Hurt VII {Soukoku}

By KyuNaFish - 10:12 p.m.




Dazai se pregunta constantemente qué piensa el ruso. Fyodor no es estúpido, debe saber muy bien que Chūya no viaja a Yokohama sólo para ver a su hermana, entonces, ¿por qué?

¿Por qué no lo detiene?

¿Por qué no lo acompaña?

¿Por qué no hace nada?

—Porque lo tiene seguro.
—¿Será? —Con una sonrisa boba, Dazai gira su silla y le da la espalda a su escritorio para poder saludar a su visita—: haz vuelto, Odasaku. —Sakunosuke niega y deja su chaqueta sobre la silla sobrante.
—No pensé volver para verte así…

Dazai se pone de pie y le extiende los brazos; está delgado y pálido y a pesar de que viste normal: pantalones casuales de color negro y una camisa blanca de manga larga, las vendas todavía son visibles sobresaliendo de su cuello y muñecas. Oda avanza hacia él y lo abraza fervientemente, asomándose sobre su hombro logra ver lo que el castaño escribe, pero no se atreve a leer nada porque no pretende soltarse a llorar entre los brazos de su mejor amigo.

—¿Fue Ango quien te lo dijo? —Oda asiente—; ¡ah!, ese tonto, no debió molestarte con trivialidades.
—¿Llamas a tu condición trivial? —Dazai da un par de vueltas energéticamente, sacudiendo la cabeza y ambos brazos.
—¡Por supuesto! ¿No ves que estoy de maravilla? —Oda coloca su mano sobre la cabeza de Dazai y lo despeina, como lo hacía en sus días de universidad.

El gesto se siente un poco nostálgico y triste.

—Vine aquí todo el camino molesto, pensando en qué decirte, pero ¿qué puedo decir que no te hayan dicho ya?
—¿Que sea feliz?
—¿Y Chūya te hace feliz? Tu romance, su infidelidad, ¿esas cosas te hacen feliz?

Dazai se ríe nervioso porque ya había olvidado el poder de su mayor.

—Estabas muy concentrado escribiendo que no notaste cuando entré, te observé un buen rato, tu rostro era un poema, lo decía todo…
—¿Lo hacía?
—Los cortes, las heridas… nunca nada va a doler tanto como saber que ahora está con Dostoyevsky.
—Siempre odié que fueras un sabelotodo.

Dazai se traga el nudo que se acaba de formar en su garganta y Oda se separa un poco de él para palmearle la espalda. Lo despeina una vez más al tiempo que le sonríe y lo anima a salir un rato al patio.

A dejar un momento los recuerdos agrios que garabatea sin descanso en sus hojas. 

  • Share:

You Might Also Like

0 comentarios