Día 22: Día Cotidiano

By KyuNaFish - 6:51 p.m.





Los señores Nakahara ya no se ríen diez años después, cuando los dibujos cambian por cartas y poemas escondidos en su buzón cada fin de semana. Cuando Osamu, el adolescente de la casa de a lado, que siempre viste de negro y tiene un aura desafiante y petulante, ya no se conforma con mandarle besos a su hijo desde lejos y en su lugar, lo acorrala en los pasillos del instituto al que asisten.
Chūya es un chico precioso, sí, pero es hombre, a fin de cuentas.

Todos los días corre luego de que su padre lo deja en la entrada de la escuela hacia su salón, evadiendo a medio plantel sin importarle ser grosero.

Corre porque sabe que Dazai ya está allí, sentado en la banca de la esquina izquierda, con la chaqueta azul colgando del respaldo de su silla y la mochila puesta sobre su mesa, apoyando la barbilla sobre su puño derecho mientras observa la puerta por donde él entra.

—Buenos días. —Le dice, y la cara de Chūya automáticamente se torna roja y las piernas le tiemblan.

Entonces Chūya avanza hacia su dirección —no sin antes cerciorarse de que nadie está cerca— y lo besa.

A Dazai le gusta mucho su vecino y a su vecino también le gusta mucho él.

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