Narumi y Hanako caminaron como de costumbre
hacia el bar ubicado a unas calles de su trabajo, esta vez ni Kabakura ni
Hirotaka iban con ellas; los chicos prefirieron ir por su lado en una «misión
secreta», aunque para Hanako resultaba ridículamente obvio que su novio sólo
estaba haciéndose el tonto para escaparse y comprar una figura en edición
limitada que venía deseando desde hacía un par de meses.
—¿Qué pasa con ese suspiro? —Preguntó
Narumi justo cuando atravesaban el umbral del bar, Hanako no intentó contestar
hasta que ubicaron una mesa vacía.
Normalmente tomarían un cubículo privado,
pero hoy estaban solas y la privacidad no parecía ser prioridad en estos
momentos.
—A veces me pregunto si Kabakura…
—¡Jódete!
Hanako cortó su oración inmediatamente y
junto con Narumi levantaron la cabeza por sobre la demás gente para ver de
dónde provenía el grito: un par de hombres… peculiares, estaban «conviviendo» a
sólo un par de mesas de distancia de la suya. El más alto de ellos, castaño y cubierto
con una gabardina del color de la arena, jugueteaba con un sombrero negro,
haciendo gestos desagradables exagerados y murmurando cosas que ya no
alcanzaban a escuchar. Su compañero estaba visiblemente borracho, tenía los
ojos azules brillosos y casi se desparramaba sobre la mesa, de él era de donde
provenían las malas palabras que de vez en cuando se escuchaban demasiado alto.
Tanto Narumi como Hanako intercambiaron
miradas por un momento y luego sonrieron; hicieron su orden un poco descuidada
cuando el camarero se presentó y esperaron pacientemente a que el chico
volviera con su comida y bebidas, principalmente.
—No puedo creer que la besaras. —Reclamó
Narumi de repente y Hanako volvió a mirar a la pareja de hombres. El pelirrojo
de los ojos azules estaba murmurando otra vez mientras se empinaba la botella
de sake—; ¿por qué lo hiciste? Creí… creí que me amabas.
Hanako dejó ir una risita e inmediatamente
después se puso seria.
—¡Ah! ¿De verdad pensaste eso? —Los ojos
de Hanako seguían fijos en el castaño mientras entraba en su papel—; ¿cómo
pudiste pensar que siquiera podría fijarme en ti?
El pelirrojo dio un manotazo débil sobre
la mesa.
—¡Detén este juego! —Narumi gimoteó e
hizo un gran esfuerzo para que su susurro sonara doloroso y ebrio—. Sé que me
amas, en palabras puedes decir lo que quieras, ¡pero tus ojos no me mienten!
—Ah… —Hanako canturreó el suspiro justo
cuando el castaño se inclinaba un poco hacia adelante y acomodaba el sombrero
que había estado jugando, sobre la cabeza del pelirrojo—. No la besé. —El
pelirrojo levantó la cabeza como impulsado por un resorte. Su cara estaba roja—.
No podría. Siempre estoy pensando en ti.
Hanako y Narumi reprimieron un gemido de
excitación cuando los hombres en cuestión se levantaron de la mesa, el castaño
alto iba sonriendo estúpidamente y el pelirrojo sonrojado, daba tumbos de
repente.
—Mira esa diferencia de alturas… —Susurró
Narumi, sacando su teléfono celular y tomando fotografías en modo ráfaga.
—Mira cómo el pelirrojo rechaza su ayuda.
—Hanako estaba grabando un video.
—Uke tsundere, muy violento y grosero
pero lindo y adorable a cantidades iguales.
—Seme hijo de puta, burlón y cruel pero enamorado
hasta el tuétano.
—Sí.
—Sí.
Ambas suspiraron ruidosamente cuando el
dúo por fin desapareció de su vista y se miraron con complicidad.
***
Por si no conocen a las hermosuras acá mencionadas, aclaro que son de Wotakoi~
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