Día 5: Píldora

By KyuNaFish - 8:52 p.m.




La ruidosa música estaba demasiado alta, haciendo que todos dentro de aquella habitación tuvieran que gritar para comunicarse; Dazai frunció el ceño cuando iba a quejarse de eso con su compañero y se percató de que él ya no se encontraba a su lado.

—¡Atsushi! —Gritó, parándose de puntas mientras intentaba encontrar su blanca cabeza entre el gentío—; ¡Atsushi, maldición! ¡Prometiste no dejarme solo!

Se resignó a no volver a verlo, —al menos por esa noche—, y echó una rápida mirada a la puerta que indicaba ser la salida: una cosa pequeña y tan atestada de gente que parecía imposible huir por allí.
Este no era el ambiente de Dazai Osamu, estudiante de letras cursando su tercer año en la universidad. Tal vez era demasiado cliché, pero ciertamente prefería mil veces estar encerrado en su cuarto fumando un poco de opio mientras lloraba porque su novia lo dejó, a estar abandonado en mitad de una fiesta salvaje con desconocidos alrededor.

—¡Hey! —Alguien a su espalda lo llamó—; no creo conocerte. —Era un chico, ¿o chica?, de baja estatura y piel acaramelada—. ¿Cómo entraste? ¿Vienes con alguien? —Hombre, definitivamente era un hombre, su voz ligeramente grave lo confirmaba. De todas formas, ¿por qué carajo era tan bonito? ¿Eso siquiera era algo legal? Su cabello rojizo estaba un poco largo y enmarcaba su rostro de una forma tentadora… Sus ojos eran de un azul imposible, ¿eran reales? ¿ojos así podían existir?— ¡Oye, no me ignores!
—¿Eres real? —El chico frente a él frunció el ceño, pero un segundo después comenzó a reírse exageradamente.
—¿Eres imbécil o estás drogado?
—No estoy drogado. —El pelirrojo se rio más fuerte y Dazai se sintió un tonto.
—Entonces eres imbécil. —Habría comenzado un debate con este pequeño hombre frente a él, pero, quizás por el exceso de gente, quién sabe, se sentía lo bastante sofocado como para saberse incapaz de hablar con propiedad.
—Vine con Nakajima Atsushi. —El chico pareció meditarlo un poco antes de tronar los dedos.
—¡Ya! Entonces tú debes ser Dazai Osamu, debo admitir que no está tan mal… —Dazai se llevó una mano a la nuca y se rascó la cabeza, ¿qué se supone que no estaba mal? Y, ¿por qué el pelirrojo lo miraba de arriba abajo sin siquiera disimular?
—Mhm. —Lo hacía sentir tan incómodo.
—Yo soy Nakahara Chūya, pero puedes decirme Chūya. —Chūya le guiñó el ojo—. Mi hermana es quien organizó esta fiesta.

Dazai volvió a hacer un ruido raro con la garganta porque no tenía idea de qué hacer o decir a continuación. Chūya lo estaba viendo con sus azules ojos abrasivos y escrutadores que parecían demasiado atrevidos y coquetos. Que lo estaban devorando ávidamente sin un atisbo de pudor.

—¿Osamu? —A Dazai no le parecía correcto que un extraño utilizara su nombre, pero no dijo nada.
—¿Qué? —Chūya le sonrió e hizo este movimiento barato de pasar la mano por su oreja y aparecer de la nada una moneda.

Sólo que Chūya no estaba sosteniendo una moneda frente a la estupefacta cara de Dazai.

—Entonces, ¿dices que no estás drogado?

La sonrisita que Chūya le regaló mientras le mostraba un par de píldoras blancas bailoteando entre sus dedos lo hipnotizó.

  • Share:

You Might Also Like

0 comentarios