Dazai rodó sobre su costado derecho y
Fyodor lo hizo sobre su costado izquierdo, así, ambos quedaron mirándose cara a
cara.
—Sobreviviré. —Aseguró Fyodor,
conteniendo una mueca de dolor por la hinchazón que había en su labio inferior.
—Já, se necesita más que esto —Dazai
señaló la cortada que tenía en la mejilla— para hacerme caer.
—Eres una momia vendada, ya deberías
contar como alguien muerto.
—Los seres tan grandiosos como yo, somos
inmortales, ¡chúpate esa, rata apestosa!
—No…
—¡Ya! —Nakahara Chūya irrumpió en la
enfermería de su escuela, pateando la puerta.
Escuchó algo como un gruñido por parte de
la doctora Yosano, pero no hubo mayor reprimenda así que continuó.
Estaba muy tranquilo disfrutando de su
almuerzo con Tachihara y Gin, cuando se enteró de que el par de imbéciles
frente a él había armado un escándalo en las canchas de la escuela.
—Ambos van a morir al mismo tiempo.
—Aseguró Chūya, sonriente. Se arremangó las mangas del uniforme y tronó su
cuello.
Fyodor y Dazai se pusieron de pie
inmediatamente y miraron la ventana: caer de un quinto piso posiblemente les
iba a doler menos.
—Ah, —ahora Chūya tronó sus dedos—, nadie
va a ir por la vida apostando una salida conmigo sin mi consentimiento,
¡cabezas huecas!
Y los cuerpos de la momia y la rata
fueron exhibidos en la entrada de la escuela para evitar futuros atrevimientos.
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