al mismo tiempo.
La vid de sauce roja suele ser muy obediente cuando está en sus manos,
no se muestra reticente a seguir sus órdenes: se crispa y chispea cada que algo
lo molesta, o tiembla ligeramente cuando él se siente emocionado.
Como ahora.
—¿Qué estás haciendo? —Chu WanNing acaba de despertar: su largo
cabello negro despeinado y la ropa desacomodada. TaXian Jun sonríe cuando sus
ojos se encuentran, JianGui, atada alrededor de las blancas muñecas de WanNing,
vibra y se ciñe más.
—Jugando —como si no fuera inadecuado, TaXian se acerca lentamente. Primero
una rodilla sobre la cama, luego la otra, un parpadeo y ya está arriba,
aprisionando con su cuerpo el contrario.
—Mo.Wei.Yu.
Han pasado años, tantos que ya es difícil contar. Pero WanNing sigue
sonrojándose cuando el emperador lo
intimida en la cama; medio avergonzado, medio furioso, su justo rostro está
lleno de agravios.
—¿No quieres? —JianGui se mueve suavemente, abandonando con calma las
muñecas de WanNing y escurriéndose por su pecho, debajo de la ropa—; baobei, ¿lo detengo? —El morado en los
ojos de TaXian es profundo, es fácil extraviarse si los ves por demasiado
tiempo, incluso su voz, sedosa y penetrante, aturde los pensamientos de una
forma que no se puede explicar—. Shizun debe saber que el que calla, otorga.
Chu WanNing se muerde los labios y mira para otro lado, lleno de un
pudor que se siente falso para él mismo, porque conoce su cuerpo, las imágenes
que se forman en su mente cada que TaXian Jun se hace cargo, el calor que
recorre hasta el más recóndito espacio en su ser y lo vuelve ansioso por ser… Tocado.
—WanNing… —TaXian es malo en muchas cosas, específicamente, no sabe
leer los sentimientos de las personas que lo rodean, entiende poco de empatía y
sigue terco en no querer aprender nuevamente de bondad, no obstante, en la cama
es una cosa muy distinta.
JianGui se enrolla en la cintura de WanNing, las puntas que quedan
libres, sin aviso abren descaradamente la delicada prenda que protege el cuerpo
que aprisiona. TaXian curva los labios, hay arrogancia y orgullo en su gesto—;
¿por qué baobei se vuelve cada vez más hermoso?
Sumamente descarado.
Hay un misterio enorme respecto a esto; TaXian nunca ha sido alguien
estudiado, pero en los últimos años se ha vuelto increíble para los halagos.
Qué decir y en qué momento, actos y palabras, lo han convertido en un demonio
demasiado letal a la hora del sexo.
WanNing no tiene tiempo para expresar verbalmente sus pensamientos
porque, al momento siguiente, JianGui baja una vez más, con un meneo
serpenteante que le produce escalofríos, y TaXian se reincorpora abruptamente
para deshacerse de su ropa. Su piel acaramelada se ve apetitosa cuando el
brillo del sol que entra por los resquicios de la ventana lo toca, las pupilas
de WanNing se contraen por la idea que acaba de tener: quiere lamerlo.
Tan indecoroso.
Tan indecente.
Tan ardiente.
Y es como si TaXian supiera leerle la mente, dado que ríe con suavidad
antes de inclinarse un poco y pasar su brazo derecho debajo de su suave cintura,
luego lo levanta para quedar frente a frente y besarlo. No es tímido en
absoluto, la fuerza de su indomable carácter se hace presente cuando saquea la
boca contraria sin la menor vacilación. Su lengua es audaz, entrenada, parece
haber nacido para anidar junto a la de WanNing; acaricia sin reparo, casi con
violencia por todos lados, lucha incansablemente por llegar más profundo, como
si quisiera encontrar el alma de WanNing para tragársela y así nunca separarse
de él.
Ni siquiera en la muerte.
—Mo Ran… —WanNing lo empuja, pero su voz baja sólo invita para ser más
despiadado a quien lo amedrenta y TaXian Jun es un sinvergüenza. Hambriento,
una vez más se aprieta contra WanNing y vuelve a besarlo, de una forma fiera y
fogosa.
—WanNing… —TaXian abandona su boca, permitiéndole recuperar algo de
aire. Le besa la mejilla y de allí recorre lamiendo toda la línea de su
mandíbula hasta detenerse en su oído— permite a este venerable hacértelo hasta
que grites.
JianGui repta de una pierna a la otra, su rojo vibrante contrasta con
la blanca piel de WanNing, que poco a poco se ruboriza debido a lo que están
haciendo. Los dientes de TaXian mordisquean juguetonamente el lóbulo de la
oreja opuesta, sus callosas palmas acarician con una vehemencia demasiado
ansiosa las caderas ajenas. Una de sus manos es más rápida que la otra,
amasando sin reparo las nalgas que al tacto son suaves y elásticas.
Pronto comienzan a escucharse ligeros jadeos y la respiración se
vuelve ruidosa y difícil.
—¡Mo Ran! —TaXian se ríe, sus dedos llegan quizás demasiado rápido a
cierto lugar que no debe mencionarse en voz alta.
El olvidado JianGui brilla de pronto y se apresura a subir,
envolviendo otra vez las muñecas de WanNing. WanNing frunce el ceño y levanta
el pie, listo para patear con fuerza la estúpida cara sonriente que tiene
enfrente. Inesperadamente (no del todo), TaXian lo detiene y, sosteniendo su
tobillo, empieza a repartir besos desde la punta de sus dedos, pasando por la
pantorrilla, hasta detenerse en el muslo y morder como el maldito perro en celo
que es.
—¡Mo Ran! —Otra vez, WanNing grita, empero, la lengua suave y
resbalosa que se mueve excesivamente cerca de sus puntos más débiles y sensibles
lo confunde con éxito. Todas las quejas y llamados de atención que se escurren
de sus labios se convierten automáticamente en súplicas, que sumados al rubor
de sus mejillas hacen que la sangre en el cuerpo de TaXian Jun hierva de la
emoción.
Olvida los dedos, TaXian abre las piernas de WanNing sin más y entra
profundamente en él. No es que siga siendo una bestia, o tal vez sí, aunque en
esta ocasión quiere justificarse de mala gana en que sabe, el imbécil de Mo
Zhongshi estuvo en la noche aquí, así que shizun no debería resultar lastimado
si es un poco rudo.
Ciertamente, las paredes internas de WanNing continúan blandas,
permitiendo que TaXian se deslice sin esfuerzo y ambos obtengan placer desde el
primer movimiento.
Los flojos meneos rápidamente aumentan de intensidad, TaXian bufa
pesadamente y el sudor comienza a brotar de la piel. WanNing se muerde los
labios, aunque el esfuerzo no acalle por completo los jadeos que luchan por
escapársele. Sus manos atadas y sobre su cabeza verdaderamente necesitan
sostenerse de algo porque, no importa el tiempo, el miembro de Mo Ran sigue
siendo una cosa enorme y que es difícil de soportar en silencio.
Desesperación y placer.
Querer que se detenga pero también que lo haga más rápido y llegue más
profundo.
WanNing tiene una maldición atorada en la garganta, que contiene con
esfuerzo para que al final falle porque no puede evitar escupirla; TaXian Jun
lo sostiene de los muslos y le levanta ambas piernas, acomodándolas sobre sus
hombros para poder estar más cerca de él. Sus narices casi chocan y sus respiraciones
se mezclan; en sus ojos pueden ver el reflejo del otro.
—WanNing, mi WanNing, de verdad me gusta cuando te ves así.
Tan vulnerable y humano, tan real. Con un deseo y amor profundos que
se filtran sin querer. TaXian lo besa nuevamente, esta vez es más lento y
meticuloso; sus lenguas se acarician sumisamente. JianGui se afloja, la mano
izquierda de TaXian se acerca y deja que la vid lo atrape también: palma con
palma, los dedos de ambos se entrelazan y JianGui los envuelve, cubriéndolos de
un calor muy distinto al de la pasión.
—Baobei, WanNing, te amo.
WanNing deja que TaXian se coma sus gemidos, y él no decepciona cuando
su mano libre se pierde en la entrepierna de WanNing y comienza a acariciarlo
de una forma inmoral y ardiente. WanNing se pierde, ahogado en el vasto mar
formado por los fluidos de su erótico encuentro y no escucha adecuadamente lo
que TaXian le susurra constantemente.
El tiempo pasa así, enredados en la cama y besándose, tocándose.
Haciendo el amor hasta que WanNing se desmaya por la intensa jornada y no sabe
más de él.
Al día siguiente, cuando WanNing vuelve a despertar porque hay un
aroma dulce que envuelve toda la casa y Mo Ran no está acostado a su lado, sus
orejas arden porque se pregunta si merece esto, ¿no es un completo acaparador
de felicidad?
—¡Shizun! —Mo Ran entra en la habitación luego de un rato, sorprendiéndolo,
sostiene una bandeja con comida y todo él se ve radiante. Su sonrisa es amplia
y entrañable.
Se apresura a poner los alimentos sobre la mesa del fondo y se acerca
a WanNing abriendo los brazos exageradamente—, ¡feliz cumpleaños! —dice y lo
abraza con fuerza. WanNing apoya su cabeza en el hombro de Mo Ran y sonríe.
Mirando en dirección a la puerta puede ver a TaXian caminando hacia él,
depositando un beso suave en su frente y desvaneciéndose al momento siguiente.
—Gracias.
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