A pesar de que no hablaba mucho en las
entrevistas y en el escenario se concentraba sólo en tocar su guitarra para
acompañar la voz de Chūya, Akutagawa era un idol bastante agradecido con sus
fans. Siempre estaba al tanto de los proyectos que se hacían en su nombre y por
supuesto, identificaba perfectamente a la líder de su «séquito» de seguidores.
O bueno, al menos sabía cuál era su
seudónimo y había intercambiado con ella un par de tuits alguna vez.
También era consciente de que la chica
jamás se perdía una de sus presentaciones dentro de Yokohama y que hacía hasta
lo imposible por asistir cuando Chūya y él viajaban al extranjero.
Luego de cuatro años ya la sentía como
una íntima y valiosa amiga.
Por eso fue chocante cuando su querida
«Jink» se hizo presente por fin frente a él y resultó ser un hombre; un hombre
atractivo y de voz dulce que cuando estrechó su mano y agradeció el autógrafo,
lo hizo sonrojarse.
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